Tazones, el pueblo marinero de Asturias al que querrás escaparte esta Semana Santa
Tiene tradición ballenera y mucho que contar. Ahí está el desembarco del nieto de los Reyes Católicos allá por el siglo XVI, sus huellas de dinosaurio, su faro y sus casas de colores
Atención, villa marinera. Y no una cualquiera, sino la mismísima de la que se quedó prendado Carlos V, que desembarcó aquí en su primer viaje a la península. Y aunque es cierto que Tazones no necesitaba de este toque royal para ser tan principal, que le quiten lo bailao. Esta Semana Santa pon rumbo al oriente asturiano, aunque lo hagas por tierra, y enamórate tú también. Mar, barcos, casas de colores, rincones pintorescos... Motivos desde luego no te van a faltar. Embarcamos. Ah, no, que vamos en coche. Arrancamos ya.
El emperador y las ballenas
Parece un cuento y es que siempre pasa. En cuanto uno se dirige hacia el norte, empiezan a amontonarse las leyendas y a confundirse, en una suerte de realismo mágico, estas con la realidad, y no digamos ya si el destino es Galicia. Pero aquí, en Asturias, tierra de trasgus, también pasa, también. Solo hay que pensar en que Tazones tiene tradición ballenera (un próspero negocio durante los siglos XVI y XVII) para ponerse en la piel del capitán Ahab (sin Pequod) y empezar a fabular.
A las ballenas y las historias de pescadores hay que sumar la llegada a este coqueto y pequeño puerto de las inmediaciones de la ría de Villaviciosa, que imaginamos apoteósica, de un jovencísimo Carlos V aquel septiembre de 1517. Venía desde Flandes para tomar posesión de los reinos de sus abuelos los Reyes Católicos y pernoctó en la Casa de los Hevia de Villaviciosa para marcharse después a Valladolid, pero eso ya es otra historia. En resumidas cuentas: estás dentro de una ruta imperial. Los vecinos, por supuesto, recrean este hecho histórico cada mes de agosto, faltaría más.
La Casa de las Conchas (=Salamanca)
No es el palacio urbano gótico con elementos platerescos que ilustra la muy ilustrada ciudad de Salamanca, sino algo más anclado a la tierra pero como homenaje al mar. La típica casa que uno puede buscar de puerto en puerto, cual Maqroll el Gaviero, como recién escupida por el océano. O sea, con la fachada cubierta de conchas de todas las formas, tamaños y colores. Ponte tu camiseta de rayas, que vas a triunfar cual marinera/o en tierra (y cuánto) en Instagram. Te orientamos: la tienes en el barrio de San Roque, declarado conjunto histórico-artístico y con razón, lo mismo que el de San Miguel. Deja tú también tu huella.
De postal, sí, pero auténtico y muy real
Es coqueto y precioso, perfectamente integrado en el paisaje, entre la Punta de la Mesnada y la Punta de Tazones, a orillitas del mar, con los montes La Atalaya y Villar como telón de fondo, de postal, y sin embargo sigue siendo, como tantas otras villas marineras, genuino y real. Esto quiere decir, más allá de la emoción que te causará caminar por sus calles, descubrir sus peculiares casas escalonadas y sus hórreos, que los hay, y otear sus alrededores, que las capturas que llegan a su puerto, uno de los 18 que tiene Asturias, dedicado a la pesca de bajura, luego se subastan en su lonja y más tarde se sirven en sus restaurantes y sidrerías, lo que significa que vas a comer de lujo, como un emperador (o emperatriz). Espérate y verás.
Un faro y hasta huellas de dinosaurios
El faro, estando Tazones donde está, no podía faltar; se alza en la Punta de las Ariceras (aldea de Villar) y es además uno de los mejor conservados del litoral asturiano, tal y como nos recuerdan desde Turismo de Asturias, pero puede que lo de las huellas de los saurópsidos no te lo esperaras. Y las hay: solo tendrás que esperar a que baje la marea para descubrirlas en el pedrero de su playa, a unos 120 metros del panel explicativo que encontrarás situado a la entrada del arenal, sobre la superficie de un estrato gris. Y no es la única. Recuerda que estás en la reserva natural de la Ría de Villaviciosa y que tienes su Centro de Interpretación para saber más.
El sitio que buscabas para comer lo que querías
Se llama El Rompeolas y está exactamente en el sitio en el que uno quiere plantarse cuando viaja a un pueblo así. A pie de mar. Y es como deber ser un restaurante en una villa marinera: sin carta fija, pero con lo que da el caprichoso mar. De entrantes, pueden ser almejas a la marinera, bocartes fritos, percebes, nécoras… Para seguir, bogavante, langosta, pixín, chipirones de Tazones, besugo… Y de postre, flan de la casa o arroz con leche. Aunque no lo busques, te lo encontrarás. Dónde: C/ San Miguel, 21.
Una casona con pianolas y arcones para dormir
No solo Tazones nos ha parecido el destino perfecto para esta Semana Santa. También esta casona que está en la parroquia de Amandi, perteneciente a Villaviciosa, lo mismo que Tazones, y que está decorada con pianolas, cómodas y arcones, y goza de la sombra de los árboles centenarios que pueblan su jardín francés: tilos, abetos, secuoyas... La Casona de Amandi fue construida sobre los muros de una antigua herrería y sobresale por una gran galería sostenida por columnas de hierro. Paredes con mucho que contar. Precio: desde 93 euros.
Atención, villa marinera. Y no una cualquiera, sino la mismísima de la que se quedó prendado Carlos V, que desembarcó aquí en su primer viaje a la península. Y aunque es cierto que Tazones no necesitaba de este toque royal para ser tan principal, que le quiten lo bailao. Esta Semana Santa pon rumbo al oriente asturiano, aunque lo hagas por tierra, y enamórate tú también. Mar, barcos, casas de colores, rincones pintorescos... Motivos desde luego no te van a faltar. Embarcamos. Ah, no, que vamos en coche. Arrancamos ya.
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