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Mezclar todos tus cosméticos con maquillaje o por qué el yoga skin pasó de moda
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Mezclar todos tus cosméticos con maquillaje o por qué el yoga skin pasó de moda

Mujeres con la piel ultrahidratada y un considerable glow se paseaban por las redes sociales hasta hace apenas unos meses bajo el hashtag #YogaSkin, pero ¿dónde están ahora?

Foto: Candice Swanepoel, en la Semana de la Moda de Nueva York F19. (Imaxtree)
Candice Swanepoel, en la Semana de la Moda de Nueva York F19. (Imaxtree)

Ahora, aunque las búsquedas en Pinterest de este concepto siguen creciendo alegremente (concretamente han aumentado un 75%, según estudios de la herramienta), la realidad es que poco queda del concepto 'yoga skin' en los tutoriales de maquillaje tradicionales o los muros de Instagram. La tendencia no ha muerto, pero su ortodoxia hizo que, más allá del reto de probarlo, fueran pocas las MUA (Make Up Artist) que lo incluían en su rutina de maquillaje habitual, como sí pasaba con el baking -aplicar polvos para sellar el maquillaje y retirarlos al finalizar la obra de arte-.

Pero lo primero es lo primero: ¿qué es el yoga skin? Al unir los términos ‘yoga’ y ‘piel’, lo primero es pensar que se trata de un masaje facial, relajante y con propiedades beneficiosas para la piel como la estimulación de la creación del colágeno o el fortalecimiento de los tejidos. Pero, no, no tiene nada que ver con eso.

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El yoga skin ha ido calando en nuestra mente a modo de publicidad subliminal, convertido en una palabra constante en la nube de etiquetas de las publicaciones de maquillaje reglamentarias porque, precisamente, se trata de eso, de maquillaje. No hay nada de tratamiento ni de estimulación aunque sí necesite de las manos para multiplicar sus beneficios.

Con el fin de simplificar al máximo nuestra rutina diaria y 'potenciar' los beneficios cosméticos de todo lo que tenemos en el tocador, el yoga skin permite mezclar sérum, loción, iluminador, base de maquillaje y todo lo que se te pueda ocurrir, creando un mix que extender sobre el rostro, eso sí, con un intencionado masaje.

Mezclar cosméticos no es algo nuevo, ya lo hizo el whisking hace algunos años y con bastante más intención: aunaba cosméticos similares: sérum y crema para crear un bálsamo hidratante y con muchas propiedades o contorno de ojos y corrector para cubrir y tratar.

Pero el yoga skin no tiene como finalidad lograr unos beneficios concretos en la piel, sino crear un acabado ultraluminoso, de piel jugosa. Puedes maquillar tu rostro a la antigua usanza y luego aplicar capas y capas de iluminador -en cualquier formato- para conseguir una piel llena de matices, o puedes probar el yoga skin.

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La mezcla más habitual consistía en verter sobre la mano la cantidad habitual de maquillaje, echarle unas gotitas de primer iluminador o un booster de las mismas propiedades, un poquito más de iluminador líquido -a poder ser en gotero- y trabajar el mejunje en las manos hasta conseguir una mezcla uniforme, de color maquillaje pero satinada. A la hora de aplicar el mix sobre el rostro, en sus orígenes el yoga skin buscaba cubrir todas las zonas del rostro con un masaje que comenzara desde abajo y ascendiera por el rostro, pero terminó siendo un 'cada uno como mejor le parezca'.

Sí, el skin yoga iba encaminado a convertirse en la técnica salvavidas y el equivalente en el mundo del maquillaje de los filtros de Instagram, pero su parte negativa era que no todos los cosméticos permiten ese tipo de mezclas. Los componentes de algunos sérums o boosters podían no llegar a mezclarse nunca con los de algunas bases o iluminadores, creando más la sensación de agua y aceite que la de mejunje mágico. Jugar a la química podía convertirse en un derroche de cosméticos que sobre la piel se veían poco uniformes.

Otro de sus puntos a favor, su ligereza: al tratarse de una fórmula con esencias y bálsamos, menos densos que una hidratante y encargados de convertir el fondo de maquillaje en una BB cream, era precisamente un aspecto poco recomendable para aquellas personas que deseaban la cobertura de un maquillaje tradicional.

El abuso de los pigmentos iluminadores de la yoga skin, responsables de conseguir esa piel ultrajugosa y llena de matices, a menudo se convertía en un efecto hombre de hojalata. De acuerdo, nos encanta la piel brillante que vemos en las fotos de Instagram, pero cuando todo el rostro tiene la misma cantidad de iluminador, además de poco natural, resulta poco favorecedor. No parece que brilles, parece que tienes brillos y no quieres tener brillos, créenos.

Estas podrían ser algunas de las causas por las que el yoga skin no ha logrado calar en el mundo del maquillaje, sin embargo constante búsqueda de una piel iluminada, natural y en pocos pasos hace que la curiosidad en torno al término siga de actualidad... ¿Estaremos frente al regreso del yoga skin pero mejorado?

Ahora, aunque las búsquedas en Pinterest de este concepto siguen creciendo alegremente (concretamente han aumentado un 75%, según estudios de la herramienta), la realidad es que poco queda del concepto 'yoga skin' en los tutoriales de maquillaje tradicionales o los muros de Instagram. La tendencia no ha muerto, pero su ortodoxia hizo que, más allá del reto de probarlo, fueran pocas las MUA (Make Up Artist) que lo incluían en su rutina de maquillaje habitual, como sí pasaba con el baking -aplicar polvos para sellar el maquillaje y retirarlos al finalizar la obra de arte-.

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