La complicada vida laboral de Nieves Álvarez

Nieves Álvarez es una mujer multidisciplinar, que lo mismo se convierte en imagen de una marca de barra de labios que posa con diseños de Alta Costura o se codea con tops internacionales; y todo esto intentando, como miles de mujeres, la conciliación familiar.  Su buena imagen pública no siempre concuerda con su estado de ánimo y por eso le molesta que haya gente que la califique de frívola por ser fija en las fiestas de sociedad relacionadas con la moda.

“Y no entienden que forma parte de mi trabajo. Después de una sesión de fotos de un día completo lo que quiero es marcharme a casa, darme un baño, relajarme, estar con mis hijos y no colocarme el tacón, la pestaña y volver tarde para tener que madrugar al día siguiente y llevar los niños al colegio. Me gusta hacerlo, pero hay veces que me siento muy agobiada, porque tengo la sensación de no llegar. Y eso que Marco Severini [su marido] se implica totalmente, y además tengo una ayuda extra que con mi madre”, contaba la modelo en la reunión festiva que Carmen Valiño organizó en la tienda que la firma italiana Ermanno Scervino tiene en Madrid. 

Aunque lo que de verdad le fastidia es que la gente dude de su trabajo como diseñadora de ropa infantil: “Me da mucha rabia porque si solamente fuera imagen de la marca lo diría. Estoy por hacerme fotos con un periódico del día delante para que se vea que voy al taller. Me gusta elegir las telas, los adornos, los botones, ver los patrones, supervisar las fotos… En fin, estar presente en todo el proceso hasta que la prenda está acabada y en la calle”, contaba  mientras la princesa de Orleans, el escultor Demo, Carlos Mundy, la actriz Yolanda Font  y Soleá, hija de Enrique Morente y hermana de Estrella, se colocaban junto al resto de amigos unas pulseritas que permitían a los invitados formar parte de un juego global con derecho a premio.

A Soleá le tocó una inmensa tarta de chocolate, a otros cds, galletas de colores, globos en forma de corazones, cajitas, copas de champán rose… Como siempre la puesta en escena espectacular, gracias a la imaginación y la exquisitez de Carmen Valiño y su equipo, que nunca dejan nada a la improvisación como hacen otros.