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Nacho García de Vinuesa: “Cuando empecé en el interiorismo, mis padres me decían que eso de decorar era cosa de niñas”
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Nacho García de Vinuesa: “Cuando empecé en el interiorismo, mis padres me decían que eso de decorar era cosa de niñas”

Fue el protagonista indiscutible de interiorismo español durante veinte gloriosos años que alumbraron cuatro estudios —en Madrid, Miami, Panamá y Cartagena de Indias— y más de mil proyectos. Un buen día lo dejó todo para ser feliz

Foto: Nacho García de Vinuesa es todo un referente para los actuales maestros del interiorismo español. (F. Zubizarreta)
Nacho García de Vinuesa es todo un referente para los actuales maestros del interiorismo español. (F. Zubizarreta)

Nacho García de Vinuesa (Madrid, 1967) creció descubriendo las maravillas del mundo gracias a unos padres especialmente enamorados del arte de viajar. Fue un niño muy listo y aplicado que sacaba unas notas estupendas. Desde que tiene uso de razón, se recuerda en la esquina de una habitación, de un restaurante o de un museo reimaginando el espacio y disponiéndolo todo según su propio criterio, creando nuevos órdenes perfectos.

“En mi familia no había nadie que se dedicase a la arquitectura: por parte de mi madre eran todos banqueros y por parte de mi padre, farmacéuticos”, explica. Al joven Nacho lo encaminaron hacia la diplomacia; lo que se tradujo en el estudio intensivo de varios en idiomas. Sin embargo, dos giros de guion inesperados cambiaron el rumbo trazado.

Justo antes de la etapa universitaria, García de Vinuesa se apuntó, por puro disfrute, a una academia de dibujo. El otro elemento decisivo que contribuyó a materializar su verdadera vocación fue la visita al estudio de un arquitecto amigo de la familia. “Me entró el gusanillo. Siempre me había gustado la arquitectura, pero nunca me lo había planteado como posibilidad. Hablé con mis padres y con mi abuelo, que en ese momento era presidente de Metrovacesa, la constructora del Bilbao Vizcaya. Me dijo que ni se me ocurriera estudiar Arquitectura, que si estaba loco, que lo que tenía que hacer era Derecho y Económicas, por ese orden. Mi abuelo ya estaba bastante mayor, y aunque siempre tuvo una gran visión, conmigo no acertó. (Risas). Evidentemente, me matriculé en Arquitectura”.

placeholder Nacho García de Vinuesa, genio y figura. (F. Z.)
Nacho García de Vinuesa, genio y figura. (F. Z.)

Nuestro protagonista estaba llamado a escribir grandes páginas en la historia del interiorismo español, segunda profesión que derivó de forma natural de la primera. Su etapa dorada —en la que una gran mayoría de los restaurantes, tiendas y espacios públicos de moda estaban firmados por él— se extendió entre mediados de los noventa y los primeros tres lustros de este siglo. En definitiva: veinte años gloriosos que han servido para alumbrar más de mil proyectos.

Hasta que algo cambió radicalmente dentro de su cabeza y decidió echarse a un lado. Maestro de los actuales maestros del interiorismo español, referente de referentes, nos reencontramos con él en una cafetería de la calle Serrano para dar forma a una entrevista pendiente desde hace muchos años.

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placeholder Restaurante Calle Dragones, Bogotá, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Restaurante Calle Dragones, Bogotá, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

PREGUNTA. ¿Y qué tal se te dio la carrera?
RESPUESTA. Pues muy bien, la verdad. Me apunté a la CEU San Pablo por si acaso, aunque llegué con una media académica de 9,95. La leyenda sostiene que la gente con dinero matricula allí a sus hijos con notas bajas; en otras palabras, me convertí en la estrella de la universidad. (Risas). La media para terminar arquitectura estaba en nueve años y medio; yo la terminé en seis. Fui el arquitecto más joven del momento. Empecé construyendo casas; lo del interiorismo ni se me había pasado por la cabeza.

P. ¿Cómo se materializa tu primer proyecto como interiorista?
R. Al conocer a Emilio Carcur, de Thai Garden, a través de una amiga que había trabajado para él en Bomarzo, un restaurante previo. Ese fue mi primer encargo, dar forma al sueño de Carcur y crear Thai Garden. Emilio es chileno, venía de Londres y decidió montar en Madrid el primer restaurante tailandés de España, algo totalmente novedoso y rompedor. El proyecto era fascinante y salió muy bien; un auténtico lujo. En ese momento yo trabajaba con un socio, Juan Sobrino, que acababa de terminar su carrera en Estados Unidos. Despegamos en 1996 con Thai Garden y a partir de ahí nos empezaron a contratar para hacer todo tipo de restaurantes, hoteles y viviendas.

