El rey Mohamed VI y su nueva familia: los hermanos Azaitar, tres boxeadores
Comparten, desde abril de 2018, su ocio con el monarca alauí, se van con él de vacaciones y hasta empiezan a desempeñar un papel de representación protocolaria
Los hermanos Abubakr y Ottman Azaitar, de 33 y 29 años, caminaron sobre la pista del aeropuerto, el 6 de noviembre pasado, encabezando la procesión de autoridades marroquíes que desembarcaron en El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental. Habían viajado hasta allí para celebrar el 44 aniversario de la Marcha Verde que permitió al rey Hassan II, el padre de Mohamed VI, adueñarse en 1975 de la mayor parte de esa colonia española.
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Tras bajar la escalerilla del avión, los hermanos fueron los primeros en saludar a la hilera de altos funcionarios y de notables locales que les dieron la bienvenida. Después ambos se subieron en el primer coche de la caravana oficial. Al volante se colocó Abdeslam Bekrate, el gobernador de la provincia, mientras que en los asientos traseros se instaló Hassan Abyaba, ministro marroquí de Cultura. Juventud y Deportes.
Los dos hermanos "eclipsaron" así a todos los demás asistentes, según el diario marroquí 'As Sabah' del 8 de noviembre. Fueron los protagonistas no solo en el aeropuerto sino a lo largo de todo el día, durante la gala futbolística en el estadio Jeque Mohamed Laghdaf, con la que se conmemora el aniversario, o exhibiéndose ante las cámaras de televisión, en las dunas del desierto, enarbolando una gran bandera marroquí. Abubakr Azaitar, más conocido por su diminutivo de Abu, ya había estado en 2018 en El Aaiún, pero entonces fue más discreto.
Su papel como maestro de ceremonias, resaltado por la televisión marroquí, suscitó algunas críticas prudentes en Marruecos porque no poseen ningún título para desempeñarlo. “Abu Azaitar debe permanecer alejado del Sahara porque no es útil para una causa que el Estado marroquí considera como la primera de la nación”, sostuvo, por ejemplo, el diario digital 'Goud'. En el extranjero las críticas son más mordaces. “El clan de los Azaitar daña al prestigio del Estado marroquí (…)”, afirmaba desde Canadá, en su videoblog, el marroquí Abderrahmane Adraoui.
¿Quiénes son esos Azaitar que en El Aaiún ocuparon la primera fila relegando a un segundo plano a todos los altos cargos empezando por el ministro que les acompañó? Los dos hermanos que viajaron a El Aaiún son profesionales de las Artes Marciales Mixtas (MMA, según sus siglas en inglés), un deporte de lucha que compagina el boxeo con el cuerpo a cuerpo. Hay un tercer hermano, Omar, que es su entrenador y mánager, pero que recientemente ha puesto en marcha algunos negocios en Marruecos.
Los tres hermanos –solo dos viajaron en noviembre al Sahara- franquearon las puertas del Palacio Real de Rabat el 20 de abril de 2018. El rey Mohamed VI, de 56 años, les recibió para celebrar la victoria de Ottman en el campeonato del mundo de la Brave Combat Federation y el ingreso de Aboubakr en la Ultimate Fighting Championship (UFC), la más importante liga mundial de este deporte, según informó la MAP, la agencia de prensa oficial marroquí.
La audiencia real tuvo lugar justo un mes después de que el semanario '¡Hola!' anunciase en exclusiva el divorcio del soberano y de la princesa Lalla Salma, una información que el Palacio Real no confirmó implícitamente hasta un año después. Durante la visita de Estado a Marruecos de los Reyes de España, en febrero pasado, Lalla Salma no estuvo presente. Hasta entonces sí había desempeñado el papel de primera dama durante las estancias en Rabat de otros jefes de Estado o de Gobierno extranjeros. Su ausencia corroboró el anuncio periodístico del divorcio.
Sus problemas con la justicia
Junto con sus éxitos deportivos, los hermano Aboubakr y Omar tienen también sólidos antecedentes penales, según publicaciones anglosajonas especializadas en artes marciales y artículos de la prensa de Colonia. Nacidos en esa ciudad renana en el seno de una familia de inmigrantes marroquíes, sus padres les matricularon no en un colegio alemán sino en la König Fahd Akademie, un centro de educación saudí hoy en día clausurado. Frecuentaban, en paralelo, los gimnasios del barrio.
Cuando aún eran menores, "en noviembre de 2003, (…) Abu Azaitar y su hermano Omar comparecieron ante un tribunal" de Colonia en “el que el primero fue acusado de infligir graves lesiones corporales y el segundo de robo (…)”, escribió, en julio de 2018, el periodista canadiense Karim Zidan, redactor-jefe de la publicación deportiva BloodyElbow.com. “Abu Azaitar, que entonces tenía 17 años (…), fue imputado por agredir brutalmente a un hombre de negocios, amenazar con matarle rociándole con gasolina y robar su [automóvil] Ferrari”, precisó BloodyElbow.com. Fue condenado, en junio de 2004, a dos años y tres meses de cárcel. A su hermano Omar le cayeron 20 meses y se libró de ingresar en prisión.
