Es noticia
Menú
Alfonso XII y la reina María de las Mercedes, un matrimonio por amor con trágico final
  1. Casas Reales
REALEZA ESPAÑOLA

Alfonso XII y la reina María de las Mercedes, un matrimonio por amor con trágico final

La joven reina murió a los meses de la boda, dejando a un atribulado rey triste y meditabundo con la obligación, muy a su pesar, de volver a contraer matrimonio

Foto: Retrato de Alfonso XII y María de las Mercedes.
Retrato de Alfonso XII y María de las Mercedes.

“¿Dónde vas, Alfonso XII, dónde vas, triste de ti? Voy en busca de Mercedes que ayer tarde no la vi”. Cualquier español adulto, digamos de cuarenta años (e incluso menor), al leer estas primeras líneas inevitablemente ha entonado la música que la acompaña porque la historia de amor de Alfonso XII con su esposa María de las Mercedes, quizás gracias a la película protagonizada por Vicente Parra y Paquita Rico en 1959, forma parte de la memoria colectiva cinematográfica española. Por supuesto, su director, Luis César Amadori, adaptó la historia al gusto de lo que un cineasta hace y en dicha adaptación dio lugar a la imaginación. Pero lo que sí es cierto en la cinta es que está basada en un hecho real: el profundo amor mutuo que sintieron ambos monarcas.

A lo largo de la historia (no ahora, por descontando), los reyes siempre se casaron por razones que nada o poco tenían que ver con el amor. De hecho, el amor romántico es una idea muy del, valga la redundancia, romanticismo.

Foto: Los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. (Getty)

Las monarquías tienen desde siempre un objetivo, que es la continuidad dinástica, y para ello el matrimonio y los hijos son una condición 'sine qua non'. Desde que un heredero nacía, se ponía en marcha la maquinaria precisa para buscarle la mejor esposa y esta siempre debía cumplir unos requisitos. En primer lugar, adecuada en estatus para evitar desigualdades y tener matrimonios distintos en rango, origen y sangre.

placeholder Retrato de Alfonso XII, de Joaquín Espalter y Rull, 1876. (Colección de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando)
Retrato de Alfonso XII, de Joaquín Espalter y Rull, 1876. (Colección de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando)

La idea de las telenovelas de que un hombre o mujer de alta alcurnia se case con alguien de una clase social más baja no se contemplaba hasta hace bien poco y los acuerdos matrimoniales se basaban en intereses que nada tenían que ver con el amor. Los novios, en la mayoría de las veces, se conocían pocos días antes de la boda y su misión principal era consumar dicho matrimonio y tener hijos, por lo que el amor ni estaba ni se le esperaba. Lógicamente, el destino hizo, incluso varias veces, que con el tiempo estas parejas se enamoraran y viviesen con armonía, a veces con amor e incluso con pasión desmedida. En la historia de España tenemos algunos ejemplos como el de Juana la Loca con Felipe el Hermoso (aunque el amor fue unidireccional, de ella hacia él y no correspondido). El hijo de ambos, Carlos V, también se enamoró profundamente de su esposa, Isabel de Portugal, quedándose este profundamente apenado una vez enviudó y negándose a casar nuevamente a pesar de su juventud (también es verdad que había heredero garantizado). Otro caso de matrimonio impuesto, pero que resultó maravilloso en términos de enamoramiento fue el de Carlos III con su esposa María Amalia de Sajonia.

Si buceamos en la historia, podríamos encontrar varios casos más. No era lo común, pero tampoco era imposible. Pero si hay un matrimonio que sí se hizo por amor (y porque la candidata era casi perfecta), ese fue el de Alfonso XII con María de las Mercedes. Además, dicha historia cumple un requisito que hace que un pueblo se enamore del romance y este es el desenlace desdichado que tuvo, ya que la joven reina murió a los meses de la boda, dejando a un atribulado rey triste y meditabundo con la obligación, muy a su pesar, de volver a contraer matrimonio, ya que la pobre reina murió sin dar tiempo a una descendencia que le hubiera evitado, quizás, intentar otro matrimonio.

