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'Las chicas de oro': éxito, enfermedad, risas enlatadas y una guerra en plató
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VUELVE A DISNEY PLUS

'Las chicas de oro': éxito, enfermedad, risas enlatadas y una guerra en plató

La animadversión de Bea Arthur por Betty White precipitó el final de la serie y provocó momentos incómodos que pasaron desapercibidos para los fans, que aún la recuerdan tres décadas después

Foto: Fotograma publicitario de 'Las chicas de oro'. (NBC)
Fotograma publicitario de 'Las chicas de oro'. (NBC)

“Gracias por ser una amiga”. La canción que acompañaba la intro de 'Las chicas de oro' , que vuelve este miércoles a Disney Plus (ya están disponibles todos los capítulos), es una especie de metonimia de la propia serie. La imagen de cuatro señoras jubiladas de Miami compartiendo penas, alegrías y chismes en torno a la mesa de una cocina dio la vuelta al mundo. Cuando Dorothy, Blanche, Rose y Sophia se asomaron a la pequeña pantalla de los 80 demostraron que la amistad es, probablemente, lo más valioso que un ser humano se puede llevar de su paso por este planeta. Comprobarlo en capítulos de media hora resultó confortable para unos espectadores que, tres décadas después, consideran la serie un pequeño tesoro sentimental.

Con sus risas enlatadas, diálogos ingeniosos y un trasfondo entrañable que nunca rozó, ni por asomo, la cursilería, la sitcom acumuló todo tipo de premios, entre ellos Emmy y Globos de Oro. Además, fue pionera al tratar temas como el VIH, el matrimonio homosexual o el racismo con una perspectiva tan avanzada que sigue vigente cuando se acaban de cumplir 37 años de su primera emisión.

Las cuatro de Miami alegraron la vida de su público (entre el que también se encontraban bastantes jóvenes) durante la friolera de siete años. Pero no todo fue paz y amor en los viejos platós de Gower Street de Hollywood donde se grababa la comedia. Hace unos años, el hijo de Bea Arthur, la cáustica Dorothy, admitió que su madre mantuvo una guerra fría con Betty White, que falleció el pasado 31 de diciembre, cuando estaba a punto de cumplir 100 años e incluso había protagonizado una portada de la revista 'People' que ya se ha convertido en histórica.

placeholder Betty White y Bea Arthur, en una retrospectiva de 'Las chicas de oro'.(CP)
Betty White y Bea Arthur, en una retrospectiva de 'Las chicas de oro'.(CP)

Si en la ficción Rose irritaba al resto de sus amigas con sus largas historias sobre el pueblo de Saint Olaf, a Arthur también le molestaba la actriz que encarnaba al personaje. Según contaba su hijo, Matthew Saks, la actriz se ponía histérica cada vez que su compañera se daba paseos para hablar con la audiencia presente en el plató. “Mi madre, sin saberlo, pensaba que era divertido tener a alguien con quien enfadarse. Era como si Betty se convirtiera en su némesis, alguien con quien siempre podía poner los ojos en blanco en el trabajo”.

Los productores de la serie, que también ofrecieron declaraciones con motivo del aniversario, no se olvidaron del rifirrafe entre las dos actrices. Bien sabido es que, en Hollywood, los secretos de un rodaje dejan de ser dolorosos cuanto más lejanos están en el tiempo. Y 'Las chicas de oro', como el 'Thriller' de Michael Jackson o las picardías de Madonna, ya va camino de cumplir las cuatro décadas de existencia. Además, su disponibilidad en formato físico ha sido limitada en nuestro país y la recuperación de la serie por parte de Disney Plus ha sido muy celebrada en Twitter.

placeholder Bea Arthur, Rue McClanahan y Betty White, en un revival de 'Las chicas de oro'. (EFE)
Bea Arthur, Rue McClanahan y Betty White, en un revival de 'Las chicas de oro'. (EFE)

“Betty era una persona televisiva, era una muy buena actriz, creo que subestimada porque era increíble. También había hecho concursos y otras comedias de situación (…). Bea era un animal de Broadway; es decir, salía al escenario, se metía en el personaje, decía sus líneas, se marchaba, tomaba una copa y se iba a casa. Pero Betty siempre se preparaba y, al acabar su diálogo, se levantaba y caminaba hacia la audiencia para hacerles reír. Eso irritaba a Bea”, recordó en 2020 el productor Terry Hughes.

