El 'divorcio' empresarial de Carmen Martínez-Bordiú y sus hermanos
La nieta de Francisco Franco decidió marcharse del país tras morir su madre e instalarse en Portugal, donde vive feliz en una casa cerca de Sintra
"Solo pido que todo el mundo se olvide de mí. He querido desaparecer totalmente de los medios y vivir esta etapa de mi vida como lo quiero hacer". Carmen Martínez-Bordiú pidió hace tiempo en la revista '¡Hola!' que la dejaran en paz, un propósito que parece haber conseguido. Cuando un periodista la llama, por ejemplo para este artículo, ella atiende amable. "Gracias, pero ya sabe que no quiero saber nada". El mismo verano en que firmó la herencia de su madre, decidió también cerrar una etapa de su vida, empaquetar sus recuerdos de Madrid y dejar de nutrir la escaleta de los programas del corazón. Se mudó a una casa cerca de Sintra donde puede disfrutar de las vistas del Atlántico y vive alejada de los eventos sociales. Ahora, ha certificado aún más esa separación de España y de su familia, al salir de la empresa familiar con la que los nietos de Franco controlaban el legado de su madre.
Carmen Franco Polo, su madre, falleció a finales del año 2017. Unos meses después, en verano de 2018, sus hijos, los siete nietos de Francisco Franco, formalizaron legalmente las últimas voluntades de su madre. La herencia se adjudicó sin mayores problemas porque se respetó de forma precisa el testamento de la hija del dictador, que lo legó todo a partes iguales. Aquel verano, los nietos de Franco recibieron principalmente propiedades inmobiliarias y empresas, la mayor parte en régimen de proindiviso (es decir, sin repartir), además de dinero en cuentas, joyas y otros fondos. El grueso de las propiedades se encuentra en Galicia y en Madrid, aunque también hay algo en Jaén, Estepona o Granada. Había varias 'joyas' dentro del legado, como el edificio de la calle Hermanos Bécquer de la capital o el pazo de Meirás, que tantos quebraderos de cabeza les dio posteriormente.
La única propiedad que tenía Carmen Martínez-Bordiú a su nombre en España era una coqueta casa rural en Cantabria de la que se deshizo hace un año (su finca de Cazalla de la Sierra, Los Camochos, es propiedad de una empresa panameña, Triana Enterprises SA). El dato es significativo teniendo en cuenta el nivel económico de la familia de la que procede. Y el hecho de que, durante años, Carmen también supo rentabilizar su fama económicamente hablando. La nietísima pasó décadas vendiendo informaciones exclusivas a las revistas sobre sus avatares personales y los de sus allegados. Rizando el rizo de sí misma, Carmen llegó a participar en formatos tan inverosímiles para la nieta de un dictador como '¡Mira quién baila!'.
Ni siquiera cuando se exhumaron los restos de su abuelo en otoño de 2019 quiso hablar, aunque tuvo ofertas muy serias sobre la mesa. Aquellos días, la duquesa de Franco pasó por España como un fantasma. Recién aterrizada de Burdeos, donde su hija Cynthia acababa de dar a luz a su segundo hijo, a Carmen le dio tiempo a llegar al Valle de los Caídos casi por los pelos. Después de todo el ceremonial, la nietísima se reunió con el resto de la familia en Hermanos Bécquer y pocas horas después ya estaba fuera de España de nuevo.
Martínez-Bordiú sufraga su nuevo estilo de vida gracias a las rentas. La mayor parte de los bienes inmobiliarios de la familia se gestionan a través de la empresa Fiolasa, que heredaron los siete nietos de Franco. Desde enero de 2018, José Cristóbal Martínez-Bordiú es el presidente de la entidad, de la que son consejeros el resto de los hermanos: Carmen, Merry, Francisco, Mariola, Jaime y Arancha.
