Si no has oído hablar de Labubu, es probable que no tengas hijos o que no hayas pasado mucho tiempo últimamente en redes sociales. Estas pequeñas criaturas peludas, con cara traviesa, orejas puntiagudas y una hilera de dientes afilados, se han convertido en el nuevo objeto de deseo entre niños, adolescentes y no pocos adultos. Están en todas partes: colgados de mochilas, móviles, estanterías y bolsos de lujo. Desde TikTok hasta los escaparates de las tiendas más populares, el fenómeno no hace más que crecer.
Labubu forma parte de la colección The Monsters, creada por el artista hongkonés Kasing Lung y comercializada por la firma china Pop Mart. A medio camino entre monstruo entrañable y elfo travieso, el personaje no cuenta con un relato infantil tradicional ni con valores educativos explícitos. Su éxito radica sobre todo en su diseño peculiar y en su popularidad viral, amplificada por celebridades como Rihanna, Dua Lipa o Lisa de Blackpink, que han sido vistas con muñecos Labubu colgados de sus bolsos.
Además del tirón en redes, parte del atractivo está en cómo se comercializan: muchos modelos se venden en cajas sorpresa, lo que hace que conseguir uno concreto se convierta en un reto coleccionista. Esa sensación de exclusividad ha desatado auténtica fiebre por hacerse con ellos, sobre todo entre la Generación Z y los más pequeños.
Pero no todo son sonrisas peludas y dientes puntiagudos. Desde el ámbito de la salud infantil, algunos profesionales llaman a la prudencia. El pediatra Robert Núñez, conocido por su labor divulgativa, ha querido lanzar un mensaje claro a las familias. “Labubu no tiene un componente lúdico claro ni fomenta el juego simbólico, el lenguaje o la motricidad”, advierte. Añade además que su apariencia, tan diferente de los juguetes tradicionales, “puede no ser comprendida por todos los niños pequeños, generando miedo o confusión”.
Para el doctor Núñez, lo preocupante no es tanto el muñeco en sí, sino cómo se convierte en tendencia sin que los adultos se detengan a pensar qué aporta realmente. “Como cuidadores de la infancia, recomendamos priorizar juguetes que estimulen el desarrollo cognitivo, emocional y social”, subraya. También insiste en que esta es una buena ocasión para hablar con los hijos y no ceder simplemente a la moda: “Si tu hijo te pide un Labubu, es una oportunidad para conversar con él, entender lo que le gusta, y decidir juntos desde el criterio y no desde la presión social”.
Esto no implica rechazar la figura por completo. Muchos niños lo ven como un objeto curioso o como parte del juego social de su entorno, sin mayor carga emocional. Lo importante, como recuerda Núñez, es que el juguete sea seguro, adecuado para su edad y que se le pueda dar un uso saludable.
Labubu representa un nuevo tipo de "ídolo" para los peques que ha nacido en internet con una estética que desafía lo convencional y la realidad es que la decisión de traer a Labubu a casa no tiene una única respuesta correcta. Cada familia debe valorar si lo que sugiere este muñeco encaja con lo que quiere fomentar en sus hijos. A veces, detrás de un muñeco peludo, lo que realmente importa es cómo se acompaña su llegada.
Si no has oído hablar de Labubu, es probable que no tengas hijos o que no hayas pasado mucho tiempo últimamente en redes sociales. Estas pequeñas criaturas peludas, con cara traviesa, orejas puntiagudas y una hilera de dientes afilados, se han convertido en el nuevo objeto de deseo entre niños, adolescentes y no pocos adultos. Están en todas partes: colgados de mochilas, móviles, estanterías y bolsos de lujo. Desde TikTok hasta los escaparates de las tiendas más populares, el fenómeno no hace más que crecer.