Abu Azaitar cumplió su condena y fue puesto en libertad en 2006, pero no acabaron ahí sus problemas con la Justicia. El año en que salió de la cárcel su hermano Omar y él “fueron acusados de participar en una pelea en un gimnasio dedicado a las artes marciales donde golpearon violentamente a un hombre hasta romperle la nariz”, añade BloodyElbow.com. Abu Azaitar fue además procesado por agredir a su novia en un mercado de Navidad golpeándola varias veces hasta reventar su tímpano, según el diario Kölniche Rundschau. Esta vez fue, sin embargo, absuelto.
Durante esa audiencia real, de abril de 2018, se produjo, aparentemente, un flechazo amistoso entre el soberano y sus tres invitados. El mismo día, era un viernes, el rey les llevó consigo a la mezquita Hassan de Rabat a hacer la Salat Joumoua (oración del viernes). Mandó colocarles en la segunda fila de los fieles, justo detrás de él y del príncipe heredero Moulay Hassan, y al lado de algunos de los principales dignatarios del reino.
Desde entonces, los hermanos Azaitar, y sobre Aboubakr, no se separan del rey. Cuando esta amistad empezó a germinar, el Palacio Real autorizó incluso la difusión, a través de canales oficiosos, de fotos en las que Mohamed VI posaba sonriente con el trío de deportistas durante un Iftar (cena con la que se rompe el desayuno durante el Ramadán), que les invitó a compartir, sentados en un sofá o de pie delante de la pintura mural de un robot.
Poco después, durante el verano de 2018, las fotografías desaparecieron, pero la prensa siguió publicando informaciones que demostraban que la amistad perduraba. El monarca pasó, por ejemplo, el primer fin de semana de julio con Abu Azaitar en Tánger. Se les vio pasearse en un automóvil descapotable, cenar a bordo de un velero en el puerto deportivo de Marina Bay e inspeccionar juntos el palacio Moulay el Mehdi para convertirlo en un real club deportivo cuya gestión sería puesta en manos de la familia Azaitar.
Los tres hermanos Azaitar viajaron también con el monarca a bordo del yate Al Lusial, que el emir de Qatar, el jeque Tamin ben Hamad Al Thani, puso, a principios de agosto de 2018, a disposición de Mohamed VI para que navegase en el Mediterráneo Occidental. Con tal motivo fueron presentados al emir y, un mes más tarde, sucedió otro tanto en Abu Dabi con Mohamed ben Zayed, el príncipe heredero y hombre fuerte de los Emiratos Árabes Unidos. Abu Dabi fue solo una escala en el camino de las islas Seychelles donde pasaron juntos sus vacaciones.
Desde hace ahora algo más de un año el Palacio Real es más discreto y los Azaitar ya no suben a las redes sociales sus fotos con el rey, pero estos siguen estando a su lado, omnipresentes, excepto cuando compiten en el extranjero. Cuando vence en sus combates, Abu Azaitar alaba a Mohamed VI y se desgañita desde el ring agradeciéndole su apoyo. Los tres hermanos fueron además vistos, e incluso fotografiados a hurtadillas, el pasado verano en la residencia real de Rincón, entre Tetuán y Ceuta. Estuvieron también en primera fila en la inauguración, el 14 de julio, del Badis I, el nuevo velero del rey de 70 metros de eslora, uno de los más grandes del mundo.
El monarca no acudió a la inauguración, por todo lo alto, del 3H’S Burger & Chicken, el restaurante desde el que se domina la Marina Bay tangerina, abierto por Omar Azaitar en un tiempo récord. Unos días después, el 7 de agosto, Mohamed VI tuvo, sin embargo, la deferencia de enviar a su hijo a almorzar allí dando así a conocer aún más el nuevo local que se anunció también en toda la ciudad.
La desenvoltura con la que los boxeadores tratan a Mohamed VI quedó puesta de manifiesto en octubre, en una crónica de 'Al Ousboue Assahafi', el principal semanario marroquí: “Abu Azaitar no respeta el protocolo del Palacio Real y no saluda al rey como lo hacen los demás marroquíes”. Mustafa Alaoui, el director de la publicación, volvió a la carga el mes pasado: “Esta presencia [de los hermanos] rebasa hoy en día la mera amistad porque Abu Azaitar acompaña a Mohamed VI en muchos de sus desplazamientos a través del país y las puertas de los palacios reales le están cada vez más abiertas, a él y a sus hermanos, hasta el punto de que algunas fuentes empiezan a especular sobre su nombramiento como guardaespaldas del soberano (…)”.
