¿Un limpiador sólido es lo mismo que una pastilla de jabón de toda la vida?

En los últimos años, las fórmulas sólidas de belleza se han colado en nuestras vidas y las razones que explican su popularidad son numerosas: tienen un coste asequible, cunden mucho, conquistan diferentes categorías de producto (literalmente te puedes mimar con ellas de pies a cabeza), pero sobre todo responden a la imperiosa necesidad de caminar hacia un consumo más responsable y respetuoso con el entorno.

Si te sientes identificada con ese objetivo, es probable que estés más que acostumbrada a chequear la lista de ingredientes de cada referencia, investigar sobre su procedencia, valorar su impacto en el medioambiente sin olvidarte del packaging…

Según Paola Gugliotta, master en genética por la Universidad de Harvard y directora de estrategia y desarrollo de The Today Project, la principal razón de las referencias de esta cosmética compacta “radica en la eliminación del agua de la formulación, lo que conlleva una serie de beneficios medioambientales significativos”.

Si bien es cierto que la escasez de agua es una realidad conocida por todos, la experta explica que los pros de la filosofía de la belleza water-free van más allá y se pueden resumir en tres puntos:

• Una menor huella ambiental. Al prescindir del agua, “se reduce la necesidad de transportar grandes cantidades de este recurso”.
• Un mínimo uso de conservantes. Ya sabes que el agua es el medio ideal para el crecimiento de bacterias y microorganismos, así que si la obviamos en la receta, “contribuye a reducir la cantidad de conservantes empleados en la cosmética, lo que a su vez disminuye el impacto negativo en el medioambiente”.
• Packagings reducidos. Las referencias sólidas no requieren de envases plásticos, lo que se traduce en “disminuir la cantidad de residuos generados por la industria”.

Por último, Natalia Olmo, fundadora de la firma ecológica Maminat, reconoce que tampoco podemos olvidar que “logísticamente, esta cosmética también es beneficiosa para las propias marcas, ya que apenas pesa y no se rompe, por lo que resulta más económica”.

Con todas esas premisas, y ante el actual boom de la llamada cosmética sólida, surge la gran duda: ¿no es igual que la pastilla de jabón que siempre se ha usado en casa? Natalia Olmo afirma que “aunque los términos 'jabón en pastilla' y 'cosmética sólida' a menudo se utilizan de manera intercambiable, es clave comprender que la diferencia en sus métodos de elaboración es significativa”. A priori, el concepto puede parecer el mismo, pero hay que ir más allá.

Pastilla de jabón vs. cosmética sólida

Pedro Catalá, cosmetólogo, doctor en farmacia y fundador de Twelve Beauty, explica que en un jabón se produce por el proceso químico de la saponificación en el que “los triglicéridos presentes en los aceites vegetales reaccionan con un compuesto a pH alto como la sosa cáustica, dando origen al propio jabón y a otros elementos. Se puede elaborar en frío o en caliente y es un proceso relativamente fácil que nos permite aprovechar al máximo el poder de los aceites”.

Entre sus beneficios destaca que lavan muy bien, ya que consiguen arrastrar moléculas de suciedad y se suelen enjuagar mejor. Sin embargo, indica que “para que resulten compatibles con la delicada composición de la piel, precisan de varias semanas con el fin de que su pH final disminuya”, concluye el experto.

Para explicar las bases de la cosmética sólida, debemos pensar en el papel de los tensioactivos o también denominados surfactantes. El cosmetólogo apunta que estas moléculas tienen una parte que atrae agua y otra opuesta que hace lo mismo con la grasa: “En contacto con el agua, los tensioactivos forman una esfera para proteger la parte más afín a la grasa, son capaces de atraer la suciedad, romperla y arrastrarla con el enjuague”. Paola Gugliotta afirma que, dependiendo del tipo de molécula y de cuánta afinidad tenga por el agua o por el aceite, pueden ofrecer diferentes beneficios a un producto como emulsionar (hacer que se junten y formen una crema), dispersar correctamente los principios activos dentro de una formulación o, por supuesto, limpiar.

Entre sus ventajas, Pedro Catalá destaca su elevada capacidad lavante que, además, puede estar enriquecida por emolientes (actúan como hidratantes y acondicionantes) y un pH cutáneo más parecido, pero insiste en la necesidad de que estén bien equilibrados para que no resulten agresivos y arrastren parte de la película protectora, dejando la piel seca o tirante.

La realidad es que como un mero consumidor, no siempre es sencillo, a priori, diferenciar a simple vista ambas categorías de producto. ¿El truco de Paola Gugliotta? “Solo se puede identificar en la lista de ingredientes, ya que entre los principales componentes de una pastilla por saponificación debe decir: sodium hydroxide”.

Los retos de la cosmética compacta

Sin duda, el principal es la cosmeticidad. La directora de estrategia y desarrollo de The Today Project explica que este concepto “abarca la percepción global de un producto en términos de su efectividad, atractivo visual, textura, fragancia, sensación en la piel y experiencia de uso, y es fundamental para el éxito y su aceptación en el mercado”. Y la realidad es que por ahora las referencias líquidas llevan ventaja a unas opciones sólidas que si bien nadie duda de su carácter sostenible, suelen resecar generar cierta tirantez.

Otro de los desafíos en la categoría de higiene personal “es la elevada cantidad de agua necesaria para enjuagarlos”. Lo importante es que también reconoce que “a pesar de que son fórmulas más evolucionadas (que el jabón al uso), aún estamos al principio de su desarrollo"… Estamos deseando ver lo que el futuro más sostenible de la belleza nos tiene preparados en su faceta compacta.