El mejor legado de Luis Ortiz: su hijo Fran, millonario con Tuenti y el cannabis medicinal
Graduado en Arte tecnológico en Harvard, Francisco Ortiz fue un 'angel' inversor en Tuenti, red social española que se vendió en 2010 a Telefónica por 75 millones de euros
¿Se puede definir a alguien por dónde vive? En el caso de Francisco Ortiz von Bismarck es complejo hacerlo, aunque podría resultar significativo a su vez. Cuando uno busca su nombre en las páginas internacionales de economía, estas lo sitúan en diversos emplazamientos: Zúrich, Madrid, Los Angeles, Nueva York, Silicon Valley y Marbella. ¿Es eso posible? En el caso de un emprendedor como él, lo es.
Nacido en Málaga en 1980, hijo único del recientemente fallecido Luis Ortiz y la aristócrata y jetsetter Gunilla von Bismarck, Francisco ha volado muy alto desde que dejó el nido familiar.
A los 13 años se fue interno a Suiza, donde estudió tres cursos para irse después a un internado en New Hampshire, donde se preparó para ingresar en una de las mejores universidades del mundo, Harvard. Allí, en Boston, fue incluso presidente de una hermandad, la Spee, y se graduó en Arte, una especialidad que Harvard centra en la tecnología.
Pelotazo
Y es precisamente en el mundo tecnológico donde Ortiz von Bismarck ha desarrollado su exitosa carrera profesional. No en vano, Harvard fue la cuna de Facebook, una red social que Ortiz experimentó desde sus inicios y que fue clave en su vida. Una vida en la que se incluye un gran pelotazo: fue uno de los primeros inversores en Tuenti, una red social similar a la citada Facebook creada por un grupo de españoles en 2007. Tuenti llegó a generar más tráfico que Google y Facebook allá por 2010, el mismo año en el que decidieron venderla a Telefónica por 75 millones de euros.
Su presencia internacional es potente y en las páginas especializadas se le conoce como un ‘angel’, es decir, una persona que invierte en pequeños negocios, llamados start-ups, cuando sus fundadores tienen grandes ideas pero poco capital. Sucedió con Tuenti y ha sucedido después en incontables aventuras. Entre los nombres de las star-ups en las que ha apostado el único hijo del matrimonio Ortiz von Bismarck se cuentan Border Stylo, Glass, Izzychat, Youzee, Inception Capital, Dupli, Y Experiment y The Flowr Corporation, entre otros.
Cannabis canadiense
Son nombres que no suenana a la gran mayoría, todos proyectos digitales, algunos exitosos, otros fracasados. Ya lo decía Steve Jobs: “Debemos tomar os fracasos como una oportunidad para aprender y mejorar. Y la mejor forma de aprender es equivocándote”. Uno de los más llamativos de todos esos proyectos es The Flower Corporation, empresa dedicada al cannabis medicinal en la que sigue Ortiz desde que entró en enero de 2021.
Se trata de una empresa con sede en Canadá que opera como compañía de fabricación, venta y distribución de cannabis terapéutico en mercados legales mundiales, principalmente la Unión Europea. Tal como detallan ellos mismos, “se centra en la producción, comercialización y distribución de productos de flor de cannabis seca, como flor de cannabis seca envasada y pre-rolls, y tiene la intención de ofrecer formatos de productos como aceites de cannabis, tecnología vape, comestibles, bebidas y productos tópicos”. La empresa opera principalmente a través de dos segmentos: Flowr Canada, que es un productor con licencia que opera en Canadá; y Holigen, que es un productor con licencia que opera principalmente en la UE.
Vimbo, esquiar en el mundo
Una de sus últimas apuestas empresariales ha sido Vimbo, una app que ofrece clases de esquí y snowboard en las pistas más reconocidas del mundo, desde Baqueira hasta Los Alpes al completo, pasando por St. Mortiz y Zermatt. No es raro que el esquí esté presente en su vida, sobre todo si tenemos en cuenta que divide su residencia entre Zúrich y Marbella.
El único hijo de la famosa pareja se casó en 2010 con la abogada Elisabet Dutú, oriunda de Huesca, donde suelen ir a esquiar. La vida de Dutú tiene algunas similitudes con las de Ortiz, aunque en pequeño: también estudió interna, ella en Lleida, y se graduó en Derecho en la Universidad CEU de Barcelona. A ambos les gusta visitar a la familia en los Pirineos, donde el padre de Dutú es un potente empresario.
Francisco y Lis, como llaman los amigos a Elisabet, se conocieron en la Semana Santa de 2006: ella bailaba (subida a unos tacones rojos) en la pista de la famosa discoteca Olivia Valere de Marbella y empezaron una relación de idas y venidas, al principio, seria ya después. La boda tuvo lugar el 20 de octubre de 2010, en una fiesta íntima en el Pavillon des Verwaltungszentrum de Zúrich. Y a los pocos meses, en junio de 2011, se volvieron a casar, esta vez en una boda eclesiástica en Tenerife con más de 300 invitados.
"Orgulloso de ser hijo de"
La pareja había vivido a caballo entre Bahamas, Estados Unidos, España y Suiza, pero desde que en 2012 tuvieron a su primer hijo (son dos los nietos de Gunilla), han establecido su residencia en Zúrich con largas temporadas en España. Y aunque Francisco nació famoso, durante años intentó pasar a un segundo plano, alejándose de los focos mientras que se graduaba en los mejores colegios y universidades.
En esa discreción mediática ha habido algunas excepciones: en abril de 2011, ya casado y todavía sin hijos, Francisco y Elisabet dieron una entrevista a la revista ‘Vanity Fair’ en la que contaban algunas anécdotas de sus vidas. Entonces andaban como trotamundos, de aquí para allá, aunque ella ya avisaba de que en el momento en el que llegaran los hijos, la cosa iba a cambiar.
Él mientras, reconocía que sus padres le habían abierto un gran camino en la vida: “Ser hijo de mis padres me ha aportado muchísimo, en todos los sentidos. Estoy muy orgulloso de ser hijo de… Aunque algún día mis padres serán conocidos por ser los padre de…”. Aquella entre vista fue, decimos, una excepción, como lo han sido sus intervenciones televisivas de estos días, tras el fallecimiento de su padre, para agradecer el cariño del público.
¿Se puede definir a alguien por dónde vive? En el caso de Francisco Ortiz von Bismarck es complejo hacerlo, aunque podría resultar significativo a su vez. Cuando uno busca su nombre en las páginas internacionales de economía, estas lo sitúan en diversos emplazamientos: Zúrich, Madrid, Los Angeles, Nueva York, Silicon Valley y Marbella. ¿Es eso posible? En el caso de un emprendedor como él, lo es.