“No entiendo la presente moda de diseñar mediante renders, eso no es diseñar”

P. ¿Te sientes más arquitecto o interiorista?
R. Las dos cosas. La formación de arquitecto te permite acometer los proyectos decorativos de forma diferente. Para mí, hacer un plano es fundamental. No entiendo la presente moda de diseñar mediante renders —imágenes digitales generadas por ordenador que representan cómo se verá un edificio o espacio una vez construido—, eso no es diseñar. Yo siempre hago mis propios planos dibujándolos a mano.

Cuando empecé con el interiorismo, mis padres me decían que eso de decorar era cosa de niñas. Para mí, sin embargo, era una pieza más del encargo; nosotros lo hacíamos todo, hasta la imagen corporativa. Me parecía vital llegar hasta el final del proceso, no como los arquitectos que hacían un restaurante y luego encargaban la decoración del baño de señoras a, por ejemplo, Gastón y Daniela.

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placeholder Restaurante Casa Lola, Cartagena de Indias, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Restaurante Casa Lola, Cartagena de Indias, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

P. ¿Cómo funciona tu cabeza?
R. Soy demasiado responsable. Me entrego completamente a casa proyecto, le dedico todo mi tiempo y no me relajo hasta que está terminado. He trabajado muchísimo, como un bestia. No sé si seré el más brillante, pero sí sé que soy el más constante. Creo que el éxito es más una cuestión de trabajo que de talento. Nuestra profesión es maravillosa; yo podía trabajar veinte horas al día sin problema, lo que, evidentemente, me pasó factura a nivel personal con mis parejas. Me obsesionaba con mis metas, pero no me arrepiento.

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“Trabajaba veinte horas al día, lo que, evidentemente, me pasó factura a nivel personal”

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placeholder Restaurante Salvaje Barcelona por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Restaurante Salvaje Barcelona por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

P. Tras veinte años de brillo absoluto firmando restaurantes, hoteles y viviendas con mucho ‘efecto wow’, aquí y en el extranjero, decides parar. ¿Qué cambió?
R. En 2013, me dio una apendicitis que derivó en peritonitis, y eso me hizo ver que no podía seguir con la vida que llevaba. La adoraba, pero me estaba matando. Tenía oficinas en Madrid, Miami, Panamá y Cartagena de Indias. Una semana en cada ciudad. La peritonitis me tuvo un mes aparcado y sin hablar con nadie de la oficina, y eso me hizo reflexionar.

La historia con mi pareja de entonces estaba acabando y conocí al que hoy es mi marido. Me di cuenta de que no necesitaba el éxito para nada. Pasé de aparecer cuarenta veces al mes en los medios a no querer figurar más, solo necesitaba tranquilidad. El proceso de cierre de los cuatro estudios me llevó más de tres años.

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placeholder Restaurante Salvaje Miami por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Restaurante Salvaje Miami por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

P. Háblame de esos dos o tres proyectos que guardas con especial cariño en el corazón.
R. Sin duda, Thai Garden, el primero, el restaurante con Emilio Carcur que, por cierto, está buscando espacio en Madrid para recuperar el concepto original y me ha pedido que se lo haga, y sí, me voy a implicar.

Otro fue el NH Mirasierra, un hotel de 200 habitaciones que hicimos entero, de arriba abajo. Estuve hace poco en él y sigue igual de atractivo que en 2002, cuando se inauguró, lo que hace que sienta muy orgulloso.

El tercer proyecto sería la cadena de restaurantes Salvaje, que empezó como algo muy pequeño y hoy es una marca internacional con más de cuarenta locales en todo el mundo. Al principio formé parte de la sociedad, luego me salí. Mi trabajo consistió en hacer diez restaurantes. El primer Salvaje oficial fue el de Panamá; a partir de este, la marca, como dicen ahora, se viralizó. El último que diseñé fue el de Bali, para mil personas, una locura que justo están terminando ahora.

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placeholder Restaurante Candé, Cartagena de Indias, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Restaurante Candé, Cartagena de Indias, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

P. Tu residencia principal está en Cartagena de Indias. ¿Cómo es tu vida ahora?
R. Viajo mucho, pero por placer. Hacemos viajes largos, de meses. Nos alquilamos un apartamento y vivimos allí. Además, sigo trabajando, pero de una manera que me permite hacerlo desde cualquier lugar. Tengo dos hoteles: uno en Panamá y otro en Cartagena.

