Así son los desconocidos hijos de Marisa Martín-Blázquez y Antonio Montero

Estamos acostumbrados a ver a Marisa Martín-Blázquez posando en sus redes sociales y trabajando como periodista en televisión, pero poco se sabe de su vida privada. Marisa tiene dos hijos, Nicolás y Marieta, fruto de su relación con el paparazzi Antonio Montero. Sin embargo, mientras el primero de los descendientes es activo en redes sociales, la segunda prefiere mantenerse en el anonimato; una decisión que sus padres han decidido respetar.

Muestra del orgullo que siente por sus vástagos son los posts publicados en su perfil personal de Instagram, una acción que Marisa realiza siempre con cautela con el fin de no dar detalles de más.

De Nicolás, el primogénito, sabemos que es arquitecto y que se marchó al extranjero a estudiar durante su etapa universitaria, momento en el que descubrió que le gustaba viajar, tal y como cuenta ‘Outdoors’. Así hablaba Marisa de su hijo en una publicación: “Aprendí a ser madre sin ensayo previo; como se aprende el lenguaje: sin darte cuenta y con avidez. […] Hoy, por muy lejos que estés, no sabría latir sin tu compás. Y mira que andas siempre por todos los mundos. Te aficionaste a viajar, porque caíste en el vientre de una buscadora de señales y, para encontrarlas, hay que recorrer todos los caminos, así que no puedo reprocharte nada".

Con más de 5.000 seguidores en Instagram, Nicolás ya ha visitado numerosos países del mundo; una pasión que comparte con su novia, Mónica Pachecos. La influencer, que cuenta con más de 14.000 fans, dedica sus redes sociales al mundo del turismo.

Por otro lado, está Marieta. Lo que sabemos de la menor de los hijos de Marisa es más bien poco. A través de ‘Lecturas’ vemos que Martín-Blázquez comentó a finales de 2022 en una entrevista en ‘Fiesta’, que tuvo un embarazo muy complicado. “Tuve que estar, prácticamente, toda la gestación en cama. Había un enorme riesgo de aborto”, declaró en su momento. Al parecer, la niña nació dos meses antes de lo esperado, por lo que temieron que pudiera haber sufrido “algún daño cerebral”.

Meses más tarde descubrieron que no hubo ningún tipo de secuela. “Dijeron que tú no podrías andar, sonreír, moverte. Cuánto y cómo se equivocaban. Tú, como si entendieras algo, me decías con tus ojos que estuviera tranquila, que nada de eso sucedería”, escribía en un post en honor a su hija.