Fiolasa, que en vida de Carmen Franco gestionó temporalmente Luis Alfonso de Borbón, tiene un patrimonio en inmuebles de más de 16 millones de euros. En el año 2019, cerró con unos beneficios después de impuestos de 1.807.000 euros, muy superiores a los del año anterior, cuando obtuvo 'solo' 324.500 euros. La razón de este 'pelotazo', según el informe de cuentas, se encuentra en que la familia vendió su participación en dos aparcamientos de la capital.
Además, la sociedad repartió en 2019 un dividendo extraordinario de 3.300.000 de euros que fueron a parar a su matriz, Sargo Consulting, poseedora del 100% de Fiolasa. Hasta hace unos días, Sargo seguía el mismo esquema corporativo: en este caso, la presidenta era Arancha y sus hermanos, los consejeros. Pero el pasado 26 de mayo se publicó oficialmente el cese como consejera de Carmen, lo que rompe el equilibrio que hasta ahora reinaba entre los hermanos tras recibir su legado.
Paralelamente, se ha llevado a cabo una reducción del capital social de 538.917 euros (el capital se sitúa ahora en 9.530.023 euros). No es la única reducción de capital que se ha llevado a cabo en esta sociedad. En octubre de 2019 se redujo en 462.595 participaciones sociales, a un coste unitario de 5,67 euros por participación, lo que en líquido implicó 2.625.007 de euros. También en septiembre de 2018 se formalizó otra reducción de capital por 677.798 participaciones (3.800.000 euros en 'cash').
Los hermanos Martínez-Bordiú Franco (o Franco Martínez-Bordiú, en el caso de Francis) controlan a través de Sargo Consulting el 16,56% de otra sociedad limitada, Arroyo de La Moraleja, que es propietaria de lo que les queda de la fabulosa Valdefuentes. En todas las crónicas sobre la fortuna de los Franco se hace referencia a esta finca agraria y ganadera que el propio dictador explotó como empresa en Arroyomolinos (Madrid). Un tercio de los cerca de diez millones de metros cuadrados de Valdefuentes, comprada en 1954, se recalificaron en 2001 convirtiéndose en el negocio más lucrativo de cuantos ha emprendido la familia del dictador. Hoy, en esos metros que pasaron de rústicos a edificables hay construidas casi 3.000 viviendas, tres polígonos industriales y un 'pequeño' centro comercial: el Xanadú.
Lo que queda está en manos de Arroyo de La Moraleja SL, que ahora gestionan los bisnietos del dictador. Cuenta con un activo superior a los ocho millones de euros y en el ejercicio 2019 obtuvo unos beneficios de 44.000 euros.
Por lo demás, es difícil 'olvidar' a Carmen Martínez-Bordiú, como ella pide. La familia Franco protagoniza titulares día sí día también a cuenta de los frentes que mantiene abiertos con el Estado, como la biblioteca y resto de enseres del pazo de Meirás, el nuevo pulso que podrían librar por la Casa Cornide, o la intención de anular los títulos nobiliarios asociados al dictador, algo que acabaría con el ducado de Franco que ostenta Carmen Martínez-Bordiú. La 'falta de cariño' de su país natal es una de las razones que Carmen esgrimió cuando decidió mudarse a Portugal en 2018. Otro motivo no menos atractivo es la ventajosa política fiscal del país luso.
"Solo pido que todo el mundo se olvide de mí. He querido desaparecer totalmente de los medios y vivir esta etapa de mi vida como lo quiero hacer". Carmen Martínez-Bordiú pidió hace tiempo en la revista '¡Hola!' que la dejaran en paz, un propósito que parece haber conseguido. Cuando un periodista la llama, por ejemplo para este artículo, ella atiende amable. "Gracias, pero ya sabe que no quiero saber nada". El mismo verano en que firmó la herencia de su madre, decidió también cerrar una etapa de su vida, empaquetar sus recuerdos de Madrid y dejar de nutrir la escaleta de los programas del corazón. Se mudó a una casa cerca de Sintra donde puede disfrutar de las vistas del Atlántico y vive alejada de los eventos sociales. Ahora, ha certificado aún más esa separación de España y de su familia, al salir de la empresa familiar con la que los nietos de Franco controlaban el legado de su madre.