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Tiara de Hesse: la joya maldita que ha dejado un rastro de tragedias
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Misterio royal

Tiara de Hesse: la joya maldita que ha dejado un rastro de tragedias

Descubrimos la historia de una de las tiaras más emblemáticas de la realeza europea. Una pieza que, por casualidad o no, ha traído consigo muchas tragedias

Foto: La princesa Alicia del Reino Unido con la tiara de Hesse. (Dominio público/Franz Backofen)
La princesa Alicia del Reino Unido con la tiara de Hesse. (Dominio público/Franz Backofen)

Las fábulas y leyendas que rodean a las distintas familias de la realeza son tan antiguas como la propia institución. De cada una de las personas que ha pasado por el trono o ha estado cerca del mismo, ya sea dentro o fuera de nuestras fronteras, se han contado muchos relatos, a menudo excéntricos y, evidentemente, no siempre ciertos. No en vano, hay historias que surgen de las propias evidencias y la que está detrás de la tiara de Hesse es una de ellas.

La tiara de Hesse no es más que una de las muchas diademas de diamantes que han adornado la cabeza de las royals a lo largo de la historia, pasando de generación en generación. Sin embargo, de esta se dice que está maldita, puesto que los destinos de estas mujeres que la lucieron han tenido una única cosa en común: ser absolutamente trágicos. Repasamos su historia y los hechos que han propiciado su sobrenombre: 'la tiara maldita'.

placeholder La princesa Alicia del Reino Unido, con la tiara de Hesse. (Cortesía/Royal Collection)
La princesa Alicia del Reino Unido, con la tiara de Hesse. (Cortesía/Royal Collection)

Era 1861 cuando el príncipe Alberto, marido de la Reina Victoria y gran aficionado a la joyería, encargaba fabricar una diadema que él mismo diseñó, asegurándose de que estuviera compuesta de diamantes e incluyese motivos vegetales, hojas de fresa y agujas. El motivo de este encargo no era otro que obsequiar a su segunda hija, la princesa Alicia, por su boda con Luis IV, gran duque de Hesse y el Rin.

Por desgracia, el príncipe consorte no pudo hacerle entrega de la joya porque murió pocos meses antes tras haber contraído el tifus y fue la propia reina Victoria quien le dio el obsequio a su hija. Aquel enlace fue considerado como el más triste de su época debido, en parte, al intenso luto en el que se adentró la reina Victoria quien, incluso, asistió a la boda vestida completamente de negro.

La tiara maldita

La mala racha, en cambio, no terminó ahí. La princesa Alicia marchó con su marido hacia Darmstadt dispuesta a comenzar una nueva vida y formar su propia familia. Así lo hizo y durante unos años se la pudo ver lucir la tiara de Hesse en numerosos eventos y viajes que realizaba junto a su marido de forma habitual entre Alemania y el Reino Unido, ya que el Príncipe Louis era sobrino del Gran Duque reinante y el segundo en la línea sucesoria del Gran Ducado.

Su vida idílica terminó antes de lo que nadie pudiera imaginar, puesto que falleció prematuramente de difteria con apenas 35 años después de haber perdido a su hija menor por la misma enfermedad.

Fue entonces cuando la tiara de Hesse se convirtió en una reliquia familiar que no tardó en pasar a manos de la princesa Victoria Melita de Edimburgo y Sajonia-Coburgo-Gotha, que se había casado con el gran duque Ernesto, el único hijo varón de la princesa Alicia. La única hija de estos, la princesa Elisabeth, también sufrió las consecuencias de la fiebre tifoidea hasta su muerte.

Pasados unos años, el matrimonio acabó rompiéndose y Ernesto contrajo matrimonio en segundas nupcias con Leonor de Hesse. A partir de este momento, fue Leonor quien más llevó la tiara de Hesse en retratos y acontecimientos importantes hasta que la heredó su hijo mayor, Jorge Donato de Hesse, quien contrajo matrimonio con la princesa Cecilia de Grecia y Dinamarca.

Cecilia de Grecia y Dinamarca no es otra que la hermana del fallecido duque de Edimburgo. Es decir, hija de Alicia de Battenberg, quien a su vez era bisnieta de la princesa Victoria. La historia de vida de Cecilia es mucho más conocida, pero no menos trágica que la de las portadoras anteriores de la famosa tiara. Apenas unas semanas después de que la princesa Cecilia heredase la tiara, se empaquetó con el resto de sus pertenencias para viajar a Londres.

Jorge Donato de Hesse, Cecilia de Grecia y Dinamarca, sus dos hijos pequeños, la gran duquesa Leonor de Hesse-Darmstadt y sus niñeras, enfermeras y los pilotos fallecieron en un accidente aéreo mientras volaban rumbo a Reino Unido para asistir a la boda del hermano de Jorge, Luis de Hesse. Al parecer, Cecilia, que se encontraba embarazada de su tercer hijo, dio a luz prematuramente durante el vuelo, lo que obligó a adelantar el aterrizaje y provocó que el avión se estrellara sin que sobreviviera ninguno de los pasajeros. La tiara de Hesse fue hallada intacta dentro de su caja entre los restos del avión.

Así, fue el príncipe Luis de Hesse quien se convirtió en duque y heredó todo el patrimonio de la familia, incluyendo, evidentemente, la emblemática diadema. No obstante, su esposa Margaret von Hessen und bei Rhein no se dejó fotografiar nunca con ella puesta, aunque si la usó. Probablemente fue en la coronación de la reina Isabel II en 1953, a la que la pareja asistió. Este matrimonio no tuvo hijos y, por lo tanto, con Luis llegó a su fin la rama masculina de la familia Hesse, así como su estirpe.

En cuanto a quién posee actualmente la llamada tiara maldita de Hesse, pertenece a la 'Hessische Hausstiftung', la Fundación de la Casa de Hesse, que administra los bienes de la familia, incluidos el arte, los castillos y las joyas, que aún son propiedad de la familia. Aunque se ha exhibido en los últimos años, incluso en la famosa exposición 'Tiaras: A History of Splendor ' en Londres en 2002, permanece almacenada y a buen recaudo, teniendo en cuenta la fama que le precede.

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Las fábulas y leyendas que rodean a las distintas familias de la realeza son tan antiguas como la propia institución. De cada una de las personas que ha pasado por el trono o ha estado cerca del mismo, ya sea dentro o fuera de nuestras fronteras, se han contado muchos relatos, a menudo excéntricos y, evidentemente, no siempre ciertos. No en vano, hay historias que surgen de las propias evidencias y la que está detrás de la tiara de Hesse es una de ellas.

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