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Máxima de Holanda rescata un Valentino de hace diez años (y con guiño a Charlène)
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VIAJE DE ESTADO A ALEMANIA

Máxima de Holanda rescata un Valentino de hace diez años (y con guiño a Charlène)

La argentina ha lucido este martes para un concierto un vestido que solo había llevado una vez, en 2011, para la fiesta de la boda de los príncipes de Mónaco

Foto: Máxima y Guillermo de Holanda, este martes en Berlín. (EFE)
Máxima y Guillermo de Holanda, este martes en Berlín. (EFE)

Si algo está teniendo el viaje de Estado que están realizando Guillermo y Máxima de Holanda en Alemania, es que la argentina no deja de sorprendernos. Su visita está siendo un despliegue de su esencia estilística, desde el maxitocado lucido este martes por la mañana hasta la recuperación de la tiara para la cena de gala que tuvo lugar el lunes. Pero quizá se lleva la palma el outfit que ha escogido este martes para asistir a un concierto de la Royal Concertgebouw Orchestra junto al rey Guillermo, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y su esposa, Elke Budenbender. Porque ha rescatado de su armario un vestido de Valentino que tiene nada más y nada menos que diez años, además de un pequeño guiño a una de sus homólogas, la princesa Charlène de Mónaco.

Se trata de un diseño en color azul pastel de tela de encaje, con falda en capas y ligeros volantes y escote palabra de honor. Y lo teníamos casi borrado de nuestra memoria, puesto que Máxima lo tenía bien guardado en su ropero. Solo se lo había puesto una vez, hace justo ahora una década. El motivo fue la boda de Alberto de Mónaco y Charlène. Concretamente, de todas las celebraciones de las que constó, lo eligió para la última, la cena que tuvo lugar el día 2 de julio de 2011, posterior a su enlace religioso. Así que, ya ven, no hay duda de que el vestido es de gran calidad, puesto que ha soportado el paso del tiempo de forma excelente, pero también era un diseño atemporal, porque también ha aguantado el paso de las modas.

placeholder Guillermo y Máxima de Holanda, este martes en Berlín. (EFE)
Guillermo y Máxima de Holanda, este martes en Berlín. (EFE)

Pero también, por qué no decirlo, no solo parece que no han pasado los años por este espectacular diseño de Valentino. Porque, aparte del mérito que supone enfundarse en un vestido que tiene nada menos que una década, Máxima está incluso más favorecida con él que hace ahora diez años. Claro que su vida ha cambiado bastante desde que lo estrenara, puesto que en la boda de Alberto y Charlène de Mónaco era aún princesa de Orange y no se atisbaba la abdicación de su suegra, la entonces reina Beatriz, que dejaría paso a su hijo -y con él a su nuera- para ocupar el trono. Había cumplido 40 años por aquel entonces. Este martes ha vuelto a lucirlo convertida en reina consorte de los Países Bajos y luciendo sus 50 años orgullosa y entregada a su papel en la monarquía.

placeholder Máxima de Holanda, con su vestido en 2011. (Cordon Press)
Máxima de Holanda, con su vestido en 2011. (Cordon Press)

Curiosamente, Máxima de Holanda ha lucido este Valentino de hace diez años con las mismas joyas que escogió para la fiesta de Alberto y Charlène, a excepción de la tiara, de la que ha prescindido para esta velada musical junto al presidente alemán y su esposa. Se trata de un collar con enormes aguamarinas en forma de rombo y cuadradas y unos pendientes largos y rígidos rematados con la misma piedra. Y, por supuesto, también tienen su historia, al igual que la tiara que Máxima lucía el lunes por la noche en la cena de gala en el palacio presidencial.

La reina Juliana, abuela del rey Guillermo Alejandro, era una auténtica amante de las aguamarinas, una piedra con un característico tono azul que se encuentra especialmente en Brasil y en algunos países africanos, como Madagascar, Mozambique, Zambia o Nigeria. Pues bien, además de las muchas que tenía y que le regalaban frecuentemente amigos y familia, conocedores de cuánto le gustaban, la reina Juliana tenía especial aprecio por dos aguamarinas de corte briolette que le regaló la baronesa Armgard von Cramm, la madre del príncipe Bernardo, su marido, precisamente para su boda. Esas aguamarinas pasaron a formar parte del joyero real y son las que este martes lucía la reina Máxima.

placeholder La reina Máxima de Holanda, este martes en Berlín. (EFE)
La reina Máxima de Holanda, este martes en Berlín. (EFE)

Pero la historia familiar de esta joya no acaba aquí, ya que las aguamarinas iban engarzadas en unos pendientes de diamantes que también tienen un gran valor sentimental para la argentina, ya que fueron un regalo del rey Guillermo Alejandro en 2009. Se trata de un diseño que permite intercambiar las piezas que lo rematan, por lo que la argentina ha llevado esos pendientes en varias ocasiones, también combinados con otro tipo de piedras, como pequeños corales. Aunque no podemos negar que, para esta velada musical, los pendientes y el collar del joyero real se han quedado en un segundo plano, completamente eclipsados por el vestido de Valentino que Máxima ha querido rescatar diez años después de su estreno.

Si algo está teniendo el viaje de Estado que están realizando Guillermo y Máxima de Holanda en Alemania, es que la argentina no deja de sorprendernos. Su visita está siendo un despliegue de su esencia estilística, desde el maxitocado lucido este martes por la mañana hasta la recuperación de la tiara para la cena de gala que tuvo lugar el lunes. Pero quizá se lleva la palma el outfit que ha escogido este martes para asistir a un concierto de la Royal Concertgebouw Orchestra junto al rey Guillermo, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y su esposa, Elke Budenbender. Porque ha rescatado de su armario un vestido de Valentino que tiene nada más y nada menos que diez años, además de un pequeño guiño a una de sus homólogas, la princesa Charlène de Mónaco.

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