La máscara de pestañas que cambia los ojos en una pasada existe y queda natural

Están las pestañas al estilo Twiggy que ahora llamamos ‘stiletto lashes’, las pestañas tipo cervatillo, las de colores, las naturales, las que llevan extensiones o directamente las que son postizas.

Pero, más allá del estilo con el que se arreglen, las demandas a estas pequeñas fibras cuya verdadera misión es la de proteger los ojos de elementos externos, parece que, a nivel estético, siempre le pedimos lo mismo: que se vean más largas, más oscuras, más gruesas y más curvas.

En esta constante demanda, las máscaras de pestañas son la varita con la que conseguir ese efecto de forma inmediata. Al menos si das con una buena fórmula.

En medio de esa constante misión beauty, este verano cayó en mis manos un inminente lanzamiento. Llegaría al mercado en septiembre y, como editora de belleza y friki del maquillaje en particular, me permitieron probarla en exclusiva.

La promesa era la de unas pestañas de volumen ‘exagerado’, tanto que podría llegar a multiplicar x9 el de las naturales. El miedo ante semejante promesa era que las pestañas se vieran muy artificiales, con un efecto ‘pestaña de muñeca’ que no encaja demasiado con mis gustos.

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Tras dos meses usándola a diario, porque sí, soy una de esas personas que se maquilla a diario, tengo que decir que cumple con lo que promete, además, añado que no hay ni rastro de rigidez, que aguanta el 'capa sobre capa'. Otro punto a tener en cuenta es que, a pesar de durar horas sin caerse, a la hora de retirarla, con un bálsamo desmaquillante es más que de sobra.

La máscara en cuestión es la Exagger-Eyes 28 Mascara de Charlotte Tilbury que, probablemente, habrás visto por todas partes en el último mes y que ha contado con Kate Moss y Jourdan Dunn como protagonistas de la campaña.

Su reclamo es sencillo: un volumen muy potente en tan solo una aplicación, una premisa ambiciosa con la que cumple gracias a un combo de fórmula y aplicador. Como toda máscara de pestañas que se centra en el efecto lifting, su goupillón es curvo, de modo que, al aplicar el producto, ya se está levantando y rizando la pestaña, a demás de distribuir el producto de raíz a punta.

La primera sensación al aplicar la máscara es que extiende con mucha facilidad, no notas una fórmula densa, sino que puedes trabajarla sin problema desde la raíz y no aparecen grumitos. Al poder depositar producto también en las puntas, que siempre se quedan más claritas por el propio desgaste, en la primera pasada ya notas que las pestañas parecen crecer, aunque sean tus pestañas naturales.

La fórmula se adhiere a las pestañas, aumentando su volumen con una cobertura 'total black'. Con la primera capa ya se ven opacas. El efecto puede recordar un poco al de la SkyHigh de Maybelline original (2021), aunque esta aporta más grosor y el producto dura inalterable durante varias horas. No he llegado a contar las horas, pero mis pestañas estuvieron maquilladas durante una escala de 6 horas y un vuelo de 9... A mí con eso me vale.

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Y no se cae nada de producto seco, las llamadas escamas, sobre la piel, porque las pestañas están hidratadas y flexibles, al tocarlas con las yemas de los dedos no las notas rígidas.

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Para conseguir el mencionado volumen x9, la fórmula Lash Vinyl-Black Wrap cuenta con polímeros que envuelven cada pestaña, aumentando su grosor en una pasada, “¡no necesitas aplicar más! Las pestañas se ven multiplicadas, más gruesas y desplegadas para un efecto de pestañas dobles”, señala la propia Charlotte Tilbury.

La máscara está enriquecida con ceras de jojoba para que la pestaña no se seque mientras esté maquillada, lo que resulta determinante la flexibilidad que mantiene la pestaña, que no queda rígida como con otras fórmulas. A esto se suman los pigmentos Vinyl-Black, resultado del trabajo con un colorista que, junto a espesantes, contribuye a ese efecto de pestaña más gruesa.

Pero, tan importante como la fórmula es el aplicador. De entrada, la primera sorpresa es que se trata de una máscara de pestañas en un frasco de cristal, aspecto clave no solo en la estabilización de la fórmula, sino también en la reducción del uso del plástico.

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El goupillón es curvo, de modo que combina cerdas de fibras ultrafinas más cortas con otras más largas para poder alcanzar hasta las pestañas más pequeñas o inaccesibles. Su diseño está pensado para rizar las pestañas en tan solo una aplicación y sus cerdas están cortadas con láser para conseguir una mayor precisión en la distribución de la máscara desde la raíz hasta la punta, sin que haya grumos.

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