Alfonso XII llegó al mundo el 28 de noviembre de 1857 en el Palacio Real de Madrid siendo hijo de la reina Isabel II y de su marido, el príncipe consorte Francisco de Asís. Rumores aparte sobre la paternidad del heredero, lo cierto es que su nacimiento dio respiro a la reina, que cumplía así con su obligación de dar un heredero (varón) a la corona española. Y decimos respiro porque era ya el séptimo hijo que alumbraba después de tres varones fallecidos, dos niñas que corrieron la misma suerte y una tercera niña que sí llego a edad adulta, pero que por su sexo no era lo que más se apreciaba en una línea de sucesión monárquica.

placeholder Vicente Parra y Paquita Rico como Alfonso XII y María de las Mercedes en la película '¿Dónde vas Alfonso XII?', de 1952. (Pecsa Films)
Vicente Parra y Paquita Rico como Alfonso XII y María de las Mercedes en la película '¿Dónde vas Alfonso XII?', de 1952. (Pecsa Films)

Por lo tanto, Alfonso XII llenó de gozo a la corte, aunque no sabemos si también a su padre por las dudas sobre la paternidad, pero sí resolvió, después de tanta desgracia, la cuestión dinástica. Lógicamente, y como sucede en nuestra monarquía, fue nombrado Príncipe de Asturias (y demás títulos asociados como el de Gerona o de Viana) y, por tanto, heredero al trono.

Exilio y formación

El joven príncipe fue educado por el Duque de Sesto y por el arzobispo de Burgos, este aconsejado por el papa del momento, Pío IX. No andaban las cosas muy tranquilas en la mitad del siglo XIX, ni en Europa ni en España, que sufrió en el año 1868 una revolución conocida como 'La Gloriosa'. La reina Isabel II y su marido con toda su familia se fueron a vivir (por separado, eso sí) a París.

Este hecho, trágico para la familia, tuvo unas maravillosas consecuencias en la formación del joven príncipe, ya que le permitió conocer otros mundos, otra cultura, ni más ni menos que la ilustrada Francia.

Poco les duró la estancia en el país vecino, que también en aquella época estaba con problemas, concretamente la guerra franco-prusiana, hecho que provocó que se marchase la familia primero a Ginebra y después el joven príncipe para continuar con su formación. Volver a España y recuperar el trono no estaba en absoluto descartado.

Lo más reseñable a nivel histórico de este momento de la formación del joven príncipe es cuál fue, y no sería una cuestión baladí. Desde luego, nada que ver con la que había recibido su madre, la reina Isabel. Es muy interesante señalar que el futuro rey recibió una esmerada educación y, sobre todo, internacional dentro de una época, como fue la segunda mitad del siglo XIX, con tantos cambios a nivel filosófico y de pensamiento político.

Isabel tuvo el acierto de elegir para su hijo y heredero a Guillermo Morphy, conde del mismo nombre, como su preceptor. Este era historiador, músico, compositor y pedagogo. Un hombre admirado y respetado que tuvo una buena y gran influencia en la formación de Alfonso, al que se envió a estudiar al Colegio Teresiano de Viena.

placeholder Vicente Parra, como el rey Alfonso XII en la película '¿Dónde vas Alfonso XII?'. (Pecsa Films)
Vicente Parra, como el rey Alfonso XII en la película '¿Dónde vas Alfonso XII?'. (Pecsa Films)

Morphy estableció unas líneas de enseñanzas claras encaminadas a que su formación fuese integral, dándole fundamental protagonismo a lo humanístico, algo que, por descontado, le serviría en su futura faceta como monarca. La formación militar también fue relevante y tuvo lugar, ni más ni menos, que en la academia militar inglesa de Sandhurst. Fue precisamente en ese momento de su formación cuando conoció de primera mano el constitucionalismo inglés que le serviría después como rey.

Abdicación de Isabel II

La reina Isabel II jamás volvió a España una vez se fue al exilio y el 25 de junio de 1870, en París, abdicó a favor de su hijo, que recogió el testigo como rey legítimo, aunque sin corona. Eso sí, con la esperanza puesta en volver a casa.

Mientras, en España las cosas no podían estar más convulsas. Tras la revolución que había enviado al exilio a la reina se sucedieron diversos regímenes conocidos, como el Sexenio Democrático. El golpe del general Pavía había derrocado la I República (11 de febrero de 1873 - 29 de diciembre de 1874) y el poder estaba en manos del general Serrano en forma de dictadura (enero a diciembre de 1874).

