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Roscoe 'Fatty' Arbuckle: violación, muerte y el primer gran escándalo de Hollywood
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CENTENARIO DE UNA TRAGEDIA

Roscoe 'Fatty' Arbuckle: violación, muerte y el primer gran escándalo de Hollywood

Se cumple un siglo desde la tragedia que hizo que muchos pensasen en la meca del cine como una moderna Sodoma y Gomorra

Foto: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, en una imagen de archivo. (CP)
Roscoe 'Fatty' Arbuckle, en una imagen de archivo. (CP)

En septiembre de 1921, hace ahora cien años, el famoso Roscoe (Fatty, para aquellos que encontraban adorable su sobrepeso) Arbuckle estaba pletórico. Acababa de firmar un contrato con Paramount y las mieles del éxito parecían más cercanas que nunca. Su oronda figura y su habilidad para recibir tartazos, emular bebés o hacer reír al público lo convirtieron en una figura de primer nivel en el Hollywood de los pioneros. La mejor forma de celebrar el contrato fue un fiestón que iba a tener lugar en el Westin St. Francis Hotel de San Francisco. Allí, la realeza hollywoodense podría beber champán, consumir cocaína y jugar a la sicalipsis alejados de los platós, los focos y las primitivas y gigantescas cámaras que acompañaban los rodajes con su ruido infernal.

Una de las invitadas a aquel festejo fue la joven modelo y actriz Virginia Rappe. A sus 26 años, había huido de la América profunda, había sufrido dos abortos y trataba de abrirse camino en la incipiente industria cinematográfica. Por su parte, Roscoe era un prodigio que, en algunos aspectos, se había adelantado a Chaplin o Keaton en el arte de la mímica, cuando los actores no tenían el sonido para mostrar su talento interpretativo. Además, en una época en la que la nutrición importaba un carajo, las curvas de Fatty eran muy valoradas por un público que buscaba reírse de ellas.

placeholder Rappe, en una imagen de archivo. (CP)
Rappe, en una imagen de archivo. (CP)

La noche de la fiesta, Virginia Rappe fue una de las personas que disfrutaron del alcohol y del jolgorio antes de que el cómico le pidiese que lo acompañase a la suite del hotel. Una vez dentro de la habitación, lo que quiera que hiciesen duró poco, ya que la jovencísima actriz empezó a emitir alaridos que se oyeron en toda la planta. Cuando su amiga y acompañante, Bambina Maude Delmont, abrió la puerta, Virginia Rappe tenía la ropa desgarrada y clamaba para que Fatty se alejase de ella. El actor, atónito, miraba a su alrededor mientras sostenía un trozo de hielo en la mano. Cuando el médico llegó al lugar de los hechos aseguró que la chica estaba ebria y poco más. Pero unas horas después, Rappe fue hospitalizada de urgencia. Cuatro días más tarde, murió a causa de la rotura de su vegija sumada a una peritonitis.

La acusación contra el cómico no solo fue inmediata, sino que también esparció una serie de leyendas y rumores que hicieron las delicias de la prensa amarillista. Al realizarse una autopsia que dio resultados poco concluyentes (salvo que la actriz estaba rota por dentro, de forma literal) se especuló con la posibilidad de que hubiese abortado días antes de la fiesta. También se dijo que Roscoe la había destrozado insertando una botella rota en su órgano sexual. A todo ello hay que sumar la rapidez con la que se incineraron los órganos de Rappe, lo cual hizo sospechar que Paramount presionó para salvar a Fatty de un grave escándalo. Pero si así fue, no sirvió para nada, ya que el actor fue denunciado, tuvo que acudir a los tribunales y las rotativas sobre el tema fueron tremendas. El propio William Randolph Hearst declaró que el escándalo de Roscoe Arbuckle y la joven actriz le hizo vender más periódicos que nunca. Estados Unidos descubría, por primera vez, que las estrellas de cine estaban más cerca del pecado que de la santidad.

placeholder Roscoe y las célebres Bathing Beauties del cine mudo de Hollywood. (CP)
Roscoe y las célebres Bathing Beauties del cine mudo de Hollywood. (CP)

A partir de ese septiembre de 1921, comenzó el calvario para Roscoe. Dos de los juicios contra el cómico se declararon nulos. Un tercero lo acabó declarando inocente en base a pruebas que tampoco eran demasiado definitivas. Se dijo que Virginia ya estaba enferma y tenía un largo historial de abortos. También que la acusación había ejercido demasiada presión sobre los testigos que estaban presentes en la infame fiesta. Finalmente, Fatty salió ileso de ese juicio pero no de otro que le importaba casi tanto o más: el del público. En muchos de los cines que exhibían sus películas se vivieron escenas dantescas: personas que lanzaban objetos contra los carteles o exigían que se boicoteasen los estrenos en los que él aparecía. La iglesia también se pronunció sobre la 'grave' falta moral del cómico y Paramount hizo uso de una cláusula de conciencia para dar por finalizado su contrato. El que antes había sido el gordito adorable para todo un país ahora no era más que un violador asesino aunque los tribunales hubiesen dicho lo contrario.

Los años que sucedieron a aquel escándalo no fueron nada buenos para él. Roscoe Arbuckle vio cómo Keaton, Chaplin y otros compañeros de generación lograban grandes éxitos y avanzaban profesionalmente. Él actuó, casi de tapadillo, en alguna película con otro nombre y un aspecto irreconocible. La muerte de Virginia Rappe siguió pesando en la conciencia hollywoodiense durante, al menos, una década más. Aquellos que ya veían Hollywood como Sodoma y Gomorra se valieron del caso para defender la implantación del Código Hays en 1934, justo un año después (en junio de 1933) de que falleciese el propio Arbuckle. El cómico fue víctima de un infarto a los 46 años, horas después de firmar un nuevo contrato con Warner que prometía rehabilitar su deteriorada imagen pública. Buster Keaton dijo que la muerte se produjo porque a Fatty (apodo que él odiaba, por cierto) le “habían roto el corazón”. Lo más irónico es que no estuvo vivo para padecer o someterse al Código Hays que reguló el cine de Hollywood durante cuatro décadas y que nació, en gran parte, por el escándalo que él protagonizó.

En septiembre de 1921, hace ahora cien años, el famoso Roscoe (Fatty, para aquellos que encontraban adorable su sobrepeso) Arbuckle estaba pletórico. Acababa de firmar un contrato con Paramount y las mieles del éxito parecían más cercanas que nunca. Su oronda figura y su habilidad para recibir tartazos, emular bebés o hacer reír al público lo convirtieron en una figura de primer nivel en el Hollywood de los pioneros. La mejor forma de celebrar el contrato fue un fiestón que iba a tener lugar en el Westin St. Francis Hotel de San Francisco. Allí, la realeza hollywoodense podría beber champán, consumir cocaína y jugar a la sicalipsis alejados de los platós, los focos y las primitivas y gigantescas cámaras que acompañaban los rodajes con su ruido infernal.

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