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El mejor capítulo de esta temporada de 'The Crown', una mezcla de 'Ciudadano Kane' y 'Paseando a Miss Daisy'
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BRIGADA ANTI-SPOILER

El mejor capítulo de esta temporada de 'The Crown', una mezcla de 'Ciudadano Kane' y 'Paseando a Miss Daisy'

Mohamed Al Fayed es, paradójicamente, el personaje que salva esta quinta temporada de uno de los buques insignia de Netflix

Foto: Debicki y Dominic West, en la quinta temporada de 'The Crown'. (Netflix)
Debicki y Dominic West, en la quinta temporada de 'The Crown'. (Netflix)

Sapos sin corona. Las críticas hacia ‘The Crown’ están siendo, por primera vez, muy descafeinadas. La quinta temporada de la famosa serie de Peter Morgan ha sido calificada de “decepcionante” y algunos no dudan en catalogarla, sin ambages, como la peor. “Un mero folletín, una telenovela turca con Carlos y Diana como protagonistas principales”, dice nuestro director/escritor, Nacho Gay. Algo que duele especialmente si tenemos en cuenta que esta es una de las joyas de la corona, valga la redundancia, de Netflix. Un buque insignia que ya no es tan buque y es algo menos insignia. Los nuevos capítulos versan sobre aquel periodo en el que Diana de Gales y Carlos de Inglaterra empezaban una guerra sin cuartel que hizo, junto con acontecimientos como un incendio y varios divorcios, que 1992 fuese el annus horribilis de Isabel II.

Parte de la decepción quizá tenga que ver con que los acontecimientos que cuenta esta temporada son, de lejos, los que todos conocemos. Y también con que Dominic West o Jonathan Pryce se parecen a Carlos o al duque de Edimburgo como un huevo a una castaña. Tampoco Imelda Staunton parece recoger del todo el testigo de Claire Foy u Olivia Colman. El desastre no es total (nunca lo es), teniendo en cuenta que hablamos de un producto sobresaliente. Hay un capítulo que brilla sobre el resto; un ‘Ciudadano Kane’ en miniatura (salvando las distancias, claro) que narra la historia de Mohamed Al Fayed, el sufrido padre de Dodi. Una hora dedicada a un hombre de negocios que lucha contra los prejuicios y la xenofobia, aunque él mismo los tiene. Años antes de que su nombre estuviese unido para siempre al de Diana de Gales, el Al Fayed empresario intentaba arrimarse lo más posible a los Windsor. Y en esas llegó a conocer a un mayordomo negro, Sydney Johnson, que se acabó convirtiendo en su hombre de confianza. Lo ve en una fiesta de gala que ha organizado y, en un primer momento, lo desprecia por su color de piel. Esa percepción cambia cuando descubre que el susodicho ha sido el ayuda de cámara de Eduardo VIII y de su esposa, la defenestrada Wallis Simpson.

placeholder Staunton, en 'The Crown'. (Netflix)
Staunton, en 'The Crown'. (Netflix)

Así, Mohamed, cual Ícaro empeñado en volar hacia la estratosfera, compra Harrods, se hace con propiedades que tienen vínculos sentimentales con la reina de Inglaterra e incluso puja por sentarse lo más cerca de ella en los concursos hípicos. Pero, tal y como nos muestra el capítulo (el tercero, para más señas), lo único que consigue es tener como compañera de confidencias a Diana en las gradas. El espectador, que sabe lo que ocurrirá en ese fatídico agosto 1997, se siente cómplice de ese momento, de esa charla entre el magnate egipcio y la futura novia de su hijo. La secuencia anticipa el origen de la enemistad entre Al Fayed y la familia real británica, a la que acabó acusando del accidente que acabó con la vida de su vástago.

Como todo relato iniciático (del poder y la ambición, en este caso), el episodio comienza con los humildes orígenes de Mohamed, cuando solo era un chico listo que andaba tras chicas más ricas y más guapas que él; cuando intentaba mercadear con lo que podía en una calle que se convirtió en su gran escuela. En ese prólogo, que enlaza de forma circular con el final, el joven Al Fayed es testigo de la visita de Eduardo VIII a su ciudad. Como el DiCaprio de ‘Atrápame si puedes’, que miraba con fascinación a esos pilotos que volaban más allá de las estrellas, se queda obnubilado. Él también ansía ese lujo y ese esplendor en su vida; también quiere formar parte del club y sentarse a la mesa de los más pudientes.

Minutos más adelante, acabará consiguiéndolo con la ayuda del bueno de Sydney Johnson, ese fiel ayudante del rey Eduardo que ya apareció en otras temporadas de ‘The Crown’. Entre los dos se desarrolla una relación que va más allá de la del jefe y el siervo. Lo que comienza como ‘Ciudadano Kane’, con el joven avispado que sueña con subir peldaños, acaba como ‘Paseando a Miss Daisy’, con un señor que llora por un hombre negro que ha hecho más por él que todos los billetes del mundo.

placeholder Mohamed y Dodi Al Fayed, en 'The Crown'.
Mohamed y Dodi Al Fayed, en 'The Crown'.

El tercer capítulo destaca, por tanto, al introducir a un Al Fayed del que no sabíamos tanto como creíamos. El resto, con el cuestionamiento de la familia real británica, rota en pedazos de divorcio, mala prensa y anclamiento en el pasado, nos lo sabemos de memoria. Al fin y al cabo, esos son los Windsor que hemos conocido aquellos que no habíamos nacido para ver a Isabel II heredar el trono durante su viaje a Australia.

Sin embargo, la familiaridad con los hechos no esa la única razón del descarrilamiento de la serie. Desde el primer capítulo, ‘The Crown’ se caracteriza por entremezclar, en las dosis justas, dos tramas. En estos capítulos, algunas de esas mezclas resultan tan insólitas como dispersas. Si bien los temas de la serie siguen siendo interesantes (la faceta privada versus la pública, la degradación de la monarquía), su carácter discursivo y la reiteración de algunos enfoques provocan auténtico sopor en el espectador.

Resulta irónico, pues, que sea el personaje de Mohamed Al Fayed el que ‘salva’ la serie cuando precisamente él ha sido uno de los caballos de batalla con los que se las ha tenido que ver la familia real británica. Ya saben, recurriendo al cliché, que la realidad siempre supera a la ficción.

*La quinta temporada de 'The Crown' está disponible en Netflix

Sapos sin corona. Las críticas hacia ‘The Crown’ están siendo, por primera vez, muy descafeinadas. La quinta temporada de la famosa serie de Peter Morgan ha sido calificada de “decepcionante” y algunos no dudan en catalogarla, sin ambages, como la peor. “Un mero folletín, una telenovela turca con Carlos y Diana como protagonistas principales”, dice nuestro director/escritor, Nacho Gay. Algo que duele especialmente si tenemos en cuenta que esta es una de las joyas de la corona, valga la redundancia, de Netflix. Un buque insignia que ya no es tan buque y es algo menos insignia. Los nuevos capítulos versan sobre aquel periodo en el que Diana de Gales y Carlos de Inglaterra empezaban una guerra sin cuartel que hizo, junto con acontecimientos como un incendio y varios divorcios, que 1992 fuese el annus horribilis de Isabel II.

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