Muere Madeleine Albright, la refugiada checa de los mil broches que dirigió la diplomacia de EEUU

Hoy el mundo de la política está de luto. Madeleine Albright, refugiada checa y primera mujer en dirigir la diplomacia de Estados Unidos, ha muerto este miércoles a los 84 años, tras una larga lucha contra el cáncer. Ejerció su cargo en el mandato de Bill Clinton, más concretamente durante los años 1997 y 2001, y tras ser embajadora en las Naciones Unidas. Su talante conciliador, su arrolladora simpatía, su incansable lucha a favor de los derechos humanos y su condición como feminista convirtieron a Albright en una de las figuras más influyentes del siglo XX.

Nacida en Praga en 1937 en el seno de una familia checa de clase media-alta, su nombre real era Marie Jana Korbelová. Hija de refugiados, Joseph Korbel, el padre de Albright, era diplomático, por lo que su familia y ella se vieron obligados a huir de su país en dos ocasiones. De la antigua Checoslovaquia en 1939 a Londres con la invasión nazi y otra vez más en 1948, cuando los comunistas tomaron el país. Con 11 años llegó a EEUU para cumplir el tan deseado sueño americano, lo que seguramente no imaginaba esa niña es que con el paso del tiempo acabaría siendo una de las mujeres más poderosas de aquel país.

Ya establecida en Estados Unidos y empezando una nueva vida, en la escuela destacó como estudiante. En la etapa adulta se graduó en Ciencias Políticas en la universidad privada de Wellesley, un centro elitista solo para mujeres y en el que más tarde estudiaría Hillary Clinton, y se doctoró en la de Columbia. Después se dedicó a la docencia, asesoró en política exterior al presidente Jimmy Carter y a varios candidatos demócratas. Entre ellos un joven Bill Clinton, que sería el encargado de catapultar su carrera, primero como embajadora ante las Naciones Unidas y después como secretaria de Estado.

En lo personal, Madeleine Albright se casó en 1959 con Joe Albright, un magnate de la prensa norteamericana, con el que tuvo tres hijas y del que posteriormente se divorció en 1983, aunque siempre conservó su apellido.

Entre sus logros destacan que influyó considerablemente en la política estadounidense en Bosnia y Herzegovina y en el Medio Oriente; fue quien diseñó el plan de entrada de Polonia, Hungría y la República Checa en la OTAN a finales de la década de los noventa; apostó por reducir los arsenales de armamento nuclear, y en el año 2000 alcanzó otro gran hito para la historia de la diplomacia al reunirse con Kim Jong-il, el entonces líder de la Corea del Norte comunista, durante una visita oficial de Estado a ese país tras la Guerra Fría.

Abandonó el cargo de secretaria de Estado en 2001, pero nunca dejó de trabajar y se mantuvo activa hasta el momento de su muerte. Escribió libros, ejerció como analista política, fue presidenta de la consultora estratégica Albright Stonebridge Group, un grupo que ella mismo fundó, y también profesora de la Universidad de Georgetown.

En cuestiones de estilo, Madeleine Albright hizo de su colección de broches una seña de identidad y algo más, una manera de lanzar mensajes subliminales. Es más, no consentía aparecer en un acto público sin portar una de esas joyas en la solapa de sus chaquetas. En declaraciones a ShareAmerica, un medio de comunicación estadounidense, la propia Albright confesó que esos broches servían como "suaves instrumentos de diplomacia, herramientas de enseñanza y una forma diferente de comunicación. La mayoría de las veces transmiten sentido del humor, que a menudo es necesario en las negociaciones".

Serpientes enroscadas, cruces con incrustaciones de pedrería, ramilletes de flores, insectos, animales trepadores, corazones, estrellas, el rostro de la estatua de la Libertad y hasta uno en forma de misil decorado con fragmentos de cristal que simbolizaba el techo de cristal que rompió al convertirse en la primera mujer secretaria de Estado de Estados Unidos.