La animadversión de Bea Arthur por Betty White era tan grande que se podría decir que, como ocurrió con la Samantha de 'Sexo en Nueva York', ella precipitó el final de la serie. Fue, de hecho, la primera en querer irse en 1992. A partir de entonces, los productores intentaron reformular el éxito en 'The Golden Palace', una especie de secuela que no acabó de cuajar.

Bea Arthur murió en abril de 2009 a los 86 años. Discreta y añadiendo algo de humor al asunto, White no habló de las discordias con ella en el plató hasta entonces. La actriz recordó que el resquemor de su compañera también partía de su disgusto con algunos de los guiones. Los autores de los diálogos inventaban chistes sobre la idiotez de Rose o la promiscuidad de Blanche. Sabían que podían hacerlos porque las actrices no eran como sus personajes. En el caso de Bea Arthur, las cosas eran diferentes porque “lo que escribían sobre Dorothy es que era grande y fea. Y eso es algo que una actriz lleva consigo. Es más difícil de asumir”.

En esta época de pandemias e incertidumbre, White fue la única superviviente del reparto; la única que, a sus 99 años, podía hablar de la intrahistoria de la serie. El resto de sus compañeras no había tenido tanta suerte en lo que a salud se refiere. La primera en sufrir un revés fue Estelle Getty, esa menuda actriz que buscó el éxito durante cuarenta años y solo lo obtuvo vistiéndose y maquillándose como una anciana (su edad era inferior a la de Sophia) y diciendo aquello de 'Sicilia, 1927'… A mediados de los 2000, a Getty le diagnosticaron alzhéimer y su vida se fue apagando poco a poco, dejando a sus compañeras la difícil tarea de hablar en su nombre.

Tras la muerte de Arthur en 2009, fue la pizpireta Blanche, Rue McClanahan, la que falleció en junio de 2010 a causa de un derrame cerebral. Días antes, había sufrido una apoplejía derivada de un bypass. Su pérdida fue muy sentida en el mundo televisivo, ya que solo tenía 76 años y era una profesional admirada y respetada en el establishment de Hollywood.

Como ocurre con todos los grandes iconos de la ficción, Betty White fue la más apreciada en su papel de última portavoz de una producción histórica; es a 'Las chicas de oro' lo que Olivia de Havilland fue a 'Lo que el viento se llevó' hasta que falleció en el verano de 2020. La llamada 'primera dama de la televisión' siempre dijo que, conforme la enfermedad y la muerte fueron afectando a miembros del equipo, ella y Arthur acercaron posturas. “No se puede trabajar tan de cerca durante tanto tiempo y no convertirse en una familia”. Y con ese mismo leitmotiv las cuatro chicas doradas conquistaron al público de todo el mundo, a aquellos que también consideran que la mejor familia que existe son los amigos.

“Gracias por ser una amiga”. La canción que acompañaba la intro de 'Las chicas de oro' , que vuelve este miércoles a Disney Plus (ya están disponibles todos los capítulos), es una especie de metonimia de la propia serie. La imagen de cuatro señoras jubiladas de Miami compartiendo penas, alegrías y chismes en torno a la mesa de una cocina dio la vuelta al mundo. Cuando Dorothy, Blanche, Rose y Sophia se asomaron a la pequeña pantalla de los 80 demostraron que la amistad es, probablemente, lo más valioso que un ser humano se puede llevar de su paso por este planeta. Comprobarlo en capítulos de media hora resultó confortable para unos espectadores que, tres décadas después, consideran la serie un pequeño tesoro sentimental.

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