Abuela, padre, tíos y primos Urdangarin, una familia unida que arropa a Pablo

Cariñosos, tocones, alegres y divertidos, los Urdangarin andan siempre juntos. La familia de Iñaki Urdangarin ha sido siempre una piña y este fin de semana lo han vuelto a demostrar. Pablo, el segundo hijo de Urdangarin y la infanta Cristina, tenía partido con el Barça B de balonmano en Zarauz, a pocos kilómetros de Vitoria, y hasta allí se desplazó parte de la familia.

Situados en la parte más alta de las gradas, en una zona donde se les veía poco, allí estaban los familiares de Pablo. El encuentro, que ganó el Barça y que se disputó este domingo a las 13 h del mediodía, reunió a los familiares Urdangarin, quienes apoyaron al joven deportista entregados y atentos. Hicieron los mismo en redes sociales, donde los primos son una piña, como lo son sus padres, y comparten imágenes de Pablo, ven sus partidos y aplauden cada uno de sus éxitos. Últimamente son muchos.

En el partido del domingo estaba además la abuela paterna, Claire Liebaert, quien estos días se siente algo hostigada por la prensa, que la persigue para lograr declaraciones sobre la nueva relación de su hijo con Ainhoa Armentia, a quien no conoce. Ni ella ni nadie de la familia. Así lo dijo el otro día, ante un micrófono que molestó a su hijo, quien pidió “respeto para las personas mayores”. Con su voz delicada y su educación exquisita, Liebaert aclaró, como quien no dice nada, que no conocen a la joven. Un detalle que no hay que dejar pasar, porque sabemos que la infanta Cristina teme y sufre ante la posibilidad de que se dé ese encuentro.

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En las gradas del club Amenabar de balonmano, decíamos, estaba la abuela y el padre, y algunos de los tíos de Pablo. Lucía, la hermana farmacéutica de Iñaki, junto a su marido, también llamado Pablo, estuvo sentada junto a una de sus hijas. Además, de pie, al lado de Iñaki, estaba Laura, otra de las hermanas.

Da la casualidad de que son ellas dos quienes aparecen en las últimas imágenes que existen de la Infanta en Vitoria. Fue estas pasadas Navidades, cuando doña Cristina salió de paseo con dos de sus cuñadas por la noche vitoriana. Eran Laura y Lucía quienes la acompañaban, las mismas que estuvieron con Iñaki este fin de semana.

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Quienes no pudieron ir al partido lo vieron por internet y lo celebraron después en las redes sociales, como es habitual en ellos. La semana pasada fue especial en este sentido, puesto que Pablo debutó en la liga europea. El jueves 10, bajo la atenta y cariñosa mirada de su madre, Pablo jugó en Barcelona un partido del primer equipo del Barça en la Champions League, también con victoria, y sus primos lo celebraron a lo grande. Aplaudieron a Pablo y compartieron fotografías entre ellos en las que también aparecía su todavía tía, la infanta Cristina, a quien mandaban aplausos desde internet.

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Parece que, por ahora, ese temor casi atávico de la Infanta a perder a la que ha sido su familia durante décadas no está demasiado justificado. Porque sus sobrinos la quieren y la apoyan desde la distancia, y dejan constancia de ese aprecio en las redes sociales. Desde Carlota Gui, hija de Ana, la hermana mayor de Iñaki y gran amiga de doña Cristina, hasta Diego, hijo de Mikel, el único hermano varón del exduque de Palma, un bailarín de éxito que comparte sus triunfos con los de su primo y manda saludos a su todavía tía.

Como mencionábamos, su suegra ha dejado claro que ni ella ni nadie de la familia conocen a la nueva pareja de Iñaki, un gesto que, aunque podría parecer anodino, es toda una declaración dirigida a su nuera, una mujer que sufre desde la distancia porque había adoptado a esta familia como propia.

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Cabe recordar que durante años, cuando estalló el caso Nóos, tanto el entonces Príncipe de Asturias como el rey Juan Carlos I pidieron a doña Cristina que se separara de su marido, lo que provocó un distanciamiento familiar que culminó con aquel 'cordón sanitario' que apartó a ambas Infantas de la familia real. Cristina de Borbón apostó por su familia nuclear y se alejó de su familia ‘real’, dejó de pasar las vacaciones con ellos e incluso dejó de pisar el palacio de la Zarzuela.

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Así, cada verano o Navidades veíamos a doña Cristina en Bidart y en Vitoria, siendo una más entre los Urdangarin. Ellos, con sus costumbres arraigadas, su cariño directo, llano y divertido, le dieron un apoyo que no encontró en ningún otro lugar. Solo su hermana, la infanta Elena, se puso de su lado. Una postura que convirtió a la hija mayor de los Reyes eméritos en otra más en el clan Urdangarin. Ha viajado a menudo hasta Vitoria, ha estado junto a su cuñado en los momentos más duros de vida, incluso fue su anfitriona la noche antes de entrar en prisión y su primera noche en libertad. Todo eso ahora es una losa que ambas hermanas cargan a cuestas.