El de Cartagena, Casa Lola, lo abrí en 2010. Me había comprado una casa enorme que reformé como mi vivienda, pero enseguida me di cuenta de que era demasiado grande. Acondicioné diez habitaciones y la convertí en un hotelito tipo bed and breakfast que, con el tiempo, se fue profesionalizando. Viví allí hasta 2019, hasta que el hotel me echó de mi propia casa y tuve mudarme. (Risas).

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placeholder Restaurante Candé, Cartagena de Indias, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Restaurante Candé, Cartagena de Indias, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

El de Panamá se llama Casa Panamá. Lo tengo con varios socios y no estoy tan implicado en la gestión. Funciona muy bien. Estos socios lo fueron también en Salvaje y a veces me piden cosas pequeñas, como decorar sus casas, encargos que asumo desde el cariño.

“La verdad es que no me aburro, puedo estar perfectamente una semana sin abrir el correo. Trabajo cuando quiero”

También abrí hace cinco años un restaurante que se llama Doña Lola, que es todo un referente en Cartagena y siempre está lleno.

Cuento con unos gerentes estupendos que se encargan del día a día, yo solo tomo las decisiones complicadas. (Risas). La verdad es que no me aburro, puedo estar perfectamente una semana sin abrir el correo. Trabajo cuando quiero.

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placeholder Hotel Room Mate Waldorf Towers, Miami, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Hotel Room Mate Waldorf Towers, Miami, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

P. ¿Qué opinión te merece el interiorismo actual?
R. No estoy muy conectado, pero sí sigo yendo a ferias. Me encanta. Acabo de estar en la de Milán. Antes iba con un enfoque laboral agotador. Ahora las veo con otros ojos. Es como cuando vengo a Madrid de vacaciones: me lo paso bomba. Antes venía a apagar fuegos y odiaba Madrid. Era mi semana mala del mes.

P. ¿Quién te llama la atención hoy?
R. Los trabajos de Lázaro Rosa-Violán me parecen admirables. Curiosamente, lo conocí en una fiesta en mi casa hace muchos años. Yo estaba en la cima y él empezaba. Lázaro es mayor que yo, pero, por entonces, aún no había hecho mucho. Me dijo que quería meterse en esto y le di buenos consejos. Lo hablamos muchos años después. Él me lo recordó. Me hizo mucha gracia. Y la verdad es que ahora, a nivel mundial, no se puede hablar de un único número uno porque hay mucha gente buena, pero él ha puesto el pabellón español en un nivel altísimo.

También admiro muchísimo a Lorenzo Castillo. Es totalmente diferente a Lázaro, pero, como él, todo lo que hace es increíblemente bueno.

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placeholder Restaurante Love is Blind, Miami, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)
Restaurante Love is Blind, Miami, por Nacho García de Vinuesa. (Cortesía)

P. ¿Qué le dices a los jóvenes lázaros y lorenzos que están empezando?
R. Que lo fundamental es la formación. Hay que formarse en sitio serios y profesionales. Hay que escoger bien la escuela.

Segundo, que dediquen el mayor tiempo posible a la profesión. Es tan bonita que lo impregna todo. No creo que haya un diseñador —de interiores, moda o de lo que sea— que no viva el diseño desde la pasión. Sin pasión nunca llegarás a ser un buen profesional.

“Hay que tener estilo propio, hay que inventarse nuevos caminos”

Y, por último, que huyan de la homogeneidad imperante, todo se parece a todo, todo viene de internet, hay calles de todo el mundo que son aterradoramente clónicas: mismos escaparates, mismos restaurantes, mismos hoteles… Hay que tener estilo propio, hay que inventarse nuevos caminos.

P. Si pudieras volver a nacer y elegir, ¿volverías a ser Nacho García de Vinuesa?
R. Sí, totalmente. Lo tengo clarísimo.

Nacho García de Vinuesa (Madrid, 1967) creció descubriendo las maravillas del mundo gracias a unos padres especialmente enamorados del arte de viajar. Fue un niño muy listo y aplicado que sacaba unas notas estupendas. Desde que tiene uso de razón, se recuerda en la esquina de una habitación, de un restaurante o de un museo reimaginando el espacio y disponiéndolo todo según su propio criterio, creando nuevos órdenes perfectos.

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