Detrás del carácter competitivo y del talento que lo llevó a la cima del pádel mundial,Juan Lebrón también guarda una faceta discreta y familiar. En lo sentimental, el jugador mantiene una relación estable con Alicia Genzor, zaragozana, azafata de vuelo de Iberia y modelo ocasional, según publicó el diario Hoy Aragón. La pareja prefiere mantenerse alejada del foco mediático, compartiendo apenas algunas fotografías en redes sociales y evitando el ruido que rodea al circuito profesional. Su relación, marcada por la discreción, refleja el lado más tranquilo de un deportista conocido por su intensidad dentro de la pista.
En una entrevista íntima con Josep Pedrerol en El Chiringuito TV, Lebrón, de 29 años, abrió las puertas de su vida más allá del deporte. El jugador andaluz reconoció su carácter inquieto y su necesidad constante de actividad. “Tomo cuatro o cinco cafés al día. Sí, estoy un poco nervioso”, dijo entre risas. Pero esa energía, que a veces se confunde con impaciencia, es la misma que lo ha convertido en uno de los nombres imprescindibles del pádel internacional. “No se puede jugar sin intensidad. Si no estás al cien por cien en los entrenamientos, no tienes ninguna oportunidad”, afirmó.
Su historia comienza lejos de los focos. Nacido en Martín de la Jara, un pequeño pueblo andaluz, Lebrón creció en una familia humilde y trabajadora. “Mi padre era vendedor ambulante. Vendía queso y jamón. También trabajaba con mi abuelo en el campo”, recuerda con orgullo. Su padre, Matías, exfutbolista y presidente de un club local, le inculcó la disciplina y el amor por el deporte. “Mis padres hicieron todo lo posible para que mis hermanos y yo tuviéramos una infancia perfecta. Lo lograron. Son mis dos ídolos”, confesó el jugador durante la entrevista.
La pasión por el pádel pronto se convirtió en una obsesión. “Estoy muy obsesionado. Ganar, perder, entrenar... todo está relacionado con el pádel”, admite Lebrón. Esa entrega total lo llevó a tomar una decisión drástica a los 15 años: dejar los estudios. “Recuerdo muy bien el día que se lo conté a mi madre. Estábamos en el coche. ¡Me dio una bofetada que jamás olvidaré!”. Aquel momento, lejos de desanimarlo, reforzó su determinación. Una psicóloga educativa convenció a su familia de que el joven tenía un propósito claro: “Les dijo a mi madre y a mi hermana: ‘Su hijo no va a continuar sus estudios. Quiere ser deportista’. Y era cierto”.
Antes de dedicarse por completo al pádel, Lebrón también destacó como futbolista. “Jugaba en pista cubierta y en pista grande. Me iba bien en ambas”, recordó. Pero fue el ambiente de los torneos de pádel lo que terminó conquistándolo. “Íbamos en autobús con los monitores a Madrid, Badajoz o Málaga. Vivíamos momentos mágicos. Los entrenadores eran como nuestros padres”. Entre risas, añadió un recuerdo más personal: “Teníamos una perra. Le tiraba pelotas en el jardín. Se escapó varias veces. Jugábamos con ella todo el tiempo”.
A los 17 años, con la madurez de quien sabe lo que quiere, se mudó solo a Madrid. “Sabía que tenía que ir allí para triunfar. En Madrid están los mejores jugadores, los mejores entrenadores, todo lo que uno puede desear”. Se integró en un internado deportivo junto a jóvenes promesas del deporte, incluso del Real Madrid. Los primeros meses fueron duros, pero pronto se adaptó. “Extrañé a mis padres, pero luego me sentí libre. Nos dejaron gestionar nuestros propios horarios”. A partir de entonces, el pádel se convirtió en el centro absoluto de su vida.
Detrás del carácter competitivo y del talento que lo llevó a la cima del pádel mundial,Juan Lebrón también guarda una faceta discreta y familiar. En lo sentimental, el jugador mantiene una relación estable con Alicia Genzor, zaragozana, azafata de vuelo de Iberia y modelo ocasional, según publicó el diario Hoy Aragón. La pareja prefiere mantenerse alejada del foco mediático, compartiendo apenas algunas fotografías en redes sociales y evitando el ruido que rodea al circuito profesional. Su relación, marcada por la discreción, refleja el lado más tranquilo de un deportista conocido por su intensidad dentro de la pista.