Andrés Meizoso, un delineante cocinitas: la expareja (pero aún marido) de Yolanda Díaz

Hace unos meses, Yolanda Díaz se sinceraba con nuestro medio sobre su relación con su hija, una preadolescente con la que comparte todo el tiempo que puede. La niña acude incluso a mítines de su madre y a veces hasta la corrige. Típico de la edad en la que se empieza a vislumbrar el mundo adulto y algo que a la ministra de Trabajo no le importa compartir con la prensa. Eso sí, cuando se le preguntaba por su marido, la apertura desaparecía.

Díaz nunca ha sido muy dada a hablar de su vida conyugal y sí de su maternidad. Sucedió hace una semana, cuando el periodista Marc Giró la entrevistaba en el programa ‘Late Xou’, de TVE, y ella, espontánea, hablaba de su 'monomaternidad'. Saltaron las alarmas, porque Díaz admitía en público que ella y su hija vivían solas en un piso dentro del Ministerio y, de nuevo, ni rastro de su marido.

Todo tiene una explicación, que dio 'LOC' el pasado sábado: la pareja se ha separado. Andrés Meizoso vive, de nuevo, en su Galicia natal, y su exmujer y su hija se han quedado en Madrid. Todo apunta a que ha sido una ruptura consensuada y en buenos términos, algo que confirman a Vanitatis personas que conocen a la líder de Sumar.

Nueva vida en Galicia

Lo que nadie ha sabido explicar es si la ruptura viene provocada por el nuevo trabajo de él o si ha sido la separación la que le ha llevado a buscar un nuevo trabajo. Sabemos, eso sí, que Meizoso trabaja ahora en Navantia. Allí desarrolla su carrera de delineante, a lo que siempre se ha dedicado con mayor o menor intensidad, en función de las necesidades de la carrera de su esposa.

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Por esas necesidades se mudó a Madrid y buscó un trabajo en la capital. Fue durante la pandemia: el marido y la niña estaban en Madrid con Díaz y cuando se decretó el estado de alarma decidieron quedarse en la capital. Fue entonces cuando Meizoso buscó un nuevo trabajo. Porque su carrera había sufrido además, como la de tantos delineantes, en la anterior crisis financiera, en 2008.

Lo que sí queda claro, señalan algunas de las personas que conocen a la ministra, es que la vida es algo más agresiva en la gran ciudad y que nada tiene que ver con la de Fene, el pueblo en el que ambos han vivido, pegado a Ferrol, y donde está la sede de Navantia.

Allí reside ahora Meizoso, en una vivienda de la pareja que, según las cuentas de Transparencia tienen ambos en propiedad al 50%. Muy poco después de casarse, en noviembre de 2003, compraron una casa muy cerca del mar, en un municipio gallego al norte de la provincia de A Coruña. Se trata de un chalé adosado de fachada blanca y piedra desde donde se respira el salitre, un lugar difícil de olvidar.

Política de cuna

Si Yolanda Díaz siguiera viviendo allí, no dudamos de que sería de las primeras en batallar para poner en orden el urbanismo local -como luchar para evitar que las lluvias provoquen inundaciones-, puesto que esa era su vocación cuando trabajaba en política municipal. Licenciada en Derecho, su carácter político se hizo notar pronto, acaso influida por su padre, el histórico dirigente de CCOO Suso Díaz; nada que ver con el de su marido, siempre de izquierdas, sí, pero nunca comprometido oficialmente con ningún partido.

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La pareja se conoció en los 90, cuando ambos eran universitarios, y poco a poco se fraguó una amistad que terminó en relación seria. Se casaron en noviembre de 2003 y no fueron padres hasta 2012. Su juventud estuvo marcada por la pasión política de ella, afiliada al PCE desde los 16 años. Juntos acudían a reuniones y mítines, y siempre han compartido además ideología.

Libros y fogones

Muchos medios han destacado de Meizoso que es muy alto, tanto que incluso han dicho que fue jugador de baloncesto profesional. Nada de eso confirman las fuentes consultadas por Vanitatis. El gallego es alto aunque no tanto como parece: Díaz es muy menuda y las imágenes en las que aparecen juntos provocan un efecto óptico que le hace a él más grande de lo que es.

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Lo que sí confirman es que le gusta estar en casa, que es un tipo lector y cocinitas -su caldo gallego es famoso- y que ha vivido muy feliz durante todos los años que ha estado con la ministra. Que dedicarse al hogar y a la crianza de la hija que tienen en común no ha sido una losa, sino algo positivo. Ahora tocaba rearmarse como profesional y el trabajo en Navantia le daba esa ansiada oportunidad.

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Ha sido durante años, por decisión propia, el hombre en la sombra. Ni un mitin, ni un acto público. Nunca jamás se ha visto a Meizoso junto a su mujer más que en su cuenta de Instagram, la de ella, se entiende, porque él no tiene. Ha sido Díaz quien ha mostrado pequeños cachitos de su vida íntima a través de esta red social. Su hija, su marido, otros familiares, sus playas, sus amigos… Todo racionado para evitar que Meizoso fuera una figura pública, algo contra lo que ha luchado y que esta separación, sin duda, ayudará a asentar.