Eugenia Niño, pionera del galerismo español, tía de Carolina Herrera e íntima de Dalí: "De niña me prohibieron el Romancero Gitano de Lorca"
La dama del arte español recibe a Vanitatis en su casa en el centro de Madrid para hablar de sus apasionantes 91 años de vivencias, de su sobrina Carolina Herrera o de amigos suyos como Dalí, Alaska y Mario Vaquerizo o Miguel Bosé
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Eugenia Niño, fundadora de la histórica Galería SEN en 1969, es una de las pioneras del galerismo en nuestro país, que fue impulsado en su mayoría por mujeres. Ha sido testigo privilegiado de la evolución del arte español en el siglo XX, y figura clave de la vida cultural madrileña durante los años de la Movida. Lo ha visto todo y lo ha vivido todo. Desde su amistad con Salvador Dalí hasta su conexión familiar con Carolina Herrera, pasando por amistades con Costus, Alaska y Mario Vaquerizo o Miguel Bosé.
Nos abre las puertas de su piso en el centro de Madrid, para ella un verdadero refugio lleno de historia de su vida y pequeños detalles. Cada rincón está decorado con obras artísticas, fotografías, recuerdos de viajes y huellas de una vida consagrada al arte. Y, a la entrada, Eugenia nos recibe con una premisa que lo dice todo sobre su carácter abierto: “No tengo nada que esconder, pregunta lo que quieras”, lanza con ironía, como si se tratara de un control policial.
Compartimos pasteles mientras la conversación fluye entre risas, anécdotas y pinceladas de genialidad. Eugenia viste calcetines con el rostro de Marcel Proust, de la tienda del Museo Thyssen. “Me parece una falta de respeto, pero bueno, como los vendían...”, dice entre carcajadas. “Ponerme a Proust en los tobillos…¡me encanta!”.
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Eugenia nació en 1933 en Caracas, catorce años después de su último hermano. A pesar de que no fue al colegio, siempre estuvo rodeada de cultura, entregando su vida al arte que definiría su espíritu libre y marcaría para siempre su forma de ver el mundo. Hablamos con ella para que nos cuente sus vivencias, su mirada sobre el galerismo, su infancia, y sus conexiones con algunos de los grandes nombres del siglo pasado.
PREGUNTA. Su padre, Samuel Eugenio Niño, era pediatra y político en Caracas. Fue ministro de Instrucción Pública y Sanidad. ¿Qué destacaría de él?
RESPUESTA. Mi padre debía ser una cosa impresionante. Lo que más le gustaba era la música llegó a llevar a la bailarina de ballet más famosa de la historia, la rusa Pavlova, a Caracas, pagó todos los gastos para que actuara en el lujoso teatro de Manaos, en Brasil. También trajo a Enrico Caruso desde Italia.
P. En recientes ocasiones usted menciona que nunca fue al colegio, ¿a qué se debió?
R. En cuanto mi padre falleció, cuando tenía dos años, mi madre decidió viajar para ver a mi hermana, que estaba en España. En el colegio estuve solo cuatro o cinco meses, después dejé de ir, pero no porque fuera mujer, es mentira que en esa época las chicas no estudiaran.
Íbamos mucho a París, porque mi madre tenía una hermana allí. Visitábamos numerosos museos, aunque nunca los recorríamos enteros: veíamos dos o tres cosas y salíamos. A mi madre le gustaba mucho el arte y también la moda. De hecho, fue la primera que llevó a Carolina Herrera de pequeña a un desfile de Balenciaga. Ella se quedó con la idea de dedicarse a la moda desde entonces. Siempre recuerda ese momento.
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P. ¿Cómo se formó entonces durante su infancia?
R. En mi casa mi madre nunca me censuró nada. Me llevaba al teatro, veía todas las obras posibles, leía muchísimo. La tata que viajaba con nosotras me enseñó a leer. Aprendí a leer en los hoteles. Leía a Boccaccio con tan solo diez años, no se me prohibía nada. El único libro que me prohibieron fue 'El romancero gitano de Lorca', por el poema 'La casada infiel'.
