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Iñigo Onieva y Hugo Arévalo: duelo a muerte en el 'tocotó'
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OPINIÓN

Iñigo Onieva y Hugo Arévalo: duelo a muerte en el 'tocotó'

Me los imagino a los dos, cuando se querían mucho y se llamaban "bro", repasando los mandamientos del código de los hombres

Foto: Hugo y Onieva. (Ilustración: Jate)
Hugo y Onieva. (Ilustración: Jate)

Tengo tal intriga con esta trama que el lunes se lo pregunté al señor que domaba mi pelo antes de entrar en plató. “¿Y qué demonios será ‘tocotó’?”, le dije. Mostré la pantalla de mi móvil con el pantallazo. Con un cepillo en la mano y el secador en la otra, respondió con una seguridad pasmosa: “Pues, hija, que toco tó. Y además le ponen el emoji de la guindilla al lado, que da a entender que es chill. Ya sabes cómo son los pijos”. Estoy mucho más tranquila desde entonces, aunque siga sin descifrar del todo qué demonios pasa con el Tribunal Constitucional. Cuestión de prioridades.

‘Tocotó + guindilla’ es el nombre del grupo de WhatsApp en el que están Iñigo Onieva y Hugo Arévalo. Dos hombres que en el siglo XXI se empeñan en tener ademanes del XIX o incluso antes. Sueñan con batirse en duelo por el corazón de una damisela a la que consideran vulnerable, con las defensas bajas a causa del desamor. Son personas bastante rancias y una, además, parece empeñada en retratarse en público. Pero si he de elegir entre un golfo y uno al que llaman “el rey Midas del emprendimiento digital”, me quedo con Onieva.

placeholder Iñigo Onieva escribiendo un mensaje de WhatsApp. (Gtres)
Iñigo Onieva escribiendo un mensaje de WhatsApp. (Gtres)

Ya saben que Iñigo Onieva es el muchacho que habló de “engagement” cuando anunció su boda con Tamara Falcó, le regaló un anillo abierto de esos que se enganchan en todas partes, y a escasas horas de aquello fue visto dándole un beso con fuerza a una muchacha en un festival donde van todos hasta arriba de alegría. Luego se supo que el hombre se ha morreado con todo Madrid salvo algunas, y que pretendía hacer el contrato de su vida, convirtiéndose en el nuevo marqués de Griñón.

Falcó, aconsejada por su madre -que lo sabe todo del amor y lo demás-, decidió mandar al muchacho a paseo e inventó aquel maravilloso concepto de “un nanosegundo en el metaverso”. Se dedicó a alternar rezos con buenos emolumentos publicitarios. Dónde hay que firmar.

Mientras, Onieva, emperrado en recuperar a semejante partidazo, optó por ir a misa en numerosas ocasiones y en hacer el Camino de Santiago. Pero ya sabemos que la cabra tira al monte igual que el pijo al malote. Así que en cuanto supo que uno de sus amigos, también bien parecido y con igual densidad capilar, estaba merodeando a su ex, se lo hizo saber a través del 'tocotó'. Le llamó “sucia rata”, “mierda de ser”, “nuevo rico”, “trepa social” y “espécimen” (sic).

“Todos sabíamos que tú eras el topo y ahora eres la rata”, insiste. Onieva dice que le dan ganas de ir a su casa a machacarle la cabeza y soltarle una tras otra. Y en pleno calentón y locuacidad con las falanges, avisa: “Más vale que no te tenga cerca”. Ya ven, las maneras de las buenas familias se parecen mucho a las de los demás.

El hombre se quedó nuevo, podemos decir. Escribió un mensaje larguísimo en el que enumeró toda una serie de reproches, aunque echarle en cara a su otrora amigo -pongámonos pedantes que estas personas son antiguas- lo de aprovecharse “de una mujer vulnerable” como si ella no pudiera valerse por sí misma me parece precioso. Eso sí, nada es comparable, pero nada, a esa parte inicial de su sermón en la que dice: “Declararse a la ex de un amigo es algo que de por sí está prohibido dentro del código de los hombres”.

placeholder Tamara Falcó y Hugo Arévalo se han asociado para adquirir Miniplanta. (Cortesía)
Tamara Falcó y Hugo Arévalo se han asociado para adquirir Miniplanta. (Cortesía)

Me los imagino a los dos, cuando se querían mucho y se llamaban “bro”, repasando los mandamientos del código. “No te declararás a la ex del prójimo”; “amarás a tu amigo como a ti mismo”… Cosas así. Me los imagino y agradezco ver esto desde la barrera de clase media en la que crecí. Me la imagino a ella, siendo mucho más lista de lo que da a entender cuando dice que “Hugo es estupendo, pero que aún es pronto” para ponerle nombre a las cosas.

Y veo a Hugo en su perfil de LinkedIn, un muchacho que ha invertido y emprendido una barbaridad en startups, que también ejerce el noble arte del voluntariado en el santuario de Lourdes, que está formado en business y magamement y todas estas cosas tan pimpantes. Que comparte artículos titulados “Rodéate de gente mejor que tú e intenta tener algún mentor que lo haya hecho para que pueda ayudarte” y “Una buena idea se tiene que contar en treinta segundos”. Que es presidente y ‘co-founder’ de una escuela de negocios que se llama The PowerMBA. Que dice frases como: “¡Se viene la nueva era del sector textil!”.

Es un señor muy parecido a muchos a los que he entrevistado en vidas anteriores. Demos gracias al Señor por habernos apartado de ese camino.

Porque me dan ganas de irme a Lourdes. Y de rogarle a Tamara que esté un ratito quieta, que la vida te da siempre cientos de oportunidades. O hacerme el Camino de Santiago con Iñigo Onieva. Y decirle que me incluya en cualquier 'tocotó' que se le ocurra. Porque yo, a pesar de mi edad, también tengo mi chill.

Tengo tal intriga con esta trama que el lunes se lo pregunté al señor que domaba mi pelo antes de entrar en plató. “¿Y qué demonios será ‘tocotó’?”, le dije. Mostré la pantalla de mi móvil con el pantallazo. Con un cepillo en la mano y el secador en la otra, respondió con una seguridad pasmosa: “Pues, hija, que toco tó. Y además le ponen el emoji de la guindilla al lado, que da a entender que es chill. Ya sabes cómo son los pijos”. Estoy mucho más tranquila desde entonces, aunque siga sin descifrar del todo qué demonios pasa con el Tribunal Constitucional. Cuestión de prioridades.

Tamara Falcó
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