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Carmona, así es el pueblo donde se quiere retirar Cayetano Martínez de Irujo
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FINCA LAS ARROYUELAS

Carmona, así es el pueblo donde se quiere retirar Cayetano Martínez de Irujo

Lo ha dicho claro, que a él lo que le gustaría es irse a vivir a su finca Las Arroyuelas, que está en este municipio sevillano. Ya pasa en ella la mitad de la semana. Pero el hijo de la duquesa quiere más

Foto: Carmona es precioso y... muy aristocrático. (Cortesía Turismo Carmona)
Carmona es precioso y... muy aristocrático. (Cortesía Turismo Carmona)

Cayetano Martínez de Irujo es más de campo que las amapolas, vamos a decirlo así. Él mismo lo recuerda siempre que puede. Es feliz en la finca que tiene en esta bella localidad sevillana, Las Arroyuelas, donde ya pasa la mitad de la semana, pero el hijo predilecto de la duquesa de Alba quiere más. Aquí posee 1.500 hectáreas con olivos (aceituna arbequina), almendros y granados, tiene la oficina y el despacho, un técnico con el que trabaja y está creando "un lobby agrícola". Y no solo eso. Las Arroyuelas encierran un gran valor sentimental para el jinete, pues la gestionó personalmente su padre. "Esta finca fue un poblado, había cinco casas, cinco familias de trabajadores, tenía una iglesia. Un autobús venía por la mañana para llevar a los niños al colegio... Muchos de los trabajadores siguen manteniendo contacto conmigo. Aunque vivo en Madrid, cada vez más me gustaría vivir aquí, Carmona es un pueblo que me encanta", comentaba el conde de Salvatierra a Vanitatis. Además, tiene en mente rehabilitar dos de las casas para sus hijos, Luis y Amina, para que, como él, puedan disfrutar del arraigo familiar y el campo.

Carmona y su porte aristocrático

Y no nos extraña nada de nada. Porque Carmona es un pueblo precioso y además aristocrático. Su porte le delata. Mucho señorío andaluz es el que hay. Como la ciudad madre, Sevilla, presume de unos alcázares de armas tomar, bellos a rabiar. Habrás conquistado esta villa cuando tomes a tu manera el del Rey Don Pedro, el de arriba. Que sepas, además, que la tienes a escasísimos 30 kilómetros de la capital del Guadalquivir y a menos de cien de Córdoba, ni lejana desde aquí ni ya nunca más sola. Se llamó Carmo y fue en tiempos una de las ciudades más fortificadas de Tartessos. Tuvo foro romano y gozo del favor del césar (de Julio César). No te olvides de echarle imaginación. Esto es una locura artística e histórica. Y entra como un rey (o como un conde o duque): por la Puerta de Sevilla. ¿O prefieres la de Córdoba?

Una ciudad muy de conde (o duque)…

La quiso Fernando III el Santo, que la reconquistó y repobló; la amó Pedro I, que dotó de nuevos bríos a su alcázar, hoy con su nombre, y también Felipe IV, que le dio título de ciudad. Pero si te va la historia y eres de los que te gustan los árboles genealógicos reales más que a Paula Echevarría el Instagram, lo mejor es que te pases por el Museo y Centro de Interpretación de la Ciudad, que está en un palacio, cómo no, el del Marqués de las Torres. Este pueblo le va al también duque de Arjona, Cayetano, de perlas.

Porque Carmona tiene historia (y arqueología). Aquí hay que venir a buscar tesoros, que pueden ser tartésicos, romanos, visigodos y no digamos musulmanes. Esto es Al-Ándalus. Una curiosidad: alberga la oficina de lotería más antigua de España. Y otra más: en 1928 le tocó un millón de pesetas a Bernardo Enrique Cerezo, que lo utilizó para construir un teatro, el Cerezo (1934).

¿Sevilla? No, Carmona

Parece Sevilla, pero no. No tiene ni Giralda y olé, ni Triana, ni..., pero sí una torre del Oro (en el Alcázar Puerta de Sevilla), es amurallada y está cuajada de monumentos que la engalanan -aquí hay que decirlo así-, casi de feria: la iglesia de San Pedro y más, las ermitas de San Mateo y San Antón, el convento de la Concepción y el de Santa Clara (atención a sus míticos dulces), la Puerta de Córdoba, la Torre del Picacho, las numerosas casas-palacio… Y luego están las huellas y los restos: la necrópolis romana, la Vía Augusta, el pequeño puente romano, el anfiteatro… Aquí los puntos suspensivos son necesarios. Pero que no falten sus juderías (el barrio de San Blas), sus callejuelas, sus balcones y sus fachadas. Casi un poema (de Machado, 'Abril florecía…').

Un mercado convento y un alcázar hotel

Exactamente fue el convento de las dominicas y que, como puedes imaginar, es uno de los espacios más pintorescos de todo Carmona, que ya es decir. Toda una plaza de abastos. Y del mercado convento pasamos al alcázar hotel. Porque el ya nombrado Alcázar del Rey Pedro, que tanta alegría monumental da al pueblo que es ciudad, es el Parador de Turismo (desde 130 euros), así que entre sus muros y desde sus alturas (lo más alto de la villa) podrás dormir y soñar, ahora como un rey (o reina). Apunta: tiene patio árabe, abundante azulejería y unas vistas sobre la vega desde la terraza del restaurante que son de impresión. Otra opcion es el hotel El Rincón de las Descalzas, en un edificio del siglo XVII -con lo que nos gusta-, en pleno centro histórico y sobre el río Corbones (desde 56 euros).

placeholder Un rinconcito del hotel El Rincón de las Descalzas. (Cortesía)
Un rinconcito del hotel El Rincón de las Descalzas. (Cortesía)

Y para comer…

Que sepas que aquí son típicos las espinacas con garbanzos, la alboronía (guiso de berenjena, pimiento, tomate y calabaza), el rabo de toro y la torta inglesa (hojaldre con cabello de ángel). Te servirán estas delicias y otras, como los asados al horno, en el Molino de la Romera, en Casa Curro Montoya o en el Bar Goya, el mejor para darle a ese deporte nacional que son las tapas. Ah, y no te olvides del anís, que es muy carmonense. De hecho, aquí está una de las destilerías más antiguas de Andalucía. Ya solo te quedará brindar.

placeholder El Molino de la Romera es de visita obligada. (Cortesía)
El Molino de la Romera es de visita obligada. (Cortesía)

Cayetano Martínez de Irujo es más de campo que las amapolas, vamos a decirlo así. Él mismo lo recuerda siempre que puede. Es feliz en la finca que tiene en esta bella localidad sevillana, Las Arroyuelas, donde ya pasa la mitad de la semana, pero el hijo predilecto de la duquesa de Alba quiere más. Aquí posee 1.500 hectáreas con olivos (aceituna arbequina), almendros y granados, tiene la oficina y el despacho, un técnico con el que trabaja y está creando "un lobby agrícola". Y no solo eso. Las Arroyuelas encierran un gran valor sentimental para el jinete, pues la gestionó personalmente su padre. "Esta finca fue un poblado, había cinco casas, cinco familias de trabajadores, tenía una iglesia. Un autobús venía por la mañana para llevar a los niños al colegio... Muchos de los trabajadores siguen manteniendo contacto conmigo. Aunque vivo en Madrid, cada vez más me gustaría vivir aquí, Carmona es un pueblo que me encanta", comentaba el conde de Salvatierra a Vanitatis. Además, tiene en mente rehabilitar dos de las casas para sus hijos, Luis y Amina, para que, como él, puedan disfrutar del arraigo familiar y el campo.

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