Juan Duyos: "Las mujeres con mucha personalidad me gustan, me persiguen y las complicadas me atraen. Marisa lo tenía todo"
El diseñador madrileño fue los últimos años uno de los favoritos de la actriz que por su estilo y su carácter en la escena construyó uno de los grandes iconos de la moda de nuestro tiempo
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“Hace tan solo dos días me estaba escribiendo un WhatsApp hablando sobre el vestido de los Goya”. Así empieza la conversación con el último diseñador de referencia de Marisa Paredes, Juan Duyos. El creador que con su visión dio un giro a la moda española ha sido el último en vestirla durante las últimas cinco ediciones de los premios del cine español. Momentos antes de que llegara al funeral de la intérprete, que ha fallecido en Madrid, hemos podido descubrir más de esta relación de dos amigos, que había trascendido los encuentros en el taller: “Yo la admiraba mucho, la quería mucho y me deja un vacío gigante. No me voy a poner a llorar porque no, pero la voy a echar muchísimo de menos. Eran visitas, cenas y encuentros que llenaban tanto, siempre que la veía era especial, hasta cuando venía de broncas, te llenaba porque era una persona difícil, ella (Marisa) de las que a mí me gustan”.
El diseñador se deshace en halagos de esta mujer que transmitía la imagen de una de esas pocas grandes damas que ha tenido el cine español: “Tenía un porte y una presencia muy poderosa. La hija de una portera de la plaza de Santa Ana, esa historia que ella me ha contado mil veces, vivía en la portería y veía pasar los regalos de Reyes que ella no tenía. Y tras años de esfuerzo y trabajo ha logrado ser una diva, un icono de estilo en España. Su historia era muy poderosa”.
Para mí ha sido fascinante porque realmente era una gran actriz y de repente pasa a ser una amiga
El diseñador entremezcla emocionado los tiempos presentes y pasado, demostrando que la noticia necesita ser asumida: “Mi relación con ella nace de una superadmiración. Cuando yo era un chaval y veía las pelis en las que salía, para mí era fascinante porque realmente era una gran actriz y de repente pasa a ser una amiga entrañable con la que nos escribíamos a menudo y nos mandábamos stickers y memes”.
Construyeron una intimidad y una relación en la que la intensidad era un ingrediente habitual: “Anécdotas tengo mil porque luego era una mujer tan sumamente bestia en todo, te podía hacer reír o te podía hacer sufrir. Teníamos unas broncas también muy poderosas, esas que solo les permites a los amigos, teníamos muchas cosas en común. Ella siempre me decía que éramos muy disfrutones, si se tenía que fumar un cigarro, se lo fumaba, si se tenía que tomar una copa, se la tomaba entera, toda, con tranquilidad”.
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La describe desde ese ángulo de las personas que te conocen y te quieren a pesar de tus peros: “Siempre digo que era una mujer excesiva, excesiva. Pero creo que la excentricidad, que también formaba parte de su personaje, era una maravilla. Cuando llegaba, por ejemplo, a la entrada y si tenía público lo daba todo, entonces era personaje. Y eso a mí me seguía fascinando, porque a mí las mujeres con mucha personalidad me gustan, me persiguen y las mujeres complicadas me atraen. Y todo eso lo tenía. Pero cuando bajaba la guardia era deliciosa, también”.
Tantas anécdotas desnudándose en el estudio, por ejemplo, como cuando iba a probarse que estaba mal o triste, o cansada o malhumorada, algo que según cuenta pasaba en ocasiones y empezaba a probarse la ropa y a sentirse bien y ahí la transformación era radical, explica el artista: “De repente se crecía y era otra. He visto pocas actrices o pocas mujeres con esa transformación natural con el vestuario. Eso para mí era muy, muy potente. Y luego también tenía una cosa muy curiosa con la fidelidad, en ese sentido era como las divas de antes. Ella no priorizaba que le prestase ropa cualquiera y se la ponía, no. Ella tenía mucho gusto personal, entonces disfrutaba dos o tres diseñadores con los que se comprometía, con los que eran afín, para mí era mucho más lógico que ponerte cualquier prenda de quien sea”.
He visto pocas actrices o pocas mujeres con esa transformación natural con el vestuario
Con ella se ha ido la última Gran Diva
Ahí se construía la conexión emocional entre diseñador y musa, como es el caso: “Más allá de lo emocional, ella tenía muy claro lo estético. O sea que no le valía lo que fuese. Tenía muy claro todo su corte icónico de pelo, sus brazos, su manera de moverse…”, explica Duyos.
Hablamos de las grandes damas de la interpretación y Juan confiesa que ha hecho un repaso, y asegura que cree que con ella se ha ido la última Gran Diva. Era única en todo: “su característica voz, que cuando ella la modulaba y la transformaba. Me llamaba por teléfono, me quería convencer de algo y variaba la manera de decir Juan, para seducirme, para tirarme los tejos con algo. Esa transformación a nivel vocal… ella era actriz ante todo, era una maravilla”.
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Analizamos el concepto de que el creador asocia directamente a la cultura: “era una actriz comprometida y que encarnaba la cultura. O sea, ella era cultura e iba a exposiciones, me recomendaba pelis extrañas, también obras de ballet, salía, viajaba, se relacionaba con personajes de las artes. Era una actriz, cultura con mayúsculas y tenía mucho menos de postureo. Algo como que yo echo de menos en las actrices de mi generación y las jóvenes. Eso era algo precioso que se ha perdido, porque no les interesa o quieren más toda esa parte del postureo. Antes todas estaban relacionadas con esa parte ilustrada de su mundo, incluso Sara Montiel, y sin Marisa eso ya no existe”.
“Hace tan solo dos días me estaba escribiendo un WhatsApp hablando sobre el vestido de los Goya”. Así empieza la conversación con el último diseñador de referencia de Marisa Paredes, Juan Duyos. El creador que con su visión dio un giro a la moda española ha sido el último en vestirla durante las últimas cinco ediciones de los premios del cine español. Momentos antes de que llegara al funeral de la intérprete, que ha fallecido en Madrid, hemos podido descubrir más de esta relación de dos amigos, que había trascendido los encuentros en el taller: “Yo la admiraba mucho, la quería mucho y me deja un vacío gigante. No me voy a poner a llorar porque no, pero la voy a echar muchísimo de menos. Eran visitas, cenas y encuentros que llenaban tanto, siempre que la veía era especial, hasta cuando venía de broncas, te llenaba porque era una persona difícil, ella (Marisa) de las que a mí me gustan”.