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Norma Duval, vedete de rechupete
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OPINIÓN

Norma Duval, vedete de rechupete

La que cantaba que los hombres no dejaban de ofrecerle yates, cruceros por el Caribe, perfumes, joyas y pieles, pero que ella lo que quería era irse a París porque es la cuna del champán

Foto: Norma Duval. (Ilustración: Jate)
Norma Duval. (Ilustración: Jate)

Purificación Beltrán no es una mujer cualquiera, no somos nosotras. Es Norma Duval. La que cantaba que los hombres no dejaban de ofrecerle yates, cruceros por el Caribe, perfumes, joyas y pieles, pero que ella lo que quería era irse a París porque es la cuna del champán. Todo esto vestida de rojo, lacada hasta las trancas y con unos bailarines vestidos con una especie de traje de raso blanco que no paraban de dar saltos.

Y ella, mientras decía “Dame París”, se hacía la remolona. Riéndose de todos esos que aspiraban a llevarla al catre con obsequios cuando ella lo que quería era una copa en la Ciudad de la Luz porque en el fondo es una romanticona. “Se preguntan por qué soy así”, susurraba altiva dirigiéndose a los aspirantes y a las que somos incapaces de mantener un minuto de misterio.

Antes de que saquen sus propias conjeturas: me sé la canción y la coreografía y la tarareo más de lo debido. ¿Ven mi incapacidad para hacerme la interesante?

placeholder Norma Duval, en una imagen de archivo. (Getty)
Norma Duval, en una imagen de archivo. (Getty)

Justo todo lo contrario que Norma, que acaba de casarse por tercera vez. No es una boda al uso. Lo ha hecho ante un notario en Gstaad (Suiza), el lugar donde residirá de ahora en adelante porque dice que su hogar está donde está su marido. Esto lo decía también Elvira Lindo de Antonio Muñoz Molina, no vayan a creerse que la Duval está sometida ni es una antigua. Gstaad es un sitio en el que nunca he estado, pero que siempre identifico con mujeres que me interesan, como Joan Collins, Ivanna Trump y Zsa Zsa Gabor.

Tres bodas tres

La Duval ha hecho siempre buenas bodas. Primero con el croata Marc Ostarcevic cuando el exjugador de baloncesto y ella formaban una pareja ardiente y crujiente. Tuvieron tres hijos de nombres imposibles. Posaban en la casa de Mallorca y ella demostraba que la perfección existe. Que está la Norma esposa, la madre amorosa, la vedete de rechupete, la empresaria de éxito. La mujer generosa que ejerció de madre con sus sobrinas tras el fallecimiento de su hermana Carla y a las que nunca soltó la mano.

Sentó siempre un precedente insoportable. El de la mujer capaz de seducir y dejarse seducir, capaz de manejar sus cuentas y a sus bailarines. El de la mujer incapaz de salir a la calle sin dejarse medio eyeliner en los ojos. Norma no sabe ser 'minimal'. Norma no debe ser 'minimal'.

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Se separó de él y probó suerte con el empresario José Frade. Fue aquella una época con ciertas sombras, emparejada a un hombre con dinero, el pelo teñido sin demasiada suerte y que ha debido sonreír unas tres veces en su esperamos provechosa vida. Recuerdo a Adriana, la exesposa, yendo a la tele a poner a caldo a Norma por lo que mi madre denominaría “ser una lagarta”. También argumentaba que el divorcio la había convertido en una persona vulnerable porque solo el servicio y el mantenimiento del jardín de la mansión familiar le suponían una buena lana. En casa de padres, esto nos generó un debate encendido que continuó durante algunos días.

placeholder Norma Duval, junto a Matthias Kühn. (EFE/Víctor Lerena)
Norma Duval, junto a Matthias Kühn. (EFE/Víctor Lerena)

Me encanta Norma y por eso me da rabia que no hablemos de ella como “nuestra vedete más internacional”. Es una mujer recién casada con el que ha sido su pareja durante trece años. Se ha vestido de blanco y se ha puesto unas pieles del mismo color, unas joyas de caerte de espaldas. Se ha maquillado como solo saben las que llevan años de oficio. El pelo rubísimo del mismo tono que su consorte, las piernas infinitas, zapatos con cierre de pulsera al tobillo nada recomendables para las bajitas de gemelo generoso. Consejo de amiga.

A Suiza no han podido viajar sus hijos, pero se ha llevado a dos testigos. Ella ofició su boda con Frade y hoy son tan íntimas amigas que se han pintado igual de grueso el trazo de raya de los ojos. Él lleva un traje de pantalón pitillo, 'slim fit' o como demonios se llame, que debería estar tipificado en el Código Penal. Una plaga tan extendida que también ha caído en ella Pedro Sánchez. Intuimos que son dos buenas personas solo por el mero hecho de que sean de máxima confianza para la Duval.

En la impresionante galería de fotos de '¡Hola!', Norma sale con pieles y sin ellas, con un vestido tan ajustado y a la vez tan regio que no hay cuerpo salvo el suyo que lo defienda. Se sube a una calesa con su hombre, un gorro de visón y un golden retriever. Abraza por la espalda al maromo, se deja coger por la cintura. Salen ambos vestidos de esquí. Pero lejos de idioteces, Norma hace declaraciones tan rotundas como ella: “He firmado un contrato prematrimonial, por supuesto. Todo es correcto. Cada uno tiene su patrimonio, sus respectivos hijos… somos personas maduras ya”. Aunque ella, más que madura, es eterna.

placeholder Portada de la revista '¡Hola!'.
Portada de la revista '¡Hola!'.

Y por si asoman los rumores, no da la callada por respuesta: “No me voy a escaquear de Hacienda porque voy a hacer mis declaraciones como no residente y pagaré en España para no tener problemas”. Esto, dicho desde la mismísima Suiza, me parece la mejor campaña posible para la Agencia Tributaria.

Merece todo lo bueno. Se vacunó contra el covid en el Zendal vestida como iría yo a un estreno en el Teatro Real. Participó en el programa 'Mask Singer' porque para sentido del humor, el suyo. Porque para vestirse ante el público, para ella siempre más es más.

Y porque solo ella es capaz de cantar y defender ahora aquel arranque de 'Big Spender' en el que decía con la pierna encima de una silla y con un mono dorado de lentejuelas: “Estamos aquí tú y yo, por si quieres derrochar un ratito de amor del bueno sin freno”.

Esa también me la sé.

Purificación Beltrán no es una mujer cualquiera, no somos nosotras. Es Norma Duval. La que cantaba que los hombres no dejaban de ofrecerle yates, cruceros por el Caribe, perfumes, joyas y pieles, pero que ella lo que quería era irse a París porque es la cuna del champán. Todo esto vestida de rojo, lacada hasta las trancas y con unos bailarines vestidos con una especie de traje de raso blanco que no paraban de dar saltos.

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