José Cusí cumple 90 años: su vida de película más allá de ser el mejor amigo de Juan Carlos I
Casado con Inés Muiños, el armador vive en familia tras una carrera vital llena de aventuras. Conoció a Pla y Dalí, trabajó para Jacques Cousteau y Franco, y fue olímpico en México 68
Hay una llamada que este sábado, en su 90 cumpleaños, José Cusí espera con especial ilusión. La de su mejor amigo, casi hermano, el rey Juan Carlos I. Hace mucho tiempo que no se ven, porque el armador no se encuentra en condiciones de hacer grandes viajes y el exrey, que se fue a vivir a Abu Dabi, tiene que contar sus pasos al milímetro cada vez que viaja a España.
Así que esta videollamada será uno de los momentos íntimos que ambos disfrutan desde hace meses. Porque se llaman cada semana, más de una vez, y siguen hablando de todo y de todos, como han hecho a lo largo de su vida. Y hablar de vida en el caso de Cusí es hablar de mucho más que don Juan Carlos.
Sus 90 años han dado para tanto que cuando él mismo cuenta algunas de sus experiencias, sentado a la mesa o en un sofá, con su elegante y acogedora sonrisa, quienes le escuchan lo hacen con los ojos muy abiertos y atención casi hipnótica.
Pla y Dalí
“Recuerdo aquel día en Calella de Palafrugell, sentado en las Voltas, tomando café con Salvador Dalí y Josep Pla”, rememora a veces, con cariño y orgullo. Un orgullo, eso sí, exento de vanidad. Porque Cusí ha sido una persona que siempre ha tendido la mano a quienes se lo han pedido y ha ayudado a muchos de los suyos, siempre en silencio, entre bambalinas.
Nacido en Barcelona el 13 de enero de 1934, su recorrido vital es una enciclopedia de la historia reciente de nuestro país. Olímpico, cazador para Franco, armador del Bribón, marinero con Jacques Cousteau… Y él lo cuenta con generosidad, sentado en el apacible jardín de su casita de Alp (Cerdanya) o en el salón de su bonita casa de la zona alta de Barcelona.
Lo hace siempre ante la atenta y cuidadosa mirada de su mujer, Inés Muiños, hija de un prestigioso oftalmólogo. Entroncada con la alta sociedad barcelonesa, esta gran mujer ha seguido a su marido por medio mundo de regata en regata. Y eso que se marea en los barcos.
Natación, waterpolo y el mar
La pasión por el mar no le llegó a Cusí de niño, aunque ha marcado su vida al ser precisamente la vela lo que le unió a la monarquía española. De niño participaba en campeonatos de Cataluña de natación y ganó el campeonato regional de los 100 metros libre. Después jugó dos años a waterpolo con el Real Club de Natación Barcelona, una afición, la del nado, que le llevó a conocer al mítico Cousteau.
Cuando terminaba sus estudios de bachillerato en La Salle Bonanova, con 18 años, Cusí era un nadador y submarinista aficionado. Había atravesado las islas Medas y cruzó el Estrecho de Gibraltar, lo que llamó la atención del marino francés, quien le invitó a navegar en una expedición con el Calypso. A bordo de la famosa embarcación viajaron al mar Rojo, donde participó en la filmación de un documental, el ‘El mundo del silencio’ -primera película rodada bajo el agua-. Fue él el único que, enjaulado, se atrevió a dar de comer a los tiburones, y el entonces presidente de Francia, Charles de Gaulle, les concedió la medalla de la Legión de Honor. Una vida, lo decíamos, de película.
Las historias del abuelo
Cusí se ha casado varias veces y ha tenido ocho hijos (dos fallecieron). Ahora tiene once nietos, cuatro bisnietos y un tataranieto. Y trata a las tres hijas de Muiños y su descendencia con amor de padre y abuelo. Un abuelo clásico que cuenta historias ‘alucinantes’. Como deportista de élite que era, se marcó un objetivo: participar en unos Juegos Olímpicos.
Corrían los años 60 cuando se puso a investigar diferentes deportes y se decantó por el tiro al plato, una disciplina en la que consideró que tendría más posibilidades. Y así fue: después de varios años, a los 34 logró ir a los Juegos de México 1968, tal como él relataba al periodista Sergio Heredia en 2022. En los 70, como ávido tirador, formó parte del equipo de caza de Francisco Franco, que lo contrató como instructor.
Él mismo le contaba al periodista Màrius Carol que, en una jornada, el entonces ministro Manuel Fraga disparó sin querer su escopeta con la mala suerte que la bala fue a parar a las posaderas de la hija del dictador. Y fue Cusí quien se encargó de revisar la herida y confirmar que no había sido más que un susto.
Historia de una amistad
Fue precisamente en las cacerías donde conoció por primera vez al que iba a ser después rey, el príncipe Juan Carlos. Aunque su amistad no nació hasta que se volvieron a ver, esta vez ya en el mundo de las regatas. El Príncipe debía entrenar para los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 y lo hacía en Barcelona, donde Cusí había empezado a navegar.
Al principio pensó que no era lo suyo, pero, poco a poco, Cusí empezó a ganar con su barco, el Bribón. Y apareció un rival: don Juan Carlos con su Shere-Khan. Competitivos y ganadores ambos, decidieron unir sus fuerzas, Cusí de armador y el Rey de patrón. Nacía entonces el Bribón y la historia de una amistad que ya es historia: once Trofeos Godó, siete Campeonatos de España y un Europeo y un Mundial.
El perro y el loro
Cusí, que conoce a todos los grandes nombres de la burguesía catalana, siempre ha formado parte de la sociedad civil barcelonesa, discreta y alegre de puertas para dentro. En 2021 sufrió un ictus y pasó un mes en coma. Allí, a su lado, permaneció su mujer, siempre atenta y entregada.
La vida pasa ahora más lenta en casa de los Cusí Muiños, donde el perrito jack russell, un nervio llamado Bribón, sigue a su dueño allá donde va. Se lo regaló "el Señor" hace ya siete años y es el ojito derecho del armador. La pareja, amante de los animales, tiene también un loro de cola roja, un ave parlanchina que grita "vivan los Borbones" de vez en cuando. Aunque, como hemos visto, hay en Cusí mucha más vida que la de ser el mejor amigo del rey Juan Carlos I.
Hay una llamada que este sábado, en su 90 cumpleaños, José Cusí espera con especial ilusión. La de su mejor amigo, casi hermano, el rey Juan Carlos I. Hace mucho tiempo que no se ven, porque el armador no se encuentra en condiciones de hacer grandes viajes y el exrey, que se fue a vivir a Abu Dabi, tiene que contar sus pasos al milímetro cada vez que viaja a España.