"Mi madre llevó a Carolina Herrera a su primer desfile de Balenciaga en París"
P. ¿Entre todas las obras de arte que forman su casa cuál destacaría?
R. Todo lo que tengo aquí me gusta y tiene su historia. Por ejemplo, ese cuadro de Nazario, que fue parte de la época de la Movida de Barcelona —una Movida mucho más cruda que la madrileña. Aquí eran todos como niños bien… en Barcelona, no, aquello era terrible—exclama entre risas.
Me gusta mucho la copia que tengo de la Ofelia de Milais, podría decirse que fue el cuadro que marcó mi infancia cuando lo ví con mi madre en la National Gallery de Londres.
P. ¿Qué anécdota recuerda con cariño de Su juventud?
R. Mi hermana vivía en la calle Goya, y yo solía esperar a mi madre en el hall del hotel Velázquez, donde nos alojabamos. Cada tarde, bajaba un chico con camisa morada y chaqueta que se sentaba a escribir postales. Me parecía guapísimo. Un día me invitó a tomar algo. Aquel hombre era Vittorio Gassman. No hubo romance porque yo ya estaba con mi marido Antonio de Suñer, pero nos hicimos amigos para siempre.
P. ¿Cómo fue su primer año en Madrid?
R. Cuando me vine a vivir aquí con mi marido, Antonio de Suñer, no había venezolanos en Madrid, tan raro era un venezolano aquí que decías de donde venías y nadie lo sabía. Me encantaba todo: el metro, la ciudad… estaba encandilada. Mi madre alquiló una casa en El Viso para todos, y vivíamos de maravilla. Los venezolanos somos muy unidos, nos llamamos todos los días, incluso viviendo lejos.
P. Respecto a la fuerte unión con su familia, ¿Habla mucho con su sobrina, Carolina Herrera?
R. Sí, hablamos casi todos los días, día sí, día no. A partir de las tres de la tarde, la llamo.
P. ¿Cómo se encuentra Carolina tras el fallecimiento de Reinaldo?
R. Todavía sigue regular… poco a poco. Se repondrá.
P. ¿Su sobrina viene mucho a Madrid?
R. Sí, viene cada seis meses para ver a la familia. Tiene nietos aquí. Cuando viene comemos en restaurantes, vamos por la calle a las tiendas, vamos a Zara, que le gusta ir. Carolina dice que el corte de Zara es fantástico. Tu fíjate hace 3 años fuimos a Zara en Serrano a ver la ropa y al momento se acercó la directora de la tienda a saludarla, porque le habían comunicado que estaba Carolina en la tienda, y mandaban saludos directamente de Amancio Ortega, al que en cuestión de pocos minutos le comunicaron la presencia de Carolina y él respondió al instante, qué cosas. Para que veas la vigilancia que tienen, lo saben todo.
"A Carolina le encanta Zara, dice que el corte de las prendas es fantástico"
P. ¿Carolina sigue trabajando?
R. Sí, aunque se ha jubilado formalmente porque necesita descansar. Durante todos los días de su vida iba al despacho desde las 8:30 o 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde. Ahora ha delegado su trabajo en Wes Gordon, pero sigue supervisando todo, y viaja cuando puede. No olvides que tiene 502 tiendas en todo el mundo. A sus 86 años está estupenda.
P. ¿Cómo nace la Galería SEN?
R. Yo quería abrir una galería, y fue todo por casualidad. Conocí aquí en Madrid a una señora cubana en la Galería Kreisler, que estaba en la esquina de Serrano con Goya. Ella me presentó a una mujer que iba a abrir una galería, y estuve seis meses viendo cómo se trabajaba en una. Entonces, mis amigos pintores del grupo El Paso, formado por artistas y amigos como Gerardo Rueda, Eusebio Sempere, Manolo Millares, fueron los que me animaron a coger un local y abrir.
La galería fue muy bien. Yo no me fijaba en el resto, nunca me comparé con nadie y conseguí trabajar junto a muy buenos artistas.
