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Didier Guillon (Fundación Valmont): hablamos con el rey de la cosmética que ha seducido a JLo
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ENTREVISTA

Didier Guillon (Fundación Valmont): hablamos con el rey de la cosmética que ha seducido a JLo

El dueño de la marca de cosmética de lujo Maison Valmont –que hoy abre boutique en Madrid–, vive en un palacio renacentista en Venecia y es un gran amante del arte

Foto: Didier Guillon, en el Palazzo Bonvicini. (Cortesía)
Didier Guillon, en el Palazzo Bonvicini. (Cortesía)

Cuenta el empresario, coleccionista de arte y mecenas Didier Guillon (París, 68 años) que la vida en un palacio discurre igual que en todas partes. “Te levantas, desayunas, te aseas…”, enumera con una media sonrisa. Solo cuando insisto, encuentra por fin la gran diferencia que supone vivir en el Palazzo Bonvicini que ha adquirido en Venecia: “En esta ciudad no hay coches, con lo cual hay que ir caminando a todas partes. Caminas para comprar la prensa, para hacer recados, para visitar a gente… Hago nueve kilómetros al día, sin rastro de polución. Es una maravilla”.

Monsieur Guillon –como lo llama todo el mundo– divide su existencia entre esta construcción renacentista del siglo XVI, donde este apasionado del arte ha instalado su Fundación Valmont, que creó en 2015, y Nyon, una pequeña ciudad suiza al borde del lago Leman donde, asegura, “nunca pasa nada”. Allí le espera Valentine, su tercera y adorada hija, “la chiquitina”, a la que ha prometido “no abandonar” hasta que sea mayor de edad, es decir, el año que viene.

Esta semana, padre e hija cambiarán el aire puro y las verdes praderas por el cielo radiante y menos puro de Madrid. Porque aquí, en el barrio de Salamanca, se inaugura hoy Maison Valmont, una elegante boutique donde esta prestigiosa marca de alta cosmética suiza venderá sus productos y ofrecerá sus tratamientos, de los que presumen celebrities como Jennifer Lopez, Natalia Vodianova –y muchas otras de las que resulta imposible conseguir el nombre–. “Con su identidad, sus museos, su gastronomía y su idiosincrasia, Madrid se ha convertido en una de las grandes capitales donde abrir una boutique de marca”, asegura. “Además de la clientela local nos interesa toda la comunidad latinoamericana que cada vez está más instalada en la ciudad, razón por la cual hemos comprado un cuadro de un artista mexicano, Roberto Rébora, para exponer en la boutique”.

placeholder Boutique Valmont Madrid. (Cortesía)
Boutique Valmont Madrid. (Cortesía)

La elección de una obra de arte en vez de una modelo para distinguir o posicionar una marca de cosmética antiedad es algo tan original como lógico, sobre todo después de la explicación que me ofrece este filántropo. “Cuando compré Valmont, me planteé la pregunta que se plantean todas las marcas de lujo: ¿cuál va a ser mi estrategia de comunicación?, ¿cómo puedo diferenciarme de las grandes marcas de la competencia? Mi primer impulso fue utilizar una modelo como Naomi Campbell o Claudia Schiffer, pero para empezar no tenía dinero para pagarlas y, para seguir, la gente, desafortunadamente, envejece. Las modelos, a su pesar, también. Cuando gestionas una marca de cosmética antiedad no tiene mucho sentido tener que cambiar de modelo cada cuatro años. El arte, sin embargo, es universal”. Y fue así como el vínculo entre arte y belleza se convirtió en el principal reclamo de la marca, resumido sin alharacas en el siguiente eslogan: “When art meets beauty”.

El vínculo de este filántropo con el mundo del arte y de la empresa le viene de cuna, aunque con el discurrir de los años el primero ha prevalecido sobre el segundo. Pero empecemos por el principio.

De 'Las meninas' al piano

Monsieur Guillon nació en un hogar de la alta burguesía parisina, en una familia entre cuyos antepasados había importantes marchantes de arte, escultores, artistas, escritores… ”Digamos que el arte estaba en mi ADN”, afirma. Su padre, un empresario que en 1953 creó la conocida marca de cuidados para bebé Mustela –y de ahí su vínculo con el mundo de la empresa–, se convirtió en su mentor y desde muy joven lo paseó por todo tipo de museos: “Recuerdo la primera exposición que vimos juntos: una retrospectiva de Francis Bacon. Yo tenía 12 años y me quedé fascinado”. Juntos viajaban y recorrían cientos de exposiciones, de arte clásico o moderno, en la Tate Gallery o el Museo del Prado: “Con 'Las meninas' tuve un flechazo. Es un cuadro que ha inspirado a muchos artistas contemporáneos, a Francis Bacon, entre otros”. Entonces la pregunta resulta casi inevitable: ¿le hubiese gustado ser artista? “Yo quería estudiar piano, pero mis padres me apuntaron a clases de equitación. Luego mi padre quiso que estudiara Medicina, pero solo aguanté un año. Finalmente, estudié Derecho, algo de lo que no me arrepiento porque es una carrera que te da una formación de base muy buena”.

