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'¡Olvídate de mí!': 20 años de la película que redefinió el desamor con Jim Carrey y Kate Winslet
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ANIVERSARIO

'¡Olvídate de mí!': 20 años de la película que redefinió el desamor con Jim Carrey y Kate Winslet

Se cumplen dos décadas de la cinta que mezcló comedia romántica con ciencia ficción y que ganó un Oscar por su original guion

Foto: Cartel promocional de '¡Olvídate de mí!'. (Focus Features)
Cartel promocional de '¡Olvídate de mí!'. (Focus Features)

¿Cuántas veces hemos querido olvidar a alguien durante esas tardes de lloros, repasos incesantes de mensajes de WhatsApp y escucha enfermiza de la discografía completa de La Oreja de Van Gogh? Habríamos dado lo que no tenemos, sin duda, por poseer una maquinita que nos hiciese no pensar en bucle en una determinada persona, en ese ser amado que nos ha roto el corazón y ha escupido sobre sus restos. Como dijo Luz Casal en aquella elegía del desamor llamada Lo eres todo: todos hemos pretendido borrar de nuestra cabeza, varias veces, a "nuestro aliento y agonía". Hace justo dos décadas, se estrenaba una película que especula con ese concepto del olvido amoroso: Eternal sunshine of the spotless mind. Aquí en España fuimos más simplones y la titulamos con un mínimo y obvio ¡Olvídate de mí! Se titule como se titule, estamos hablando, objetivamente, de una grandísima película.

La que hoy está considerada una de las joyas magnas del cine del siglo XXI fue fruto de dos cabecitas locas (y geniales): la del guionista Charlie Kaufman y la del director Michel Gondry, unidos para hacer magia. Los más cinéfilos no necesitamos una máquina para recordar la trama: Joel y Clementine son dos enamorados que, con el paso de las semanas, no se soportan. Como le pasa a Pili, a Juan y al vecino del quinto.

El método para olvidarse de su historia de amor es un instrumento que elimina de la cabeza de los pacientes cualquier recuerdo concreto. Y tras ese artefacto, vemos a tres científicos de peso con los rostros de Mark Ruffalo, Kirsten Dunst y Elijah Wood. Los protagonistas de ese amor fueron encarnados por dos pesos pesados de Hollywood: Jim Carrey y Kate Winslet, quien asegura que ha llegado más a la generación Z por esta película que por la mismísima Titanic. Salve, Rose.

placeholder Fotograma de la película 'Eternal sunshine of the spotless mind'. (Focus Features)
Fotograma de la película 'Eternal sunshine of the spotless mind'. (Focus Features)

La arquitectura del guion de Kaufman es de tal genialidad que apuntala cualquier mínimo detalle, tornillo a tornillo, palabra a palabra. La historia no comienza, por ejemplo, con el inicio del amor, sino con su defunción; el otoño que vino después de la primavera. Lo primero que vemos en pantalla es a un hombre desolado por el desamor; sumido en el pozo tras haber perdido a la chica de su vida. "San Valentín es un día festivo inventado por las compañías de tarjetas de felicitación para que la gente se sienta como la mierda", dice en off el personaje de Jim Carrey.

La cosa es que, pese a la orfebrería del guion de Kaufman, en su escrito también existe mucha improvisación. Kate Winslet y Jim Carrey se pasaron horas, días y semanas hablando de sus cuitas amorosas, de sus rupturas y sus llantos. Las estrellas también saben lo suyo de corazones rotos. Algunos de esos arañazos emocionales, apegos evitativos y breadcrumbings acabaron apareciendo, de pasada, en la cinta. Y eso que, hace 20 años, nadie hablaba de ghostings o love bombings. La idea primigenia de Gondry se la debe al artista Pierre Bismuth, que un día le contó: "Recibes por correo una tarjeta que dice: 'Alguien que conoces acaba de borrarte de su memoria". A partir de ahí, la cabeza pensante del guionista se puso en marcha.

placeholder Uno de los planos más imaginativos de '¡Olvídate de mí!': la cama en la playa. (Focus Features)
Uno de los planos más imaginativos de '¡Olvídate de mí!': la cama en la playa. (Focus Features)

El talento visual de Michel Gondry tampoco es moco de pavo. Muchos piensan que la mayoría de secuencias que incluyen trucajes fueron diseñadas a golpe de ordenador. Sin embargo, la edición, iluminación, utilería y escenografía se construyeron a la antigua usanza. Un ejemplo que tomamos de IMDb: cuando aparece Joel siendo solo un niño, la perspectiva se forzó de forma tradicional, tal y como lo hizo Peter Jackson en algunos de los momentos más recordados (cada vez que Gandalf aparece junto a los hobbits) de la trilogía de El Señor de los Anillos.

El director también fue ingenioso a la hora de situar a los espectadores en el momento en que se encuentra una historia plagada de flashbacks y flashforwards. La clave fueron los estridentes y llamativos colores de pelo de Clementine, la alocada enamorada a la que da vida Winslet. El pelo y el aspecto desaliñado de Joel, Jim Carrey, también da pistas del instante de su amor. Años antes, Stanley Donen había hecho algo similar en Dos en la carretera y también jugó para ello con el aspecto físico y los modelitos de Audrey Hepburn. Aunque aquella catedral del cine sobre relaciones de pareja no contaba con las ensoñaciones y los recuerdos alterados (con el coqueteo de la ciencia ficción, al fin y al cabo) con los que sí cuenta ¡Olvídate de mí!

placeholder Winslet y su pelo en '¡Olvídate de mí!'. (Focus Features)
Winslet y su pelo en '¡Olvídate de mí!'. (Focus Features)

Estrenada en marzo de 2004, Eternal Sunshine… se convirtió en una película de culto de manera instantánea. Al contrario de lo que ocurre con otras películas, las críticas elogiosas no se convirtieron en calificativos de 'sobrevalorada' con el tiempo. Como reza el tópico sobre los buenos vinos, El eterno brillo de la mente inmaculada (ojalá se hubiese titulado así en nuestro país) mejora en cada visionado. Los fans de la película suelen recordar, especialmente, aquel diálogo, en mitad de una secuencia onírica, cuando Clem le dice a Joel: "Se acabó, Joel. Todo desaparecerá muy pronto. ¿Qué hacemos?". Lo que responde él es, seguramente, la clave de toda la película: "Disfrutarlo". Pues eso es: vivamos el amor mientras dure, y llorémoslo después mientras gozamos de un visionado de ¡Olvídate de mí! Y lo más importante: que nos quiten lo bailao.

¿Cuántas veces hemos querido olvidar a alguien durante esas tardes de lloros, repasos incesantes de mensajes de WhatsApp y escucha enfermiza de la discografía completa de La Oreja de Van Gogh? Habríamos dado lo que no tenemos, sin duda, por poseer una maquinita que nos hiciese no pensar en bucle en una determinada persona, en ese ser amado que nos ha roto el corazón y ha escupido sobre sus restos. Como dijo Luz Casal en aquella elegía del desamor llamada Lo eres todo: todos hemos pretendido borrar de nuestra cabeza, varias veces, a "nuestro aliento y agonía". Hace justo dos décadas, se estrenaba una película que especula con ese concepto del olvido amoroso: Eternal sunshine of the spotless mind. Aquí en España fuimos más simplones y la titulamos con un mínimo y obvio ¡Olvídate de mí! Se titule como se titule, estamos hablando, objetivamente, de una grandísima película.

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