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P. ¿Y cómo entra usted en contacto con la familia Kreisler?
R. Me hice muy amiga de los hijos de Kreisler, Juan y Jorge. Su madre, viuda, se había casado con este americano, y ellos tenían un padre biológico de apellido Pujol. Pasaron los años, y un día se presentaron los dos en mi galería. Me dijeron: “Eugenia, venimos a hacer tiempo aquí, porque vamos a conocer a nuestro padre biológico”. El caso es que su padre resultó ser el espía Garbo, el que dirigió el desembarco de Normandía. Un día, se fue a tomar café y desapareció durante treinta años y no le conocieron hasta ese momento.
P. ¿Siempre tuvo una mirada especial hacia la gente joven?
R. Siempre. Me encanta la gente joven. Les ayudé muchísimo. Para mí, los jóvenes son el futuro. ¡Los viejos no me interesan nada! —dice riéndose—. Veo un viejo y cruzo de acera.
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P. Fue parte de las mujeres pioneras que formaron las galerías de arte de Madrid, ¿a qué logros y obstáculos se enfrentó al empezar?
R. Jamás tuve ningún problema, ni inspección, ni nada. Ni siquiera tuve censura. Hice una exposición con Úrculo de mujeres desnudas, hasta había un cuadro de dos lesbianas. Nadie me dijo nada, ni me censuraron ni nada. Ni siquiera sentí machismo ni racismo, ni siquiera siendo sudamericana.
P. ¿Cómo vivió la Movida madrileña y cómo compara a los jóvenes de entonces con los de ahora?
R. Fue una época muy buena, para todos. Los jóvenes de por aquel entonces no tenían grandes problemas. Querían sobresalir, hacer cosas, crear, pero no tenían problemas económicos. Ahora tenemos un problema: los jóvenes no tienen vivienda.
Se hacían muchas fiestas, acudían personalidades de todos los ámbitos, desde el presidente de la Banca March hasta diferentes artistas. Yo hacía muchas en mi galería.
"En la Movida los jóvenes tenían acceso a la vivienda, ahora no"
P. ¿Cómo distinguía a un artista bueno de uno malo?
R. Pues chico, no lo sé… Por ejemplo, cuando presentamos el homenaje a Rothko con cuatro tablas de Nacho Criado. Yo venía de ver la exposición de Rothko en Nueva York, y venía emocionada porque se acababa de suicidar Rothko. Y cuando veo lo de Rothko aquí, pensé: ¿Quién es este tío? Era Nacho Criado. Uno nunca sabe.
P. Usted fue muy amiga de Salvador Dalí, ¿Cómo lo conoció?
R. Lo conocí por Enric Sabater, un fotógrafo que iba por las galerías sacando fotos y a quien recomendé. Más tarde, se convirtió en apoderado de Dalí y me lo quiso presentar. Me llevó al Hotel Palace y allí lo conocí.
Cuando le conocí, estaba cubierto con piel de tigre. Era surrealista, pero no lo fingía; era así de verdad. Nos hicimos muy amigos, el me tenía en cuenta y me llamaba mucho.
P. ¿Cómo era la personalidad de Dalí?
R. Dalí era lo más inteligente que te puedes imaginar, parecía saber lo que iba a pasar el día de mañana. Aunque parecía normal, me imagino que debía de ser complicado, todos parecemos normales hasta cierto punto.
Vivió estupendamente, ya tenía renombre, aunque en España le tenían manía y decían que era franquista porque le hizo un retrato ecuestre a la hija de Franco. Él solía decir: “Picasso es comunista, yo tampoco”, aunque Picasso no era ni comunista ni nada.
El día que me llamó en el Palace para hacer los cuadros de Iberia, por poco se mueren los dos modelos porque se envenenaron con la pintura. Ahí me acompañó Eduardo Úrculo, el pintor, y fue allí donde conoció a una chica que siempre iba con Dalí: la cantante Amanda Lear. Él no tenía romances, solo amigos. Dalí solo quería a su Gala.
