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El peor verano de Carolina de Mónaco: cuando su tercer hijo la enfrentó al Vaticano
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PINK REMEMBER

El peor verano de Carolina de Mónaco: cuando su tercer hijo la enfrentó al Vaticano

Recordamos en esta nueva entrega de 'pink remember' la airada reacción de la Santa Sede cuando la princesa monegasca solicitó la anulación de su primer matrimonio

Foto: Ilustración: Marina G. Ortega.
Ilustración: Marina G. Ortega.

La princesa Carolina de Mónaco ha sido desde que nació portada de todas las revistas del mundo. Iba cumpliendo años y cada paso quedaba fechado. Su etapa de hija única y también la de princesa destronada con la llegada del heredero Alberto, que la despojó del trono monegasco. Su primer día de colegio, sus cumpleaños, sus apariciones en el Baile de la Rosa, los días de piscina en el Beach de Montecarlo con sus hermanos... Cualquier cosa era noticia y las imágenes en todas sus versiones idílicas presentaban a los titulares del principado como ejemplo de unidad familiar, aunque por las biografías publicadas Grace y Rainiero tenían vidas separadas.

La princesa bella fue creciendo hasta convertirse en 'la novia de Europa' cuando cumplió 18 años. Y entonces la primogénita Grimaldi se convirtió en un tesoro para los paparazzi. Se enamoraba y desenamoraba con facilidad hasta que llegó el playboy oficial en forma de Philippe Junot. El horror de la princesa Grace ante lo que podía suceder (que sucedió) hizo que se analizara la biografía de Junot y sus orígenes. El árbol genealógico era bueno, pero su curriculum sentimental era muy amplio en las fechas en las comenzó su idilio con la bella Carolina.

placeholder Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)
Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)

La madre no daba facilidades a la pareja, y mucho menos consentimiento, hasta que unas fotos de ambos en la cubierta de un barco en actitud muy cariñosa fueron lo suficientemente llamativas para que el príncipe Rainiero no tuviera más remedio que aceptar al futuro yerno. Esas imágenes hoy servirían para anunciar cualquier pack de vacaciones, pero en aquel momento resultaron un escándalo. Y ante la amenaza de una escapada y boda secreta, los padres dieron el consentimiento.

Hubo boda en junio de 1978 y dos años después se separaron, como había vaticinado la princesa Grace. Uno de los motivos de la ruptura fue la compañía femenina de Junot. Los paparazzi le pillaron con Giannina Faccio, una impresionante joven, hija de diplomático y embajador de Costa Rica. En vez de acudir al Baile de la Rosa acompañando a Carolina, le fotografiaron en un yate navegando por aguas turcas con la explosiva Faccio, hoy casada con el director de cine Sir Ridley Scott.

placeholder Carolina de Mónaco, el día de su boda con Philippe Junot.
Carolina de Mónaco, el día de su boda con Philippe Junot.

Ya no hubo vuelta atrás y la vida de Carolina se convirtió en una 'dolce vita' que ocupaba las portadas y los reportajes de todas las revistas de entretenimiento. La agenda emocional era variada hasta que llegó la tragedia al principado. Falleció la princesa Grace y Carolina se convirtió en el gran apoyo de su padre, Rainiero.

Llevaba una vida tranquila y la sorpresa fue la aparición de Stefano Casiraghi, un muchacho de una rica familia y bien posicionada en la sociedad milanesa. El embarazo del primer hijo adelantó una boda que solo pudo celebrarse civilmente. Para la iglesia, la princesa seguía casada con Junot. No contemplaba el divorcio y tampoco concedía la anulación, que llegó demasiado tarde, en 1992. Stefano fallecía en un accidente náutico en octubre de 1990.

Con el nacimiento de Pierre, el tercer hijo, el príncipe Rainiero movió todo su poder e influencia para que por fin la Santa Rota Romana dictara sentencia favorable a la anulación. Y de nuevo la llegada del bebé volvió a enfrentar a la bella princesa con el Vaticano. En aquellas fechas, septiembre de 1987, la revista 'Tiempo' publicaba un reportaje donde aparecían los desencuentros eclesiásticos con declaraciones de un consejero del secretario de Estado, monseñor Agostino Casaroli.

placeholder Un jovencísimo Alberto de Mónaco, con Stefano Casiraghi, Carolina y sus tres hijos. (Reuters)
Un jovencísimo Alberto de Mónaco, con Stefano Casiraghi, Carolina y sus tres hijos. (Reuters)

“El papa Juan Pablo II no perdona a la princesa el haberse casado con Stefano Casiraghi, ignorando y desafiando a la Sacra Rota. Nunca había sucedido que una princesa católica se comportara de esa forma con la iglesia romana. Es muy difícil que la princesa pueda casarse con su actual compañero en una iglesia según el rito católico”, decía.

A pesar de las presiones del obispo de Mónaco, el Vaticano mantenía su negativa a conceder la anulación. Especialistas en Derecho Canónico explicaban a la revista 'Tiempo' cual era la situación: “Ese matrimonio se considera en Roma como un vulgar concubinato. Los hijos habidos de esa unión son bastardos que pueden perder el derecho a la sucesión del trono de Mónaco, aun cuando para las leyes civiles son hijos legítimos dado que el matrimonio quedó inscrito el 29 de diciembre de 1983”.

Inmadurez en el consentimiento

Según la misma revista, la princesa Carolina esperaba que ese final de verano por fin iba a ser una mujer soltera a los ojos de la iglesia. Y tampoco lo consiguió. Tendría que esperar hasta el 1 de junio de 1992, ya siendo viuda. El motivo para la concesión de la nulidad fue, según la sentencia del alto tribunal de la Santa Sede, la inmadurez del consentimiento de Carolina en el momento de contraer matrimonio.

Un año después, en abril de 1993, el papa Juan Pablo II firmaba un decreto en el que se reconocía como legítimos a los tres hijos de la princesa y de Stefano Casiraghi, que había fallecido en 1990.

La princesa Carolina de Mónaco ha sido desde que nació portada de todas las revistas del mundo. Iba cumpliendo años y cada paso quedaba fechado. Su etapa de hija única y también la de princesa destronada con la llegada del heredero Alberto, que la despojó del trono monegasco. Su primer día de colegio, sus cumpleaños, sus apariciones en el Baile de la Rosa, los días de piscina en el Beach de Montecarlo con sus hermanos... Cualquier cosa era noticia y las imágenes en todas sus versiones idílicas presentaban a los titulares del principado como ejemplo de unidad familiar, aunque por las biografías publicadas Grace y Rainiero tenían vidas separadas.

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