Augusto Pinochet, el dictador con varias amantes y un curioso vínculo con Bigote Arrocet

El hombre que manejó los hilos de Chile entre 1973 y 1990 emitió su último suspiro, ansiado por muchos de sus compatriotas, un 10 de diciembre de 2006. “El hospital Militar de Santiago comunica el sensible fallecimiento del expresidente de la República y excomandante en jefe del Ejército, general Augusto Pinochet Ugarte”. Los honores de Estado se evitaron a toda costa para un hombre que encabezó una dictadura y represalió a cualquier oponente a la misma. Pinochet murió a los 91 años, sin llegar a ser juzgado por una justicia, la chilena, que iba a encausarle por algunos de los crímenes de su Gobierno militar. Un duro palo para todos aquellos que se pasaron media vida esperando que se hiciera justicia.

Tres años después de morir, Pinochet fue analizado en varias publicaciones. No solo como regio hombre de Estado y dictador impresentable, sino también como un hombre común con debilidades, gracias al libro ‘La familia. Historia privada de los Pinochet’. El libro hablaba de la amante que tuvo y que hizo peligrar su matrimonio con Lucía Hiriart. A finales de los años 50, antes del infame golpe militar, era habitual que Pinochet y su señora esposa viajasen por Ecuador y mantuviesen trato con la alta sociedad del país.

Fue en Quito cuando surgió el flechazo entre el militar, que entonces era un profesor de la Academia de Guerra, con Piedad Noe, una atractiva joven de ojos castaños. Por entonces llevaba casado más de una década (desde 1943) con la hija de Osvaldo Hiriart, un radical que llegó a ser senador y ministro del Interior. Lucía no solo fue la madre de sus cuatro hijos, sino que también lo asesoró y fue una de las cabezas pensantes de la dictadura chilena. Piedad no solo amenazó la estabilidad matrimonial sino, en años posteriores, la propia estructura del gobierno de Pinochet. Pese a los consejos ajenos, el general siguió manteniendo encuentros furtivos con ella. Gran parte de su equipo sabía al dedillo cuándo se iba de viaje a hurtadillas con la amante.

Contaba el citado libro que, cuando el dictador regresó al redil matrimonial, tuvo a su cuarta hija, Jacqueline. La benjamina cabó siendo su favorita y se convirtió en un símbolo de impostada felicidad conyugal. Otros libros no han sido tan benévolos con su narración de la reconciliación del matrimonio de Pinochet e Hiriart. Varias fuentes afirman que siguió teniendo amantes: una en Arica, otra en Concepción y otra en Punta Arenas. Otros tantos dijeron que llegó a tener una hija ilegítima junto a Piedad pero jamás existió una sola prueba de ello.

Historia de Bigote

Las historias acerca de Pinochet no se reducen a sus amantes o su otra vida. En nuestro país se habló mucho, hace apenas unos años, de su curiosa vinculación con el mismísimo Bigote Arrocet, que entonces salía con María Teresa Campos. La historia, de sobra conocida por el pueblo chileno, se remonta a la década de los 70. Cinco meses después de que el presidente chileno, Salvador Allende, muriese defendiendo el Palacio de la Moneda ante las tropas del general Pinochet, el cómico actuó frente a él y su esposa. Bigote interpretó el ‘Libre’ de Nino Bravo en el Festival Internacional de la Canción Viña del Mar. El general golpista y su mujer estaban sentados entre el público y el general Mendoza fue a saludarlo emocionado a su camerino.

Relacionado con el dictador (hay por ahí alguna foto de los dos juntos que ha recorrido las redes sociales), Bigote Arrocet trató de explicar aquellos encuentros o la propia actuación musical. Según él, solo estaba allí para rendir un homenaje a su amigo Nino Bravo, que murió en la carretera en 1973. Sin embargo, las preguntas sobre Pinochet han marcado muchas de las entrevistas de Bigote una y otra vez.

No ha sido, de hecho, el único artista relacionado con el general que, para sorpresa de muchos, todavía tiene una legión de seguidores en el propio Chile. Como dijo Octavio Paz, “toda dictadura, sea de un hombre o de un partido, desemboca en las dos formas predilectas de la esquizofrenia: el monólogo y el mausoleo”. Augusto Pinochet cumple las dos a la perfección.