La historia de la herencia Greville: el origen de las joyas más famosas de los Windsor
Algunas de las joyas más famosas que todavía lucen las mujeres Windsor llegaron a sus manos gracias a una herencia. Descubrimos un poco más sobre su legado
Las joyas reales son únicas para captar nuestra atención, cuanto más sabemos sobre ellas, más queremos descubrir, porque sabemos que lo que conocemos apenas es la punta de un gran iceberg que todavía tiene muchos misterios ocultos que nos encanta ir descubriendo y disfrutando. Así lo confirman historias como la de la herencia Greville, a la que pertenecen algunas de las joyas más famosas de los Windsor.
Sucede algo parecido con los palacios y castillos, su propia historia transcurre en paralelo a la de la familia, tal y como se ve al conocer algunas de las leyendas que encierran, aunque es más evidente en algunos casos que en otros, como sucede con los misterios que envuelven al castillo de Glamis o los recuerdos que quedan de la familia real británica en el palacio de Herrenhausen. Leyenda e historia van entretejiéndose hasta hacer imposible separarlas, pero es en la segunda en la que vamos a centrarnos en esta ocasión, pues es más que suficiente para atraer a los más curiosos.
No hablamos de joyas desaparecidas hace años, aunque está claro que no se tiene conocimiento público de todas las piezas que formaron la colección protagonista de estas líneas. A día de hoy no es raro ver cómo las mujeres de la familia Windsor escogen estas piezas, diademas, collares o pendientes para lucir públicamente, pues ahora se han convertido en un legado de familia que todas lucen con orgullo, incluso en las ocasiones más especiales.
Esta es una historia de amistad, la surgida entre Margaret Greville y la reina madre, pero también de orgullo y de una necesidad de pasar a la historia que se vio saciado con creces, pues el nombre Greville siempre quedará ligado al Windsor y no hay duda de que este último es de los que no se olvidan. Margaret, nacida en 1863, hija de un multimillonario del sector cervecero inglés y su amante, fue una joven bien educada, con los mejores tutores. Toda la vida buscó pertenecer a los ambientes que rodean a la realeza y su ascenso social le llegó tras su matrimonio tardío con Ronald Greville, cercano a la corte.
Así fue como ella pudo desarrollar cercanas amistades con diferentes miembros de la realeza, como la propia reina madre. Ronald moriría de una neumonía solo 17 años después de su enlace, un matrimonio que no dejó hijos, y Margaret no volvería a casarse. Filántropa, coleccionista de joyas y muy bien posicionada, su testamento causó una gran curiosidad, y un gran estupor en la reina madre al saberse beneficiaria. Hablamos del año 1942 y las cosas en Europa estaban bastante agitadas, las penurias de la Segunda Guerra Mundial eran muchas y esta cuantiosa herencia para la monarca no fue del todo bien recibida por la sociedad. Todo estaba en orden, pero a pesar de ello, la familia no lució ninguna de las piezas hasta después de finalizado el conflicto.
Como apuntábamos antes, se desconoce exactamente el volumen de este legado, pues únicamente algunas de esas joyas han sido usadas públicamente, pero se estima que pueden ser un total de 60 piezas, aunque tampoco se descarta que sean muchas más. Algunas de ellas todavía las siguen luciendo de forma habitual y otras las hemos podido ver hace muy poco en alguna boda real. A esta colección pertenece la tiara de platino, diamantes y esmeraldas que escogió la princesa Eugenia para su boda con Jack Brooksbank. De esmeraldas es también uno de los collares que forman parte de la colección y que ha lucido, con modificaciones, Isabel II.
Otra de las estrellas de esta colección, la tiara de panal de abeja Greville, la hemos visto sobre la cabeza de Camilla Parker-Bowles, motivos no le faltan, pues su familia también era muy cercana a los Greville. Creada por la joyería Boucheron, era una de las piezas preferidas de la reina madre que incluso quiso ampliarla añadiendo unas hornacinas con diamantes de gran tamaño, logrando así un aspecto más regio. También en alguna ocasión ha lucido el collar festón Greville, una pieza que Isabel II, a cuyas manos pasaron todas, le cedió. En origen solo tenía dos filas de diamantes engarzados, actualmente tiene cinco.
También Kate Middleton se ha atrevido con una de las joyas más llamativas (por el color) de Isabel II. Hablamos del collar ‘bandeau’ floral de rubíes y diamantes que la duquesa de Cambridge ha llevado en alguna ocasión, una joya que destaca por su forma en V que sigue la línea del escote, lo que hace de ella una pieza bastante atrevida. Este fue el motivo por el que fue acortado, logrando así que fuera un poco más modesto.
Muchas de estas piezas le fueron entregadas a Isabel II para su boda con el duque de Edimburgo, con quien ha permanecido casada hasta la muerte de este en abril de 2021. Mención especial merecen los pendientes chandelier, una pieza que la propia Margaret pidió modificar para darle un mayor aspecto ‘art déco’, un conjunto único con diamantes de una gran variedad de cortes como esmeralda, pera, trapecio, baguette…
Una colección que pasó a la historia desde antes incluso de cambiar de manos, pues antes de integrar el joyero de la familia real, ya era más que digna de admirar.
Las joyas reales son únicas para captar nuestra atención, cuanto más sabemos sobre ellas, más queremos descubrir, porque sabemos que lo que conocemos apenas es la punta de un gran iceberg que todavía tiene muchos misterios ocultos que nos encanta ir descubriendo y disfrutando. Así lo confirman historias como la de la herencia Greville, a la que pertenecen algunas de las joyas más famosas de los Windsor.
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