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Álvaro Catalán de Ocón, Premio Nacional de Diseño 2023: "Mi poesía está en la honestidad de productos en los que todo encaja"
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GENIOS DEL DISEÑO

Álvaro Catalán de Ocón, Premio Nacional de Diseño 2023: "Mi poesía está en la honestidad de productos en los que todo encaja"

Con valores como la artesanía, la sostenibilidad y la conciencia social, el creador madrileño de iconos como PET Lamp ha recibido la máxima distinción a su oficio en nuestro país. Hablamos con él en su laboratorio de ideas en Carabanchel

Foto: El diseñador Álvaro Catalán de Ocón, en las escaleras de su estudio entre dos modelos de PET Lamp. (OjoVivoFoto)
El diseñador Álvaro Catalán de Ocón, en las escaleras de su estudio entre dos modelos de PET Lamp. (OjoVivoFoto)

En línea recta, sin desviarse un palmo. Desde el inicio de su carrera, Álvaro Catalán de Ocón experimentó una gran dificultad para aceptar el ritmo enfermo de la industria. Por eso optó por autoproducir sus proyectos, basados en valores como la reutilización, el diseño social y la artesanía. Y funcionó. Su itinerario valiente —a veces cuestionado— acaba de ser reconocido con el Premio Nacional de Diseño 2023, además de situar sus creaciones en templos como el Centre Pompidou de París, el Victoria and Albert Museum de Londres, la National Gallery of Victoria de Melbourne (Australia) o el Museo del Diseño de Barcelona.

Entre los grandes éxitos de su carrera destaca un proyecto de vida: la PET Lamp, una tipología de lámpara fabricada a partir de botellas de plástico desechables que sirven de soporte para una estructura de fibras trenzadas según técnicas tradicionales por comunidades en todo el mundo. La idea nació en 2011, mientras participaba en Bogotá en un taller con artesanos indígenas desplazados por la guerrilla. Al ver el resultado se preguntó: ¿qué pasaría si cogemos esta misma botella de plástico y la llevamos a otras culturas? Y lo hizo.

placeholder Una artesana de Ghana confeccionando la PET Lamp Bolgatanga. (Cortesía)
Una artesana de Ghana confeccionando la PET Lamp Bolgatanga. (Cortesía)

La historia está plasmada en un espectacular libro-aniversario cuya edición le ha llevado once meses de trabajo y que es una proeza de diseño en sí mismo. En él se narra el desembarco de PET Lamp cada año en un destino: Colombia, Tailandia, Chile, Etiopía, Australia, Japón, y actualmente en Uganda, Ruanda y Sri Lanka. Unas páginas plagadas de encuentros humanos fascinantes y objetos que trascienden el valor del diseño.

Por el camino, otros productos brillantes: Plastic Rivers, una colección de alfombras tejidas en plástico de los ríos más contaminados del mundo; Plinto, estructuras cilíndricas de latón cepillado para albergar flores secas, hierbas u hojas; o Ceramics Cu, un proyecto de cerámicas moldeadas e intervenidas con cobre inspiradas en los primeros recipientes de barro.

Nos reunimos con Álvaro en su estudio del muy madrileño barrio de Carabanchel, un edificio convertido en su laboratorio de ideas, desde donde sigue aplicando su filosofía del primer día: “El desafío del diseño es ser capaz de crear productos que impliquen soluciones a problemas y que tengan presente el cambio climático y a la sociedad”.

placeholder Álvaro Catalán de Ocón posa junto a una de sus alfombras Plastic Rivers rodeado de bolsas de desechos. (Cortesía)
Álvaro Catalán de Ocón posa junto a una de sus alfombras Plastic Rivers rodeado de bolsas de desechos. (Cortesía)

¿Qué importancia tiene este premio para ti?

Siempre aspiras a un reconocimiento como este y la verdad es que mi camino ha sido arriesgado. Desde el principio se me puso la etiqueta de 'diseñador ecológico', de 'artesano contemporáneo' o de 'autoproductor'. Parecía que cada una de esas cosas me devaluaba. Y esos valores que yo intuí y empecé a trabajar hace diez años hoy han sido adoptados por todo el mundo. Además, ni soy el artesano que hace mis piezas ni llevo la parte empresarial del estudio, y que sea un premio de diseño me gusta porque me coloca en mi lugar.

¿Para qué quieres que sirva este reconocimiento?

Este premio me compromete a insistir en la línea que llevamos y me anima a abrirme a cosas nuevas.

¿Quiénes han sido tus maestros en esta profesión? ¿Cómo te convertiste en diseñador?

Achille Castiglioni, Enzo Mari y Maarten Van Severen han sido mis maestros. Estudié Empresariales en Madrid y de ahí me fui a Italia, donde estudié diseño industrial durante año en el IED. Luego hice tres años en Central Saint Martins, en Londres, donde me gradué. En Milán adquirí la cultura del diseño italiano de los 50, 60 y 70, que para mí es la mejor, con un enfoque muy humanista y de mejora social. Pero fue en Londres donde terminé de formarme profesionalmente. En Inglaterra el diseño se ve como una manera de emprender: tú tienes una idea, haces el objeto y lo desarrollas como empresa. Es un poco lo que hice.

placeholder Pedestales de latón Plinto, de Álvaro Catalán de Ocón. (Cortesía)
Pedestales de latón Plinto, de Álvaro Catalán de Ocón. (Cortesía)

¿En qué piensas cuando diseñas?

