Los Ángeles, la ciudad del sueño americano: de Hollywood a Santa Mónica y Beverly Hills

Lo vimos inclinarse hasta casi caer en el terremoto que azota la Costa Oeste en la 'Superman' de 1978, la de Richard Donner. También en la escena inicial de 'Pretty Woman', como un augurio de que los sueños pueden tornarse en realidad. Y más recientemente en 'La La Land', allí donde la almibarada pareja se marca uno de sus bailes a los pies de estas nueve letras. Sí, hablamos del icónico letrero de Hollywood, tal vez el más famoso del mundo.

Un siglo ha cumplido este cartel de Los Ángeles, reconvertido, por obra y gracia del séptimo arte, en una metáfora universal del éxito. Un siglo desde su colocación sobre el Monte Lee, al norte de Mulholland Highway, en aquellos felices años 20 en los que esta ciudad californiana despuntaba tímidamente como la tierra prometida.

No fue, sin embargo, cinematográfica su función inicial. La idea era promocionar las nuevas urbanizaciones que trepaban por la ladera con una insólita campaña publicitaria. Hollywoodland anunciaba en 1923 este rótulo, visible a más de 20 kilómetros de distancia, sin sospechar que con ello ponía en marcha la maquinaria de la ambición.

Historias de toda una vida

Mucho ha llovido desde entonces. Tanto que el cartel que había nacido como reclamo inmobiliario perdió su parte final después de la Segunda Guerra Mundial para erigirse en el emblema de la industria del entretenimiento. Tanto que tuvo que ser reconstruido en 1978 debido a su total deterioro. Tanto que fue acumulando anécdotas como la del triste suicidio de la actriz Peg Entwistle desde la letra H o su conversión en Hollyweed a manos de unos activistas, cuando se logró la legalización de la marihuana en el estado.

Hoy el Hollywood Sign es a Los Ángeles lo que la Torre Eiffel a París o el Cristo Redentor a Río de Janeiro. Y aunque su acercamiento tan solo está permitido hasta cierto punto, todo el que visita la ciudad trata de inmortalizarse con la panorámica de lo que para muchos representa el sueño americano. Empresas como Bikes and Hikes LA Tours ofrecen incluso recorridos guiados, a pie o en bicicleta, hacia las proximidades del letrero.

Cine por un tubo

Hollywood es, por y a pesar de este icono, la meca del celuloide. Ese lugar donde las estrellas no solo lucen en el cielo, sino también sobre el pavimento a lo largo del archifamoso Paseo de la Fama. También donde encontramos el Grauman’s Chinese Theatre, en cuya entrada las celebridades han dejado las huellas de sus pies, sus manos… y hasta sus rastas (como es el caso de Whoopi Goldberg). Y donde, por supuesto, se erige el Dolby Theatre con esa codiciada alfombra roja por la que desfila la crème de la crème en la gala de entrega de los Oscar.

En Hollywood se pueden visitar estudios como el de Warner Brothers para colarse en los entresijos de producciones tan exitosas como 'Harry Potter' o 'Friends'. Una delicia pasear por decorados tan míticos como el café donde vimos flirtear a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en 'Casablanca' o el mismo banco que asaltaron 'Bonnie and Clyde'. Por no hablar de sets de rodaje más recientes como el de las series 'Urgencias', 'The Big Bang Theory' o 'Las chicas Gilmore'.

Sin embargo, la última visita obligada para todo cinéfilo que se precie llegó hace apenas dos años. Se trata del Museo de la Academia, en el que se desgrana, claro, el universo del séptimo arte, pero con una lectura alternativa: aquella que presta atención a lo menos evidente, esto es, a los detalles que hay detrás de la historia, la tecnología y el impacto social del cine.

Muchas ciudades en una

En la desquiciada Los Ángeles, Hollywood es, tal vez, el rostro más visible, la burbuja a través de la cual se idealiza esta ciudad en la que los estereotipos de Estados Unidos se potencian hasta el extremo. Con esa brecha insalvable entre el éxito y el fracaso, aquí encontramos a los más ricos y los más pobres, a los más glamurosos y los más desarrapados. No olvidemos que estamos en el área metropolitana más extensa del mundo.

L. A. es, pues, un conglomerado de ciudades. La de las palmeras, el surf y los cuerpos bronceados de las zonas de playa, especialmente Santa Mónica y Venice Beach —Malibú ha perdido algo de fuelle—. En la primera no solo descansa el colorido pier con su noria, su carrusel y su acuario, sino también un gigantesco parque a la orilla del mar que es el paraíso del skateboard. En la segunda encontramos un estrafalario paseo marítimo en el que se cocina la contracultura: es el lugar donde tatuarse la piel, hacerse trencitas en el pelo o viajar a la estratosfera mientras se fuma ciertas hierbas.

También Los Ángeles es la elegancia de Beverly Hills, con sus desorbitadas mansiones y relucientes Maserati, así como las prohibitivas tiendas de ropa de diseño que distinguen a Rodeo Drive. Pero, sobre todo, Los Ángeles es el Down Town, allí donde se asemeja al resto de las ciudades norteamericanas. Museos, centros de ocio, teatros, restaurantes… todo cabe en esta jungla de acero, vidrio y hormigón.

Dormir y volar diferente

Justo aquí encontramos el Moxy Downtown Los Angeles, que acaba de abrir sus puertas con un concepto rompedor. Emplazado junto al Crypto.com Arena —famoso por ser la sede de Los Angeles Lakers y de la ceremonia de entrega de los Grammy—, su diseño es un guiño a la película Easy Rider: una moto en la entrada, las alas del cóndor sobre la recepción, moquetas con serpientes y paredes terrosas que emulan al desierto.

Un alojamiento para sentir que estamos en L.A. no solo porque sus habitaciones gozan de vistas abiertas a la ciudad, sino también porque su maravilloso rooftop ambientado por un DJ está revolucionado la vida nocturna local.

Así es esta urbe inconmensurable: una máquina de sorprender. Hasta en el mismo vuelo que nos lleva. Muchos no saben que con la aerolínea Level no solo se puede viajar directo desde Barcelona, sino también personalizar el vuelo para que el pasajero elija el menú, el entretenimiento y la conexión wifi —o la ausencia de estos servicios— y pague exactamente por su elección. “El viaje empieza en el origen” es su lema y augura aventuras completas y única, muy a la altura de Los Ángeles… y de nosotros mismos.