La Navidad más especial de los reyes Alfonso XII y María de las Mercedes

El amor llama a nuestra puerta cuando menos lo esperamos, incluso si esa puerta es tan pesada como la de los palacios y castillos de la realeza. Así, si el palacio de Drottningholm fue testigo del romance oculto de Bertil de Suecia y Lilian May Davies o el castillo de Windsor de la vida de la reina Victoria de Gran Bretaña y del príncipe Alberto, ahora nos trasladamos hasta Francia.

Concretamente, hasta el castillo de Randan, en la región gala de Auvernia, donde se produjo una chispa que cambiaría la historia de España. Nos situamos en la Navidad de 1872, un escenario que cuenta con todos los ingredientes para ser una superproducción histórica: traición, poder, celos, venganza... pero también amor.

La reina Isabel II de España había sido depuesta por la revolución conocida como la Gloriosa en 1868, un hecho que la había llevado hasta el exilio junto a su marido, Francisco de Asís, y sus hijos. Bajo el amparo de benefactores como los emperadores de Francia Napoleón III y Eugenia de Montijo, establecieron su vida en París junto a otros miembros de la nobleza de origen español.

Sin embargo, entre esa corte en el exilio, no se encontraba la hermana de la reina Isabel II, Luisa Fernanda de Borbón, ni su cuñado Antonio de Orleans. El duque de Montpensier había sido uno de los instigadores, y financiadores, de la Gloriosa que había terminado con el reinado de su cuñada. Sin embargo, a pesar de sus planes, no había sido él a quien eligieron como nuevo rey, sino a Amadeo I de Saboya. Por lo que en 1870, partió al exilio también al negarse a jurar adhesión al monarca.

Así, la situación familiar entre las dos hermanas, Isabel y Luisa Fernanda no era la mejor, por lo que su madre, la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (cuarta esposa de Fernando VII), pidió una especie de tregua familiar para la Navidad de 1872. Propiciando un encuentro en el mencionado castillo de Randan, propiedad de los duques de Montpensier.

Una reunión navideña de la que quedó un romance para la posteridad, el de los primos Alfonso XII y María de las Mercedes. El hijo mayor de la reina Isabel II, entonces pretendiente al trono español desde Francia, contaba con 14 años cuando se reencontró con la hija de su tía Luisa Fernanda, de 12 años.

Un tierno romance adolescente que surgía tras una infancia casi sin verse, ya que más allá de contadas ocasiones, poco habían coincidido en su niñez por los acontecimientos geopolíticos que les rodeaban. Lo que desde luego nadie imaginaba es que este capricho juvenil fuera muy en serio.

Sin embargo, a través del diario de la infanta Paz (hermana de Alfonso XII) se tiene constancia de que continuaron viéndose a escondidas durante casi 4 años tras esas primeras navidades juntos. Los dos tenían un sentido del humor muy similar, aficiones en común como la hípica y habían crecido fuera de las intrigas de la Corte. Además, al contrario de la imagen que se suele tener de ella, María de las Mercedes era de carácter fuerte y con un largo cabello negro al estilo de finales del siglo XIX.

"El pobre está muy enamorado de nuestra prima"

Paso a paso, los dos enamorados lograban disfrutar de su relación, viéndose en París a espaldas de sus padres: "Acabo de volver de un largo paseo con Alfonso (...). El pobre está muy enamorado de nuestra prima Mercedes; pero ni al gobierno ni a mamá les gusta este matrimonio", reflexionaría la infanta al hacerse público su noviazgo.

De hecho, con la restauración borbónica en España que tanto apoyó la princesa rusa Sofía Troubetzkoy, se pensó que Alfonso XII habría olvidado a su prima. Especialmente a tenor de los romances que se le adjudicaban (parece que con mucho crédito) con varias artistas de la época, como la destacada cantante Elena Sanz.

Una teoría que, para sorpresa de nobles y ciudadanos, resultó virar cuando al ser proclamado rey en 1875 permitió que los exiliados duques de Montpensier regresaran a su casa en el Palacio de San Telmo en Sevilla. Todo un acontecimiento al tratarse de un noble considerado culpable de la Gloriosa y de la planificación del asesinato del general Prim.

Por eso, ya no sorprendió que en 1877 revelara ante las Cortes que la elegida para ser su esposa era precisamente María de las Mercedes Orleans y Borbón. Una historia de amor que había surgido pocos años antes en aquella Navidad del castillo de Randan y que ahora se encontraba con muchos inconvenientes para llegar a un final feliz: especialmente la oposición de los políticos y la de su propia madre, Isabel II, quien no acudiría a la boda.

María y Alfonso: apoyados por los ciudadanos

Sin embargo, la situación fue cambiando a favor de Alfonso XII y María de las Mercedes cuando el pueblo comenzó a coronarles como reyes del amor imposible con coplas y canciones populares. Una fama que llevó al Gobierno a verles como una baza publicitaria para la recién instaurada monarquía.

Una atracción hacia su noviazgo aún hoy traspasa el tiempo, como demuestra el éxito que sigue teniendo la película '¿Dónde vas Alfonso XII?', protagonizada por el galán torturado Vicente Parra. Fuera por un aspecto político y publicitario o del auténtico amor, lo que sí consta en la historia es que finalmente la pareja real logró su cometido.

El 23 de enero de 1878, a las 12 de la mañana en la Real Basílica de Atocha de Madrid, se casaron los reyes Alfonso XII y María de las Mercedes, quienes horas antes habían protagonizado la primera llamada telefónica de la realeza en España.

Por desgracia, como ya sabemos, el final no fue el que nuestros protagonistas habían soñado tras sus primeras navidades juntos en ese precioso castillo francés (ahora mismo en ruinas tras un incendio en 1925). El 28 de junio de ese mismo año, la reina María de las Mercedes falleció en el Palacio Real de Madrid. Embarazada de su primer hijo, la infección causada por un aborto no parece ser la causa real de su muerte, sino el tifus, según los historiadores actuales.

Lo que sí está claro es que el rey Alfonso XII se sumió en un profundo duelo tras decir este adiós tan prematuro a su esposa y a su hijo, que vivió en el Palacio Real de Riofrío. Un enclave ideal para visitar la tumba de su mujer en la capilla de San Juan de Escorial, ya que, según las normas monárquicas solo se podían enterrar a las madres de reyes en el Panteón Real.

Aunque en el año 2000 sus restos fueron trasladados a la catedral de la Almudena de Madrid, cuya creación la propia reina había fomentado, con una lápida que reza cumpliendo los deseos de Alfonso XII: "María de las Mercedes, de Alfonso la dulcísima esposa"