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Eva y Cayetano: de mujeres con carácter y guapos con cuello vuelto
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OPINIÓN

Eva y Cayetano: de mujeres con carácter y guapos con cuello vuelto

Me enamora Eva porque la imagino quitándose de en medio a los pesados que se acercan a ella con intereses varios pero metiéndola en la cajita de guapa con escasa actividad cerebral

Foto: Eva y Cayetano. (Ilustración de Jate)
Eva y Cayetano. (Ilustración de Jate)

A veces fantaseo con la idea de encontrarme un día con Eva González. Me imagino a mí misma con el coraje del que carezco en el cara a cara y que desparramo en un folio como este. Me veo diciéndole cosas por las que imagino que pediría de inmediato una orden de alejamiento. Por ejemplo, que comparte con Remedios Cervantes el título de la Miss España más guapa que ha dado este país. Que compartimos un montón de cosas, como sabernos de memoria el repertorio de Alejandro Sanz, o que se nos escapen las lágrimas por la cosa más tonta, o un padre llamado Manuel.

Le diría que es una mujer que ha roto con muchos prejuicios. Una miss que sabe presentar programas y desfilar por la pasarela mejor que otras personas que jamás han posado con dignidad con un atuendo formado por bañador, banda y corona. Le diría que es una mujer a la que siempre he visto trabajar, dejar a tiempo a Iker Casillas para no tener que defenderle en esa crisis inquietante que ahora atraviesa. También casarse con un hombre que pertenece al selecto club de escogidos a los que les queda bien un jersey de cuello vuelto. Decidir que será él con quien tengas un hijo, al que perdones lo que la vida te ponga por delante. Decidir también que hasta aquí hemos llegado.

Foto: Eva González y Cayetano Rivera, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

También le diría, antes de que llegaran los de seguridad del sitio en el que coincidiéramos y me invitaran a abandonar el local, que solo mujeres como ella salen indemnes de frases como la que dijo un día de 2008: “Ni sufro ataques de ansiedad ni se me aparecen los Simpson”.

Por eso todo lo que tú hagas, Eva González Fernández, hija de Encarnación y Manuel, estará bien hecho.

Me gusta Eva porque hay causas a las que una se aferra de manera desmedida por el tamaño de los enemigos. Me encanta Eva porque siempre recuerdan que “¡tiene un carácter!”. Críticas de este calibre siempre vienen dadas por personas que consideran que las mujeres siempre deben estar con esa actitud de ver, oír y callar, porque así han funcionado siempre las relaciones sentimentales y así deben seguir hasta el fin de los tiempos.

placeholder Eva González y Cayetano, en una imagen de archivo. (Getty)
Eva González y Cayetano, en una imagen de archivo. (Getty)

Y no contentos con eso, los imagino diciendo en voz muy baja que esta muchacha, con apellidos tan de andar por casa, tan de Mairena del Alcor, debería haber tenido en cuenta que no todos los días se lleva una al altar a un príncipe así, tan Ordóñez, tan torero, tan con su licenciatura universitaria incluso, tan modelo de Armani.

Me enamora Eva porque la imagino quitándose de en medio a los pesados que se acercan a ella con intereses varios pero metiéndola en la cajita de guapa con escasa actividad cerebral. Me la imagino enamorada hasta las trancas, haciendo de tripas corazón, diciendo que todo irá bien. Pero es que nadie está libre de convertirse en un quebradero de cabeza. Ni siquiera los guapos.

Y mi memoria, siempre presta a los detalles inútiles, o quizá no tanto, recuerda a otra mujerona, de nombre Blanca Romero, y primera esposa de Cayetano Rivera. La recuerda siendo actriz, y luego rapándose la cabeza y diciendo que quería ser cantante y hacerse llamar La Perra. La recuerdo cuando se divorció de él insinuando que acabó hartita del señor de cuerpo cincelado para el cuello vuelto. Que se cansó de verlo jugando a la consola. Otra que “¡tiene un carácter!”.

“Tú no sabes de la que te has librado y él no sabe lo que se ha perdido”, me dijo mi padre ante un mal de amores. Por si te sirve, Eva. Recuerda que también se llamaba Manuel.

A veces fantaseo con la idea de encontrarme un día con Eva González. Me imagino a mí misma con el coraje del que carezco en el cara a cara y que desparramo en un folio como este. Me veo diciéndole cosas por las que imagino que pediría de inmediato una orden de alejamiento. Por ejemplo, que comparte con Remedios Cervantes el título de la Miss España más guapa que ha dado este país. Que compartimos un montón de cosas, como sabernos de memoria el repertorio de Alejandro Sanz, o que se nos escapen las lágrimas por la cosa más tonta, o un padre llamado Manuel.

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