Jorge Vázquez: "Las novias no pueden seguir las tendencias de moda. Una boda es tradición"

Jorge Vázquez recibe a Vanitatis en su showroom de Madrid en medio de los preparativos para la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. "Es la peor semana para mí. Dos colecciones, dos marcas... El trabajo se multiplica y lo que más pena me da, tanto esfuerzo para algo menos de quince minutos". El gallego, al frente de la marca de moda que lleva su nombre y director creativo de Pertegaz desde 2020, presentó, la semana pasada, las nuevas propuestas para el otoño-invierno de 2023-2024 de ambas firmas. Por si fuera poco, en este contexto y para celebrar sus veinte años en la industria, también organizó una exposición retrospectiva: "De lo que más orgulloso estoy de estas dos décadas de trabajo es que he sido coherente con mi estilo".

Después de varias temporadas de vacío nupcial, el mago de la costura española cerró su desfile en la pasarela madrileña con un vestido de novia: "Mis novias son mi carta de presentación". Eso y una fuente de ingresos inagotable. Mujer de la jet set, de la aristocracia e incluso de la realeza que se casa, mujer que desea y quiere que su traje lleve la firma de Jorge Vázquez.

"Hace quince años me llegó mi primer encargo. Una amiga, Blanca Unzueta, me contó que su hermano se casaba con una chica de Bilbao, Carolina Artola, y me preguntó si podía hacerle el traje. Nunca había diseñado un vestido de novia, pero le dije que viniera a verme y fue un flechazo. A partir de esa boda, de ese primer vestido, me llegaron treinta encargos más", recuerda el gallego. Tal fue el boom de ese modelo nupcial inicial que, en palabras de Vázquez, "llegó un momento que diseñaba más de 120 vestidos de novia al año".

En paralelo, desfiles, colaboraciones, colecciones y trajes a medida para invitadas, madrinas y clientas selectas. Una oportunidad, la de crear el vestido de novia de Artola y labrarse un camino en el sector de las bodas, que a Jorge pilló por sorpresa: "Por aquel entonces, no tenía equipo de confección ni patronaje para novias y tuve que montarlo sobre la marcha".

Adentrarse en el universo nupcial no impidió que el éxito y la popularidad de Vázquez como diseñador siguiera aumentando. Coetáneo de otros modistos que hoy han desaparecido de la parrilla de moda nacional, al gallego le costó asumir las críticas: "Me tildaban de comercial, de no arriesgar, de no ser alternativo y solamente diseñar para las pijas. Con el tiempo, veinte años de carrera, puedo admitir que estoy satisfecho porque siempre he sido fiel a mí mismo, a mi estilo. Diseño para una mujer que quiere sentirse guapa, que valora la costura y que busca que sus prendas no pasen de moda".

Atemporalidad y calidad, estas son sus dos máximas de trabajo: "Echo la mirada atrás y veo que mi ropa, mis prendas, han perdurado en el tiempo y estoy orgulloso de ello". Trabajó a las órdenes de Antonio Pernas y Ángel Schlesser con el ejemplo de Balenciaga, Chanel y Dior siempre como inspiración: "Para mí, la época dorada de la moda fueron los años 50".

Una filosofía que traslada, y de manera tan impecable como brillante, a los vestidos de novia, cada vez más selectos y contados (el año pasado, realizó unos ochenta), que idea cada temporada. Ahora sí, tiene que elegir: "Solo hago las novias con las que me puedo lucir, con las que siento una conexión especial. Prefiero hacer menos vestidos para bodas, pero que esos trajes sean de calidad y que presenten una costura perfecta".

Continúa: "Cuando una novia aterriza en el taller, me cuenta cómo va a ser su boda, dónde se casa y que le apetece llevar. A partir de ahí, dibujo unos bocetos y selecciono los tejidos. Nos volvemos a ver las caras en una segunda cita, ahí le muestro las ideas y, si le gusta alguna, se le pasa el presupuesto. Al aceptar, empiezan las pruebas. Cierto es que, al principio, vendes humo, porque no pueden probarse ningún traje. Jamás hago dos vestidos iguales, pero eso es bueno: las novias de hoy en día buscan la exclusividad, lucir un modelo ideado y creado para ella", cuenta Jorge Vázquez.

La exclusividad, un trato exquisito y personal -"quieren que te involucres en el que será el vestido de su vida"- y dos añadidos extra del modisto: "Jamás disfrazarlas y como en mis colecciones para invitadas, atemporalidad". Esta es la razón principal por la que Vázquez argumenta que "las novias no pueden seguir las tendencias de moda". Para explicárnoslo con un par de casos prácticos, recuerda cómo el vestido de novia de Diana de Gales, con esos grandes volúmenes y esos hombros exagerados, "pasó de moda años después" y, en cambio, el vestido de Grace Kelly es el mejor traje nupcial de la historia.

"Si las proporciones son bonitas, si el tejido es bonito, si está bien confeccionado y no hay ningún elemento de rabiosa actualidad, el estilismo perdurará en el tiempo y siempre te verás bien". Unas premisas que van en consonancia con la concepción de boda que tiene Jorge Vázquez: "Si la boda es por la iglesia, la novia tiene que seguir ciertas normas de protocolo. Soy muy tradicional para eso y espero que los novios cumplan". Como imprescindibles, "no pueden faltar velo y cola".

El vestido de novia que Jorge Vázquez creó para Sassa de Osma es, sin duda, el más conocido: "Nunca fui consciente de la repercusión que iba a tener". La diseñadora contrajo matrimonio el 16 de marzo de 2018 con Christian de Hannover en una ceremonia religiosa celebrada en Perú: "Salió en todos los medios de comunicación del mundo y, como el de otras mujeres de la realeza, quedará para la historia".

Lo cierto es que la peruana se debatía entre dos casas nupciales, una francesa y la española capitaneada por el modisto: "Me contó que tenía cita con un diseñador francés, pero también quería ver qué le podía aportar yo. Al volver de París, Sassa me confesó que aquel creador no le había convencido y que esperaba que mis ideas sí. Tenía una visión muy clara de lo que quería: un vestido de corte princesa para su boda con un príncipe. La ayudé a convertirlo en realidad".

El de Sassa de Osma es el más especial en el porfolio de Vázquez y lo ya mencionado, el vestido de novia que, a día de hoy, mayor proyección ha tenido. Por fantasear que no quede, y el diseñador nos confiesa que le hubiera gustado firmar el atuendo nupcial de Lauren Santo Domingo, un posible vestido de novia para Eugenia Silva, alguno de los trajes que llevó Carlota Casiraghi y hasta el look para la eminente boda de Tamara Falcó: "Le tengo mucho cariño y sé que le habríamos diseñado algo de su estilo".

Vive por, para y de la industria de la moda, y con los vestidos de novia encontró un filón que sigue regalándole éxitos día tras día, pero el de Betanzos mira al futuro con desconcierto. "En España la moda nupcial tiene los días contados. De aquí a diez años, nos vamos a quedar sin costureros, patronistas y cortadores. Nos estamos quedando sin oficios, esos de los que bebe la moda y que son vitales en el trabajo de un diseñador. El Gobierno debería tomar cartas en el asunto, proteger esos oficios e impulsar la formación profesional. Yo siempre digo que me encantaría que Marta Ortega montase la escuela de moda más importante del mundo, junto con la Universidad de La Coruña; la apoyaría con los ojos cerrados", sentencia. Mientras Jorge Vázquez se ilusiona con esa escuela de moda global, son muchas las mujeres que siguen soñando con, algún día, ponerse un vestido de novia que lleve su seña. Esperemos que no deje nunca de crearlos.