Sean guardaespaldas o amigos íntimos, lo cierto es que la cercanía al rey del clan Azaitar y los privilegios de los que gozan suscitan murmullos y cotilleos en la alta sociedad marroquí y en las redacciones de los periódicos. “Solo se habla de esto y se especula constantemente”, comenta el director de un diario digital. La presencia permanente de estos amigos a su lado ha incitado a Mohamed VI a recortar sus estancias privadas en el extranjero que además suscitaban cierto malestar del que la prensa osó tímidamente hacerse eco. En 2017 batió un récord pasando prácticamente la mitad del año fuera del país. Que permanezca en casa o que viaje, su actividad diplomática es, de todas formas, restringida. Las visitas de personalidades extranjeras de primer nivel a Marruecos son ahora escasas comparadas con el ritmo que alcanzaron en los primeros años de su reinado.
El soberano ni siquiera recibió en audiencia, el 5 de diciembre, en contra de lo que había sido anunciado, a Mike Pompeo, el secretario de Estado norteamericano que estuvo en Rabat ese día. Estaba de vacaciones, siempre con los Azaitar, en su residencia de Pointe-Denis, en el estuario de Komo (Gabón), y no volvió a tiempo a la capital. Cuando regresó permaneció allí cinco días antes de reanudar sus vacaciones, esta vez entre París y el castillo familiar de Betz, al noreste de la capital francesa.
Fuentes diplomáticas estadounidenses explicaron al diario digital marroquí 'Hespress' que la audiencia real, que debía prolongarse con una cena, no se celebró a causa de una “incompatibilidad de las agendas” y de “un problema de desfase horario”, una alusión a la presencia del rey en el extranjero. Pompeo se añadió así a la lista de los dignatarios extranjeros que se marcharon de Rabat frustrados por lo haber visto al jefe del Estado, desde el primer ministro turco, Recep Erdogan, en junio de 2013, hasta el jefe del gobierno ruso, Dimitry Medvedev, en octubre de 2017.
Los colaboradores del monarca, preocupados
Esta omnipresencia de los boxeadores tiene en vilo a los más estrechos colaboradores del monarca, el principal consejero real, Fouad Ali el Himma, y el máximo responsable de la seguridad, Abdellatif Hammouchi. Temen que los germano-marroquíes, educados en los gimnasios de la periferia de Colonia, no cometan alguna metedura de pata que trascienda y salpique al trono de los alauitas, según indican fuentes conocedoras del Palacio Real.
En los salones de la burguesía de Rabat o de Casablanca, donde se habla de lo que algunos describen como “la nueva familia del rey”, también preocupa el lugar preponderante de los Azaitar. Carecen de ideas políticas sobre cómo gobernar el país, pero acaparan al jefe del Estado y ejercen sobre él una cierta influencia cuando se trata, por ejemplo, de seleccionar a las personas que ha de recibir. Han comenzado además a desempeñar un papel institucional como quedó puesto de manifiesto en el Sahara Occidental a principios de noviembre. Fueron Abubakr y Ottman Azaitar los que, relegando al ministro de turno y al gobernador, ostentaron en el protocolo la representación de facto del rey y también a ojos de la opinión pública.
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Más allá de los salones y de las redacciones de los periódicos, el hombre de la calle en Marruecos no siempre ha oído hablar de los Azaitar. Aun así en los campos de fútbol y en las redes sociales, cada vez más marroquíes denuncian la corrupción y arremeten incluso abiertamente contra el rey aprovechando el anonimato que ofrece Internet o la muchedumbre amontonada en las gradas.
Algunos osan hacerlo abiertamente como el rapero Mohamed Mounir, más conocido por su nombre artístico de Gnawi, o el youtuber Mohamed Sakkaki, cuyo seudónimo es Moul Kaskita. “¿Qué hemos conseguido desde tu entronización en 1999?”, se preguntaba este último dirigiéndose al soberano en un vídeo que fue visto por 300.000 internautas en las primeras 48 horas. “Opresión, miseria y cárcel si critico la política del rey (…)”, se contestaba a sí mismo. Kaskita fue enviado a prisión a principios de diciembre y Gnawi, un mes antes, en noviembre.
Los hermanos Abubakr y Ottman Azaitar, de 33 y 29 años, caminaron sobre la pista del aeropuerto, el 6 de noviembre pasado, encabezando la procesión de autoridades marroquíes que desembarcaron en El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental. Habían viajado hasta allí para celebrar el 44 aniversario de la Marcha Verde que permitió al rey Hassan II, el padre de Mohamed VI, adueñarse en 1975 de la mayor parte de esa colonia española.