Te contamos qué es una dieta funcional y cómo puede ayudarte a mejorar tu salud
Gracias a una alimentación adecuada podemos conseguir que nuestro cuerpo sea más fuerte y mejore nuestra salud
Al escuchar la palabra dieta solemos pensar en las diferentes formas de perder peso que podemos poner en práctica, sin embargo las mejoras que podemos obtener gracias a una alimentación adecuada son mucho mayores de lo que creemos.
Precisamente a esto hacemos referencia cuando hablamos de una dieta funcional, que es aquella que seguimos para conseguir un beneficio en alguna función específica del organismo. Así, al introducir determinados alimentos en nuestra vida mejoraremos nuestra salud y podremos reducir el riesgo de determinadas enfermedades.
Consideramos que una alimentación funcional es aquella que, además de nutrirnos y saciarnos, aporta un beneficio adicional a nuestra salud. Un alimento se considera funcional cuando ha demostrado ser beneficioso para el organismo, mejorando la salud o el bienestar.
Una dieta equilibrada es la base para conseguir que nuestra salud sea lo mejor posible, al incorporar estos alimentos funcionales estaríamos ayudando a evitar posibles daños o a suavizar males ya existentes.
Hay diferentes tipos de alimentos funcionales, por una parte encontramos algunos que en su estado natural ya nos aportan las vitaminas, minerales, fibras, ácidos grasos, antioxidantes… necesarias para el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Se suele considerar funcionales a los probióticos y prebióticos, pero también a aquellos elaborados añadiendo componentes activos que cumplen una función determinada en la mejora de la salud, como la leche enriquecida con calcio.
En definitiva, consideramos alimento funcional aquellos que tienen un componente activo, ya sea de forma natural o que ha sido añadido, que genera beneficios fisiológicos para prevenir o disminuir el riesgo de enfermedades crónicas, como la osteoporosis o enfermedades cardiovasculares.
Una dieta funcional propone incorporar a nuestro menú equilibrado una serie de alimentos que beneficien alguna función específica, por ejemplo para paliar los efectos de la menopausia, o para conseguir reducir nuestros niveles de colesterol o estrés.
Entre los nutrientes más habituales encontramos vitaminas como la C o la B, sobre todo el ácido fólico, y minerales como el calcio, el magnesio o el zinc. También antioxidantes como las vitaminas C y E y los polifenoles, y ácidos grasos como el omega 3, que ayuda a reducir el colesterol.
También es habitual enriquecer los alimentos con fibra dietética, para mejorar el tránsito digestivo, los prebióticos y probióticos, para cuidar nuestra microbiota intestinal, así como fitoesteroles, que contribuyen a reducir los niveles de colesterol malo.
A pesar de lo raro que nos puede sonar todo esto, no estamos hablando de alimentos extraños, por ejemplo se podría considerar al tomate, a la soja o las legumbres dentro de la lista de funcionales, así como a las leches o yogures enriquecidos, los cereales fotificados o la sal yodada.
Si bien estos alimentos no son indispensables para nuestra alimentación, son una ayuda extra en busca de mejoras para nuestra salud, para evitar excesos o sobreconsumos que puedan traernos más problemas que beneficios, conviene que sea un nutricionista o experto en la materia quien nos ayude a introducirlos en nuestra dieta.
Al escuchar la palabra dieta solemos pensar en las diferentes formas de perder peso que podemos poner en práctica, sin embargo las mejoras que podemos obtener gracias a una alimentación adecuada son mucho mayores de lo que creemos.
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