Cuando terminó sus estudios, acabó trabajando en la empresa familiar Expanscience y recuerda que lo que más le divirtió fue crear una cesta destinada a las madres que acababan de dar a luz y que llenaban de productos como Nestlé y Procter&Gamble (además de Mustela, por supuesto), a las que antes habían vendido ese espacio para colocar sus productos. Por aquella época –tendría unos 30 años–, empezó también su primer vínculo con nuestro país, cuando venía a supervisar la fábrica principal de Mustela que se encontraba en los alrededores de Madrid y que distribuía para toda España. “Recuerdo que en cuanto tenía algo de dinero me lanzaba de compras a Loewe, una marca identitaria española que me encantaba”.


Pero el destino, caprichoso, quiso alejarlo de estas urbes tan cosmopolitas como estresantes y trasladarlo a los verdes valles de Suiza, donde el aire puro y la paz ambiental deberían poderse comercializar, después de que su padre lo mandara allí para investigar la viabilidad de la marca Valmont, una empresa de productos de belleza cuyo origen provenía de una clínica de mismo nombre creada en 1905 a orillas del lago Ginebra. Especializada en tratamientos de hidroterapia, contaba con la clientela más distinguida de la época, como Coco Chanel, Ingrid Bergman o la familia real belga. Tras su investigación, despejado de toda duda gracias quizá a ese bendito aire, no solo aconsejó a su padre que debían quedarse con la empresa, sino que años más tarde decidió quedársela y gestionarla por sí mismo. Era el año 1991. Hoy, 30 años después, la compañía tiene alrededor de 500 empleados y es una de las empresas de cosmética más respetadas de su sector, con centros estéticos en Nueva York, Múnich, Berlín, Vancouver, Tokio, Shanghái, Hong Kong o París, uno de ellos el spa del hotel Le Meurice.

placeholder Maison Valmont Madrid. (Cortesía)
Maison Valmont Madrid. (Cortesía)

Su mujer, su socia

Más allá del propio Monsieur Guillon, si hay una persona imprescindible en la historia de éxito de esta marca, esa es Sophie Vann-Guillon, quien ha sido su mujer y madre de los tres hijos de nuestro protagonista, además de actual CEO de la compañía, a la que llegó en el año 2000: “Este ha sido un éxito de dos. Si ella no hubiera llegado, quizá yo hubiera vendido la compañía, quién sabe”, me explica. Aunque hoy los términos han cambiado: “Seguimos siendo socios, pero yo me he desvinculado totalmente de la parte empresarial y estoy dedicado al cien por cien a la Fundación Valmont”.

El terreno empresarial está ahora fuera de su alcance, por lo que prefiere centrarse en los proyectos artísticos que le han tenido ocupado en los últimos tiempos. Entre ellos, la gestión de las cuatro residencias Valmont repartidas, la primera en las montañas de Verbier, en Suiza, la segunda en la isla de Hydra, frente a la costa griega, y la tercera en el Palazzo Bonvicini. La cuarta abrirá el año que viene en Barcelona y estará ubicada en Villa Pomaret, un palacete de estilo modernista en el barrio de Sarriá. ¿Pero cuál es el objetivo de estas exclusivas residencias? Organizar encuentros entre comisarios de arte, directores de museo, comunicadores, influencers, periodistas y, por supuesto, artistas. Todo sufragado por la Fundación Valmont.

Villa Pomaret

Hydra

Más allá de estas residencias, hay un proyecto con el que lleva entretenido casi cinco años y cuyo origen surgió tras una inocente visita con su hija Valentine al zoo de Berlín y pasar por delante de la jaula de los gorilas. “Se fijó en uno que parecía especialmente triste. Me dijo: '¿Cómo podemos sacarlo de ahí?”. Y así nació Yvo, un boceto en forma de gorila que empezó a estampar en lienzos, papeles, paredes y todo tipo de objetos –desde una tabla de surf o unos esquís, pasando por alfombras, ceniceros y lámparas–, y que en un arranque de valentía incluso decidió tatuarse en el antebrazo. Con Yvo transformado en obra de arte empezó a pasear su creación por el mundo: desde Marrakech hasta Cape Town, pasando por Múnich, París, Suiza…. “Tanzania será la última expo de Yvo en África, pero antes quiero llevar a Valentine en abril a Uganda, para que vea cómo es la vida real de los gorilas”.

Yvo

Este fin de semana, Yvo –que estará expuesto en forma de tabla de surf en la nueva boutique de Madrid– y el resto de los Guillon desembarcarán en la capital. Aquí les espera su hijo Maxence, que cursa un posgrado en el IE, y juntos disfrutarán del aire no tan puro de la ciudad antes de que Monsieur Guillon vuelva a su sencilla rutina: levantarse, desayunar y asearse en un palacio renacentista construido en el siglo XVI.

Cuenta el empresario, coleccionista de arte y mecenas Didier Guillon (París, 68 años) que la vida en un palacio discurre igual que en todas partes. “Te levantas, desayunas, te aseas…”, enumera con una media sonrisa. Solo cuando insisto, encuentra por fin la gran diferencia que supone vivir en el Palazzo Bonvicini que ha adquirido en Venecia: “En esta ciudad no hay coches, con lo cual hay que ir caminando a todas partes. Caminas para comprar la prensa, para hacer recados, para visitar a gente… Hago nueve kilómetros al día, sin rastro de polución. Es una maravilla”.

Naomi Campbell
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