Quizá tengo la actitud del artista que se enfrenta al lienzo en blanco. Miró hablaba de generar choques poéticos: vas alimentando la cabeza y en ella surgen burbujas que golpean entre ellas. Y de ese choque poético nace la idea de un objeto. Él decía que entraba en estados de ayuno y de alucinación, que miraba a la pared de su casa y en ella aparecían posibles formas. Yo creo que trabajo un poco así. Me alimento de distintas fuentes y de repente surgen encuentros inesperados.

¿Sientes como diseñador que tienes una responsabilidad con la sociedad?

Sí, desde luego. A nivel ecológico, por ejemplo, los diseñadores tenemos mucho que decir porque una decisión nuestra afecta a miles de objetos, a miles de usuarios y a miles de post-objetos, ya que: ¿qué ocurre con ese producto cuando deja de ser utilizado?

¿Qué porcentaje de los diseños que se crean cada año está libre de obsolescencia programada?

Un porcentaje mínimo. Además, nunca sabes cuál. En ACdO la política es sacar un único producto al año. Y lo llamamos 'proyecto'. En todos ponemos la misma intensidad e ilusión, pero de repente hay uno que prende y otro que no. El que sean proyectos hace que estén abiertos a variantes futuras y que no los abandonemos. Enzo Mari decía que un producto que es un éxito de mercado es un proyecto fracasado porque eso quiere decir que no estaba lo suficientemente adelantado a su tiempo.

placeholder Conjunto de cerámicas Cu, de Álvaro Catalán de Ocón. (Cortesía)
Conjunto de cerámicas Cu, de Álvaro Catalán de Ocón. (Cortesía)

¿Cuál crees que es el peor defecto del diseño actual?

El complejo de querer acercarse a la escultura y a la gestualidad más propia de las artes plásticas. El diseño es otra cosa. Parecerse a una escultura no hace un objeto más artístico, lo devalúa. Yo pienso que una pintura o una escultura nunca se acaban, se abandonan, pero en el diseño llega un momento en el que no hay nada que quitar ni poner. Alcanzas un punto de equilibrio.

¿Cómo trabajas la dimensión poética de un diseño? “Mi poesía está en la honestidad del producto. Es la poética de un objeto en el que todo encaja”

¿Qué piensas de los diseñadores marca, que pueden reconocerse instantáneamente en todos sus objetos?

Es algo que no me interesa nada. Eso para mí no es diseño, es estilismo. Es generar un estilo en torno a un gesto, en muchos casos ridículo que se ve reflejado en cada silla de un diseñador o en todos los edificios de un arquitecto. Castiglioni decía que un diseñador no debe tener un estilo, debe tener un método.

placeholder Modelo de PET Lamp sobre alfombra Plastic Rivers, ambas producidas con plástico recuperado. (Cortesía)
Modelo de PET Lamp sobre alfombra Plastic Rivers, ambas producidas con plástico recuperado. (Cortesía)

Viendo hoy los precios del mercado: ¿qué ha pasado con ese antiguo ideal del diseño democrático?

La democratización del diseño la desarrollaron muy bien los italianos, pero con la llegada de IKEA todo cambió. Es cierto que IKEA ha logrado democratizar el diseño y ha elevado la calidad de los objetos en las casas de todo el mundo. Pero hoy vives en la misma casa en Finlandia, en Canadá, en Australia… Y eso es una pena.

Háblanos de PET Lamp: ¿eras consciente en el germen de la idea del recorrido tan imparable que tendría?

Sí, nos dimos cuenta muy deprisa de que tenía un potencial enorme. Y eso era peligroso: corríamos el riesgo de que el resto de nuestro trabajo se hiciera invisible a su lado. Por eso tomamos la decisión de desarrollar cada año otro producto diferente, además de una PET Lamp. Hoy gran parte de nuestro esfuerzo está en poner en valor el resto de proyectos y contextualizarlos.

placeholder Álvaro Catalán de Ocón, genio (discreto) y figura. (OjoVivoFoto)
Álvaro Catalán de Ocón, genio (discreto) y figura. (OjoVivoFoto)

¿Cómo asistes a la explosión tecnológica que estamos viviendo? ¿Cambiará el rol del diseñador?

En nuestra época había un teléfono conectado a un cable, veíamos la televisión en blanco y negro… Yo me pasaba horas jugando con un palo y una piedra o mirando una hormiga. Con la llegada de esta tecnología el papel del diseñador va a estar más en hacer preguntas que en dar respuestas. Estas vendrán de la inteligencia artificial. Irá en la línea de lo que dice Jasper Morrison: “La genialidad de un buen producto depende de la genialidad de un buen briefing”. Lo que me asusta es que la tecnología tome también el rol del creador.

En línea recta, sin desviarse un palmo. Desde el inicio de su carrera, Álvaro Catalán de Ocón experimentó una gran dificultad para aceptar el ritmo enfermo de la industria. Por eso optó por autoproducir sus proyectos, basados en valores como la reutilización, el diseño social y la artesanía. Y funcionó. Su itinerario valiente —a veces cuestionado— acaba de ser reconocido con el Premio Nacional de Diseño 2023, además de situar sus creaciones en templos como el Centre Pompidou de París, el Victoria and Albert Museum de Londres, la National Gallery of Victoria de Melbourne (Australia) o el Museo del Diseño de Barcelona.

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