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Fede Sardà, el DJ que hizo bailar a Letizia y regó a Laporta en champán, habla de la crisis
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ENTREVISTA

Fede Sardà, el DJ que hizo bailar a Letizia y regó a Laporta en champán, habla de la crisis

Luz de Gas, su discoteca, sala que dirige desde hace 25 años, permanece cerrada desde el primer día de la pandemia. "No pedimos que nos rescaten, sí que nos congelen", declara

Foto: Fede Sardà, en su discoteca, Luz de Gas. (Mireya de Sagarra)
Fede Sardà, en su discoteca, Luz de Gas. (Mireya de Sagarra)

Hace unos años, Fede Sardà estaba en el puerto de Barcelona, en la sucursal que habían montado de Luz de Gas en un barco, cuando recibió una llamada. Era de la sala principal, en la calle Muntaner, y le avisaban de que acababa de entrar Mick Jagger. Sardà, fan de los Rolling Stones, dudó. No sabía si recorrer los pocos kilómetros que separaban una sala de otra y saludar a su invitado. “Al final no fui, no quería parecer el típico director pesado que se hace una foto para tenerla en su despacho, esta gente necesita su espacio, y preferí quedarme con las ganas”.

Sardà, hermano de Rosa Maria y Xavier, es una de las caras más famosas de la noche barcelonesa y ahora, sentado en ese despacho del que nos habla, solo puede citar recuerdos. No hay proyectos, no hay conciertos, no hay noches ya en Luz de Gas: “Seremos los últimos en abrir, eso hay que tenerlo claro, y lo entiendo, pero mientras, deberían congelarnos los pagos, no pido que nos rescaten, pero sí pido que no nos obliguen a seguir pagando mientras no podamos abrir”.

placeholder Fede Sardà, en su despacho de Luz de Gas. (Mireya de Sagarra)
Fede Sardà, en su despacho de Luz de Gas. (Mireya de Sagarra)

“No puede ser -insiste- que tengamos que pagar el IAE, la Seguridad Social... Las discotecas y salas de fiesta necesitamos que nos congelen, que nos metan en la nevera un tiempo”. Porque avisa de que si cierran las salas de conciertos, “se muere el tejido cultural de una ciudad”. Este empresario plantea cuestiones polémicas: “Si puede abrir la Sagrada Familia con un tercio, si las iglesias pueden celebrar misa y la comunión, algo que se parece al teatro, al canto, deberían poder abrir las salas, aunque sea las más pequeñas”.

Foto: Sardà, en una imagen de archivo. (CP)

Pero ¿tiene sentido abrir una discoteca o dar un concierto de rock si no se puede bailar? “No, al menos para mí, es como ir a un hotel y poder quedarte a dormir, pero puede ser que alguien, con un aforo menor al mío, necesite abrir para poder sobrevivir”.

La 'casa' de Pau Donés

Con 12.500 conciertos a sus espaldas, 65 empleados y un aforo de más de 800 personas, el Luz de Gas es una sala histórica, un lugar por el que han pasado desde Jennifer Aniston hasta Kevin Costner, donde Pau Donés tenía su casa, donde el Pare Manel daba alas a su solidaridad, donde Rosario ha actuado con Sabina y su hermana Lolita… Verlo cerrado, sin un alma dentro, oscuro y silencioso, impresiona.

Este año, la sala cumple 25 años y no lo podrán celebrar con esos conciertos que Sardà organiza cada año en los que invita a sus clientes habituales. “Cuando podamos reabrir, tengo pensado dar la fiesta del siglo, invitaré a todos a una copa de cava Torelló y será una noche de concierto tras concierto”. Pero ese momento, por ahora, queda lejos.

placeholder Fede Sardà. (Mireya de Sagarra)
Fede Sardà. (Mireya de Sagarra)

Vayamos, pues, a los recuerdos. Sardà empezó a trabajar a los 15 años, en casa tenían apreturas y todos tenían que aportar algo. “Entré en una empresa de seguros, me ofrecieron hacer un curso de informática y me contrataron en ese departamento, de los 19 a los 33 años fui informático, y los fines de semana hacía de disc jockey”, nos cuenta. Empezó en el Tropical, de Castelldefels, donde a los 33 le ofrecieron ser director y cambió la vida de oficinista por la del showbusiness.

Siguió en La Fábrica, en Reus, en Up&Down, en Otto Sutz, La Tierra... hasta que hace 25 años tuvo la oportunidad de entrar como socio en un nuevo espacio, heredado de La Belle Époque, donde el cabaret agonizaba. Sardà vive desde entonces para Luz de Gas, entra a las cinco de la tarde y sale a las cinco de la madrugada. “El director tiene que dirigir cada día”, dice, y quien quiera, cuando reabran, podrá comprobarlo. Fede siempre está allí.

"¡Vamos a Luz de Gas!"

Como el día en que un Jan Laporta desabrochado se tiraba por encima botellas de Moët & Chandon para celebrar el 1-0 del Barça contra el Real Madrid. O aquel otro en el que Xav Hernández, tras la victoria en la Liga de 2011, gritó: “¡Nos vamos al Luz de Gas, presi!”. Sardà, que no para quieto, habla, bromea, se emociona, saca fotos y libros sobre su vida, ríe al recordarlo: “Antes, Luz de Gas era conocida en todo Cataluña por sus conciertos, después de eso nos conocen hasta en Despeñaperros”.

placeholder Fede Sardà. (Mireya de Sagarra)
Fede Sardà. (Mireya de Sagarra)

Este DJ de vocación ya no pincha en su sala, eso lo hace solo para amigos y para algunos clientes especiales. A través de un amigo común, Sardà fue quien puso la música en la fiesta del 40 cumpleaños de Iñaki Urdangarin, y logró hacer bailar a la mismísima reina Letizia. Del lujo de Pedralbes a las grandes fiestas que organiza el doctor Bonaventura Clotet en favor de la lucha contra el sida. Y las Nocheviejas en la cárcel femenina de Wad-Ras, donde pone a las presas en solfa.

“La gente te pide que les hagas bailar, y eso es lo que intento”, comenta. Así que pone todo lo que le pidan (“menos reguetón”), aunque a él, en sus ratos libres, le gusta escuchar a Janis Joplin, Jim Morrison y ahora, a este fan de los Stones, le ha dado por The Beatles. Cosas de la nueva normalidad, que nos descubre cosas inimaginables. Como ver una pista de Luz de Gas vacía, oscura, silenciosa y triste, una pista que espera que pronto, cuanto antes, la puedan volver pisar cientos de almas al ritmo de la música del momento. Siempre que no sea reguetón, cuidado.

Hace unos años, Fede Sardà estaba en el puerto de Barcelona, en la sucursal que habían montado de Luz de Gas en un barco, cuando recibió una llamada. Era de la sala principal, en la calle Muntaner, y le avisaban de que acababa de entrar Mick Jagger. Sardà, fan de los Rolling Stones, dudó. No sabía si recorrer los pocos kilómetros que separaban una sala de otra y saludar a su invitado. “Al final no fui, no quería parecer el típico director pesado que se hace una foto para tenerla en su despacho, esta gente necesita su espacio, y preferí quedarme con las ganas”.

Pau Donés Iñaki Urdangarin