P. ¿Cómo fueron sus vacaciones en Figueres con Dalí?
R.Comíamos y luego íbamos a tomar café en un sitio siniestro, al lado del matadero de cerdos. Pasaban los camiones directo al matadero, llenos de cerdos chillando. Aquello era horroroso, pero era lo que le gustaba a él. Le gustaba ese café, no sé por qué, un café normal y corriente con una terraza.
También íbamos mucho a Museos como el suyo en Figueres Dalí, incluso fui a la inauguración y todo. Jamás le vi pintar.
"Dalí parecía saber lo que iba a pasar el día de mañana, era impresionante"
P. ¿Era Dalí una persona surrealista o una parodia?
R. Él era surrealista de verdad y tenía actos surrealistas. Presencié uno muy surrealista durante un almuerzo en el restaurante al que íbamos siempre. Le preparaban su mesa en un reservado y, cuando le avisaron de que Gala venía a comer (porque ella casi nunca lo hacía), rápidamente pidió unas flores y miel.
Cuando vio que Gala llegaba, le puso miel por encima y rápidamente se lo ofreció. Me quedé con la boca abierta. Gala lo miró, pero no dijo nada, ella sabía cómo era su personalidad. Nunca le vi reírse, no era sarcástico. Esos actos eran en serio.
P. ¿Cómo es a día de hoy su relación con gente de la Movida?
R. La Movida madrileña me ha dejado a los amigos de siempre. Sigo saliendo a todos lados. A Mario y Olvido los veo mucho; son estupendos, me invitan a todos lados, a los cumpleaños y comemos mucho cerca de casa. Mario todavía no se ha recuperado del todo, de su caída, sigue renqueando de la vista.
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P. ¿Tiene alguna anécdota divertida de Alaska y Mario que recuerde con cariño?
R. Una de sus anécdotas más divertidas fue cuando mi sobrina Carolina vino a una fiesta con Reinaldo. A la entrada Reinaldo consideró que había una pareja muy rara, y le dijo a Carolina extrañado: "Esa pareja tan rara te aseguro yo que son amigos de tu tía Eugenia". Se acercó a la pareja y les preguntó: "¿Ustedes conocen a Eugenia Niño?". La pareja, resultó ser Olvido y Mario, y este exclamó: "No solo la conocemos, la veneramos". Reinaldo y Carolina se quedaron con la boca abierta, -dice Eugenia que no podía evitar reír entre carcajadas-. Reinaldo me llamó riéndose de la anécdota, era un hombre muy especial, señala Eugenia.
"Cuando Reinaldo Herrera le preguntó a Mario Vaquerizo si me conocía, Mario le dijo que no solo eso: me veneraba"
P. ¿Qué tal es su relación con Miguel Bosé y qué piensa de sus declaraciones polémicas?
R. Su madre Lucía era mi gran amiga, siempre que iba con ella por la calle todo el mundo la paraba. Con Miguel fui el año pasado a Arco. No vimos nada, por supuesto, porque la prensa lo cabreó con preguntas fuera de lugar. Respecto a sus declaraciones que crea lo que quiera. Ha pasado por una mala época, pero sigue creyendo que cada vez que uno se ponía una vacuna se iba a morir. Me da un poco igual.
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P. ¿Cuál es el artista más talentoso que ha conocido?
R. He conocido a muchos, pero es imposible responder a esa pregunta. Si hablas de inteligencia, de saber lo que puede haber en el futuro y conseguirlo, el más impresionante es Manolo Valdés. Ese tipo tiene una inteligencia impresionante.
Eugenia Niño, fundadora de la histórica Galería SEN en 1969, es una de las pioneras del galerismo en nuestro país, que fue impulsado en su mayoría por mujeres. Ha sido testigo privilegiado de la evolución del arte español en el siglo XX, y figura clave de la vida cultural madrileña durante los años de la Movida. Lo ha visto todo y lo ha vivido todo. Desde su amistad con Salvador Dalí hasta su conexión familiar con Carolina Herrera, pasando por amistades con Costus, Alaska y Mario Vaquerizo o Miguel Bosé.