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Gabriela Molina selecciona para Vanitatis cinco obras clave de la Fundación Otazu que conectan arte, paisaje, tiempo y buen vino
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VINO Y ARTE

Gabriela Molina selecciona para Vanitatis cinco obras clave de la Fundación Otazu que conectan arte, paisaje, tiempo y buen vino

La curadora jefe de la Fundación Otazu elige para Vanitatis cinco piezas clave de arte actual que condensan el espíritu del proyecto: arte monumental, paisaje, luz y una visión contemporánea en diálogo con la tradición

Foto: Gabriela Molina, responsable de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Otazu, nos habla de sus obras predilectas. (Cortesía)
Gabriela Molina, responsable de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Otazu, nos habla de sus obras predilectas. (Cortesía)

La Fundación Otazu inicia una nueva etapa con la incorporación de Gabriela Molina (Caracas, 1994) como responsable de su colección de arte contemporáneo, un nombramiento que marca el comienzo de una transformación orientada a reforzar el papel del arte como experiencia viva. Con una sólida trayectoria en gestión cultural y una mirada crítica sobre la creación contemporánea, Molina asume el reto de dinamizar una colección en constante evolución, abrirla al público de nuevas maneras y consolidar el vínculo entre arte y enoturismo que define el carácter singular de este proyecto a veinte minutos del centro de Pamplona.

Otazu es una propiedad familiar dedicada al vino y al arte, favorecida por un microclima excepcional y reconocida con su propia denominación de origen protegida, la D.O.P. Pago de Otazu. Siglos de tradición vitivinícola —reflejada en un Señorío del siglo XII y una Bodega centenaria de 1840— conviven con más de 150 obras de arte contemporáneo integradas en sus espacios. Esta fusión se concreta en instalaciones monumentales, exposiciones anuales y colaboraciones con artistas que, junto a los vinos, dan forma a una experiencia estética y sensorial única. “Crear un vino es una forma de expresión artística y, al igual que el arte, es un reflejo de su tiempo con una mirada al futuro”, afirma Guillermo Penso, presidente de la Fundación.

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Especializada en comisariado por la Universidad de Navarra, Gabriela Molina inició su carrera en el taller del maestro Carlos Cruz-Diez (1923-2019). Hoy, combina su trabajo en Otazu con la gestión del legado del artista, autor del ‘Vitral de Otazu’, una de las piezas emblemáticas de la colección. Desde esta doble experiencia, Molina liderará una reorganización que articule la conservación, la producción curatorial y la proyección internacional de la Fundación. “Transformar una idea en una experiencia real es tan delicado como la creación de un gran vino”, afirma. Bajo su dirección, Otazu reafirma su compromiso con una creación activa, inclusiva y en diálogo permanente con su tiempo.

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En esta ocasión, le hemos pedido a Gabriela Molina que seleccione para Vanitatis cinco obras clave de la Colección Fundación Otazu y nos cuente por qué las ha elegido.

Marilá Dardot — 'Diario' (2015)

Vídeo

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"En 'Diario', Marilá Dardot escribe titulares de prensa con agua sobre un muro de hormigón en Oaxaca. Las frases desaparecen antes de completarse, evaporándose como la atención pública o la memoria colectiva. Con un gesto poético y efímero, la artista plasma la fugacidad de la noticia y del presente, invitándonos a pensar en lo invisible y lo transitorio".

Carlos Bunga — 'Intento de conservación II' (2014)

Cartón, pintura mate, cinta adhesiva, cristal

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"Bloques de color vibrante, hechos con materiales modestos como cartón, se insertan en la pared protegidos por cristal, como si fueran tesoros en una vitrina. Bunga confronta nuestra obsesión por conservar lo efímero. La obra habla del contraste entre la fragilidad de los medios y la intensidad del gesto artístico, entre lo que se degrada y lo que aspiramos a eternizar".

Alfredo Jaar — 'Gesamtkunstwerk' (1988)

Caja de luz, vinilo montado en plexiglás

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Inspirada en la idea de 'obra de arte total', esta pieza de Jaar conecta disciplinas, culturas y sentidos. En Otazu, ese concepto se amplía: el arte y el vino comparten tiempo, saber y proceso. Como una vendimia, cada obra captura un instante irrepetible. No importa solo el resultado, sino también su elaboración como acto cultural.

Hans-Peter Feldmann — 'Tiempo (Sinking Clock)' (2019)

Acero inoxidable

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Ganadora del Concurso Internacional de Arte Monumental, esta escultura, que se hunde lentamente en la tierra, condensa una idea clave: el tiempo como sustancia. En Otazu, tiempo es maduración, escucha y ritmo vital. Como el vino o el arte, esta pieza no busca velocidad, sino permanencia emocional.

Carlos Cruz-Diez — 'Vitral de Otazu'

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Concebido por el maestro del arte cinético, 'Vitral de Otazu' es más que una instalación: es una obra viva que se completará en 2042. Cada botella con su fragmento —cada añada cuenta con su propia etiqueta firmada por Cruz-Diez— forma parte de un todo. Cruz-Diez entendió que el arte, como el vino, puede ser archivo del tiempo, memoria compartida y experiencia sensible en evolución.

La Fundación Otazu inicia una nueva etapa con la incorporación de Gabriela Molina (Caracas, 1994) como responsable de su colección de arte contemporáneo, un nombramiento que marca el comienzo de una transformación orientada a reforzar el papel del arte como experiencia viva. Con una sólida trayectoria en gestión cultural y una mirada crítica sobre la creación contemporánea, Molina asume el reto de dinamizar una colección en constante evolución, abrirla al público de nuevas maneras y consolidar el vínculo entre arte y enoturismo que define el carácter singular de este proyecto a veinte minutos del centro de Pamplona.

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