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Así se vive una noche de redada en Lula (el club de Onieva), que está en el ojo de la policía
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UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE

Así se vive una noche de redada en Lula (el club de Onieva), que está en el ojo de la policía

Contamos cómo se vivió desde dentro la intervención de las fuerzas del orden en el local del que es socio el novio de Tamara Falcó. No es la primera vez que les visita la policía

Foto: Tamara Falcó e Iñigo Onieva, antes de su ruptura. (Instagram/@ionieva)
Tamara Falcó e Iñigo Onieva, antes de su ruptura. (Instagram/@ionieva)

Sonríe, es momento de bailar. ¿Quién no puede llegar a pensar en vivir una noche irrepetible bajo el efecto provocado por este eslogan? En poco más de un año, Lula Club se ha convertido en una de las discotecas de moda más deseadas de la capital. Su ubicación en el número 54 de la Gran Vía madrileña, su ambiente y su exclusiva clientela han hecho de ella la continua comparación con el mítico Studio 54 de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, el local del que es socio minoritario Iñigo Onieva, pareja de Tamara Falcó, y que toda la gente 'cool' quiere visitar, lleva varios meses ofreciendo recuerdos no deseados a algunos de sus clientes, debido a que está bajo el ojo de la Policía Nacional.

Foto: Tamara Falcó, en 'El hormiguero'. (Instagram/@elhormiguero)

El pasado viernes 10 de febrero, pasadas las 2 de la madrugada -más concretamente, en torno a las 2:10-, el techno-dance que numerosas personas disfrutaban en la pista dejaba de sonar repentinamente para dar paso a una escena digna de película. Un total de 40 agentes de las fuerzas de seguridad del Estado irrumpieron en el club enfundados en uniformes antidisturbios, pertrechados por escudos y cascos de protección. En ese instante se dio paso a una noche irrepetible, que los presentes preferirían no haber vivido.

“Lógicamente, en un inicio hubo gritos. Ninguno éramos conscientes de lo que estaba pasando, tampoco nos dieron ninguna explicación. Simplemente, nos apilaron en el medio de la pista con la música apagada y la luz encendida. Yo, ante tanto despegue, quise preguntar a la policía si había pasado algo grave, pero no se nos quiso dar una respuesta”, nos relata uno de los allí presentes.

Foto: Iñigo Onieva, cuando aún hacía alfombras rojas. (Gtres)

Aunque pudieran intuirlo, los clientes del local más ‘fashion’ estaban protagonizando una macrorredada en directo por la sospecha de tenencia de drogas y armas blancas. “Tras invadir el escenario y realizar un cordón policial en forma de círculo, empezaron a hacer controles aleatorios de posesión de estupefacientes y estuvieron registrando el local entero. Pidieron la documentación y hasta miraron los extintores. Ahí empezaron a vivirse momentos de tensión con los responsables de la discoteca, porque parecían sentirse insultados”, explican a Vanitatis algunos damnificados.

A pesar de que el motivo parecía obvio, las teorías comenzaron a dispararse entre los allí presentes. “Nunca habíamos visto algo así, nos parecía exagerado. Incluso hablamos de que quizás estaban buscando a un narcotraficante o a alguien peligroso, lo cual nos hacía sentirnos aún más desprotegidos. En estas situaciones parece que te pones en lo peor… ¿Quién nos iba a garantizar que viendo lo que estábamos viendo no se produciría, por ejemplo, un tiroteo?”, se preguntan.

Un par de horas más tarde, la tranquilidad regresó a la vida de los asistentes al terminar la intervención. Sin embargo, aunque la música continuó a partir de las 4:30, incluso con agentes de la policía vigilando dentro del establecimiento, muchos de los presentes decidieron abandonar el sitio no solo por el susto o el cansancio, sino también por el descontento con la gestión por parte del Lula Club.

El local no pidió disculpas, ni nada. Tampoco se atrevieron a darnos una razón o a ofrecernos el reembolso de la entrada que habíamos pagado, que, precisamente, no es para nada barata”, argumentan los presentes (entrar un día normal cuesta 40 euros por persona). Por ello, desde Vanitatis hemos intentado contactar con los responsables de comunicación e imagen del club, aunque no hemos obtenido ningún tipo de respuesta a lo largo de toda la semana.

placeholder Iñigo Onieva y Tamara Falcó, ayer en el desfile de Pedro del Hierro. (EFE)
Iñigo Onieva y Tamara Falcó, ayer en el desfile de Pedro del Hierro. (EFE)

Aunque, según confirmaba Tamara Falcó en la tarde de ayer durante su asistencia al desfile de Pedro del Hierro, “Iñigo dejó su trabajo, porque él mismo vio que no le llevaba a ninguna parte”, su posición de socio minoritario, que ya no de director de imagen y relaciones públicas de la discoteca, ha propulsado la repercusión de la noticia.

Por otro lado, lo que pocos conocen es que esta no es la primera intervención policial a la que Lula Club se ha sometido en los últimos meses. Según ha podido conocer Vanitatis a través de fuentes solventes, el pasado 22 de octubre de 2022, el local se enfrentó a una situación de características similares, pero de menor duración.

A pesar de que las principales teorías apuntan a que simplemente se trata de uno de los múltiples dispositivos de vigilancia que se están implementando en los locales de ocio de la capital durante los últimos meses, fuentes jurídicas cercanas al caso nos apuntan que la insistencia en hacer varias redadas podría esconder otros motivos detrás, como podría ser la acumulación de denuncias anónimas o los chivatazos de actividades ilegales a la Comisaría del Distrito Centro de Madrid.

Las redadas únicamente pueden realizarse si hay indicios de delito y con permiso de un juez. Si el protocolo no se efectúa de tal manera, los agentes podrían enfrentarse a condenas por prevaricación, tal y como ya pasó en sus entradas en las fiestas celebradas en las casas durante el confinamiento”, nos explica un abogado.

placeholder Coche de la Policía Nacional en una imagen de archivo. (EFE)
Coche de la Policía Nacional en una imagen de archivo. (EFE)

Más allá de las últimas intervenciones policiales, que velan por la seguridad y el bienestar ciudadado, Lula Club no presenta ninguna anomalía administrativa. Pero es obvio que el local del que Iñigo Onieva es socio minoritario se encuentra últimamente bajo la lupa de las fuerzas de seguridad del Estado.

Sonríe, es momento de bailar. ¿Quién no puede llegar a pensar en vivir una noche irrepetible bajo el efecto provocado por este eslogan? En poco más de un año, Lula Club se ha convertido en una de las discotecas de moda más deseadas de la capital. Su ubicación en el número 54 de la Gran Vía madrileña, su ambiente y su exclusiva clientela han hecho de ella la continua comparación con el mítico Studio 54 de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, el local del que es socio minoritario Iñigo Onieva, pareja de Tamara Falcó, y que toda la gente 'cool' quiere visitar, lleva varios meses ofreciendo recuerdos no deseados a algunos de sus clientes, debido a que está bajo el ojo de la Policía Nacional.

Tamara Falcó
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