A pesar de todo, la maquinaria para la vuelta del rey Alfonso XII estaba ya en marcha y era cuestión de tiempo que volviera a España; y con él, lo que se llamó la Restauración Borbónica.

Restauración Borbónica y boda con María de las Mercedes

Se conoce con ese nombre el período que va desde el pronunciamiento del general Martínez Campos a finales de 1874 y hasta el 14 de abril de 1931, fecha en la que se proclama la II República Española (y que dio como resultado el exilio, de nuevo, de un Borbón, esta vez, de Alfonso XIII).

En enero de 1875, el joven Alfonso XII llega a España y es proclamado rey ante las Cortes Españolas dando así comienzo a su reinado. Cuestiones políticas aparte, el ya monarca permanecía soltero y había que buscar de manera inmediata una esposa para dar continuidad a la monarquía con herederos.

placeholder Retrato de María de las Mercedes de 1878, por Eduardo Balaca y Canseco. (Museo de Historia de Madrid)
Retrato de María de las Mercedes de 1878, por Eduardo Balaca y Canseco. (Museo de Historia de Madrid)

María de las Mercedes fue la elegida y, a diferencia de lo que se estilaba en esa época, fue el propio rey quién la eligió; y, además, por amor, contando incluso con la oposición de su madre, la reina Isabel. Y es que el enamoramiento se había producido incluso antes del exilio de Isabel a Francia siendo María de las Mercedes tan solo una niña de 12 años. Quinta hija de los duques de Montpensier, era, casualmente, sobrina carnal de la propia reina y su ahijada de bautismo, hecho que no hizo que fuese la candidata ideal para casarse con Alfonso. De hecho, la reina Isabel se opuso firmemente al matrimonio entre los primos carnales. Los motivos de la oposición no fueron, sin embargo, el parentesco tan cercano, sino que se prefería, desde el gobierno principalmente, una esposa de mayor rango, una princesa europea. De hecho, una de las candidatas fue la princesa Beatriz del Reino Unido, hija, ni más ni menos, que de la reina Victoria.

Sin embargo, el amor triunfó y el rey impuso su criterio casándose con la joven María de las Mercedes el 23 de enero de 1878 en la Basílica de Atocha. Lo hicieron profundamente enamorados, pero la alegría duró 5 meses. Con tan solo 18 años, María de las Mercedes falleció después de haber tenido un aborto y, bastante probable, por una infección generalizada, aunque este hecho no está probado, ya que también padeció en esos días un tifus.

La muerte de la jovencísima reina provocó una gran tristeza a su desconsolado viudo, que ni quiso ni fue capaz de reaccionar como debe hacerlo un rey, retirándose durante un tiempo al Palacio de Riofrío.

María de las Mercedes fue enterrada en El Escorial, pero no en el panteón de los reyes, ya que no dio un heredero a la corona, una condición 'sine qua non' para obtener dicho derecho. Fue la gran impulsora de la catedral de la Almudena, cuyas obras comenzaron pocos años después de su muerte, motivo por el cual en el año 2000 sus restos fueron trasladados al templo madrileño. En su lápida se puede leer: “María de las Mercedes, dulcísima esposa de Alfonso XII”.

Poco después, Alfonso XII se casó con María Cristina, madre del futuro Alfonso XIII, pero esa ya es otra historia. Y, además, sin amor.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

“¿Dónde vas, Alfonso XII, dónde vas, triste de ti? Voy en busca de Mercedes que ayer tarde no la vi”. Cualquier español adulto, digamos de cuarenta años (e incluso menor), al leer estas primeras líneas inevitablemente ha entonado la música que la acompaña porque la historia de amor de Alfonso XII con su esposa María de las Mercedes, quizás gracias a la película protagonizada por Vicente Parra y Paquita Rico en 1959, forma parte de la memoria colectiva cinematográfica española. Por supuesto, su director, Luis César Amadori, adaptó la historia al gusto de lo que un cineasta hace y en dicha adaptación dio lugar a la imaginación. Pero lo que sí es cierto en la cinta es que está basada en un hecho real: el profundo amor mutuo que sintieron ambos monarcas.

Familia Real Española
El redactor recomienda