La nueva sintonía del rey Juan Carlos y la reina Sofía: más compadres que nunca

Mucho se ha escrito y publicado de las malas relaciones de don Juan Carlos con doña Sofía. Desplantes y feos públicos que ahora aparentemente han desaparecido. Al menos en lo que se refiere a encuentros privados donde no hay cámaras ni fotógrafos que lo acrediten. En cambio, sí aparece una nueva sintonía más amable entre los reyes eméritos, como confirman a Vanitatis. Mientras doña Sofía permanece ingresada en la Clínica Ruber por una infección urinaria, el rey Juan Carlos ya ha regresado a Abu Dabi.

Estos dos últimos años, con el rey don Juan Carlos residente en Emiratos, solo las reuniones familiares han unido al matrimonio real en España. Los funerales de la reina Isabel y del exrey Constantino de Grecia o la boda de Hussein de Jordania no cuentan en este apartado de acercamiento, al ser actos protocolarios. En ambos casos Corinna Larsen ya había ejecutado su traición y por lo tanto no había relación sentimental entre ellos sino solo judicial.

Oficialmente, el monarca jubilado vivía en Abu Dabi alejado de la reina Sofía, aunque mantenían regularmente conexión a través de videollamadas como así confirmaron en su día fuentes fiables a nuestro medio. Estas informaciones abogaban por un cambio de registro de don Juan Carlos hacia su mujer. Lo pudimos comprobar en el 60 cumpleaños de la infanta Elena, donde ya no hubo la tensión del pasado. Y recientemente en la boda del alcalde José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo. Allí se volvió a demostrar que la relación de la pareja real ya es la de un matrimonio de ancianos que, aunque no conviva, tampoco se ningunea o se trata con las malas formas del pasado.

En la fiesta nupcial muchos invitados fueron testigos de ese entendimiento, el matrimonio se hablaba sin intermediarios ni tensión. Y lo mismo sucedió en el funeral de Fernando Gómez-Acebo, del que fuimos testigos. Llegaron juntos y atravesaron el pasillo central del templo hasta llegar al altar juntos. Don Juan Carlos, escoltado a la izquierda por el teniente coronel Vicente García-Mochales, y a su derecha la reina Sofía, a la que iba haciendo comentarios con naturalidad. Este cambio de registro ha llamado la atención y puede ser que la edad y quizá la soledad de ambos sea la causa de este cambio de registro afectivo.

Durante años, el matrimonio de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía era una relación estable para los ciudadanos. La pareja real y sus tres hijos aparecían en reportajes gráficos mostrando la intimidad familiar en cumpleaños y celebraciones con las infantas Pilar y Margarita y sus respectivas proles. Se unían a esa estampa idílica los “griegos”, que no eran otros que los reyes Constantino y Ana María y sus hijos. El jefe del Estado y la consorte real recibían a la prensa en un ambiente distendido tanto en el palacio de la Zarzuela como en verano en el recinto de Marivent. El príncipe Felipe, las infantas Elena y Cristina formaron parte durante años de la estampa navideña que los españoles veían en sus televisiones y que acompañaba el discurso real. Con el tiempo, la familia dejó de aparecer y era solo el titular de la corona el que leía el teleprompter.

Los rumores de posibles desencuentros solo se manejaban en los círculos del poder político, económico y periodístico. Los ciudadanos desconocían la desunión del matrimonio y la facilidad de don Juan Carlos para su doble (o triple) vida amorosa al margen de doña Sofía. La revista 'Época' fue la primera que se atrevió a publicar una portada donde aparecía Marta Gayá sin identificar por su nombre, pero si con el apelativo de 'La dama de Mallorca'. Sería la publicación que dirigía Julián Lago con su carta semanal donde aparecerían más pistas de posibles romances reales. Entonces tampoco se informaba de las amigas íntimas de políticos que formaban parte de la elite del gobierno de turno.

Estas noticias se quedaban dentro de la burbuja en la que se movían los personajes del poder. El resto de los españoles estaban en otra onda donde lo que se veía era el papel institucional y excepcional que desarrollaba doña Sofía como compañera de vida de don Juan Carlos. Las apariencias de matrimonio estable se fueron quedando por el camino y ya se comenzaban a publicar las escapadas del rey en Mallorca o las cacerías con las amistades poco recomendables como así las definía Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa de su Majestad. Al monarca le rodeaba una corte que le aplaudía los entretenimientos femeninos.

Doña Sofía no existía para ese círculo, que sabía de las relaciones ajenas del Jefe del Estado. Desde algunos sectores se la criticaba por ser consentidora. La vida personal del matrimonio ya no existía, pero se guardaban las apariencias. Al menos hasta que los desplantes de don Juan Carlos fueron cada vez más visibles. Uno de ellos tuvo como escaparate el recibimiento a pie de pista el 18 de agosto de 2011 al Papa Benedicto XVI. Don Juan Carlos apartó a la reina, que estaba a su lado, con la muleta.

Un año antes, el 25 de julio de 2010, los monarcas acudieron a la ofrenda al apóstol Santiago en la catedral. En la escalera de acceso el rey perdió el equilibrio y doña Sofía, que iba del brazo, le quiso ayudar. La respuesta fueron varios codazos que dejaron atónitos a los que les rodeaban. Una imagen que se repitió en las redes y en los programas de televisión. En aquellas fechas Corinna Larsen, que con el tiempo le traicionó, era la mujer de su vida. Hubo más feos a doña Sofía por parte de su marido que ahora parece que ambos han olvidado.