Ainhoa Armentia puso en orden su patrimonio tras su divorcio, a finales de 2022

Muchas veces son los movimientos físicos los que delatan una situación personal. Como en el caso de Iñaki Urdangarin, cuyos viajes nos suelen decir en qué momento vital se encuentra: su próxima visita a Ginebra, dentro de unos días, nos recuerda que tiene pendiente firmar su divorcio de la infanta Cristina.

Una firma que, por cierto, debería culminarse en esta visita a Suiza. En un sentido parecido podemos descubrir en qué punto está Ainhoa Armentia: por sus movimientos económicos sabemos que se divorció en diciembre.

Está todo a punto para una nueva etapa en sus vidas: ambos están en procesos parecidos y en poco tiempo estarán solteros. Libres de compromiso. Y en este punto podemos ver también en qué condiciones económicas unirán sus vidas más allá del noviazgo -nos referimos a una futura posible convivencia o incluso una unión oficial-.

La casa familiar, suya

A finales de diciembre de 2022, la novia de Urdangarin se repartió el patrimonio que compartía con su exmarido. El hogar familiar, un piso de unos 150 metros cuadros que compraron Armentia y su exmarido en 2016, pasó a ser solo suyo al extinguir el condominio.

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También es propiedad al 100% de Armentia un apartamento de menos de 40 metros cuadrados en la playa de Alicante, en una pequeña localidad costera y turística donde se la ha fotografiado algunas veces. La última, según adelantaron las mamarazzi, la semana pasada junto a Iñaki Urdangarin cenando en Altea. Cuenta también con partes de un trastero y de un garaje, ambas propiedades situadas en Vitoria.

La situación legal de Armentia está clara y la de su pareja pronto lo estará. El divorcio de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina está a punto de caramelo. Eso sí, a diferencia de su novia, los papeles que ellos firmen no quedarán expuestos de ninguna manera.

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Lo hemos contado aquí varias veces: por Real Decreto de 27 de noviembre de 1981 se reguló el Registro Civil de la familia real, donde se debían inscribir nacimientos, matrimonios y defunciones y -a pesar de la Casa Real- se inscriben también divorcios. El primero fue el de la infanta Elena y en unas semanas será el de su hermana, doña Cristina. El ministro de Justicia de turno actúa como notario mayor del Reino y el director general de Registros hace las veces de secretario de la ceremonia. Es un registro especial para la familia del Rey.

Los exduques de Palma firmarán ante notario y después inscribirán el divorcio en el citado registro, por lo que nada del proceso pasará por juzgado alguno y tampoco debería ver la luz, a no ser que ellos quieran (alguna de las partes o algún allegado…). Además, ni la Infanta ni su todavía marido tienen propiedades en España, puesto que las vendieron todas (incluido el palacete de Pedralbes) para poder hacer frente a la responsabilidad civil y la condena económica de ambos por el caso Nóos.

La familia real, ¿una losa?

Así pues, será difícil que sepamos la fecha exacta en la que Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina firman su divorcio, salvo que lo comuniquen proactivamente. Lo que sí podemos decir, según nos informa el círculo más íntimo y directo del exduque, es que este viaje a Ginebra para celebrar el 18º cumpleaños de su hija servirá también para 'celebrar' -si estas cosas se celebran- el fin de su matrimonio con la infanta Cristina.

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Con este capítulo da por finalizada también su relación con la familia real, la que, según él, le ha provocado duros quebraderos de cabeza. Urdangarin y toda su familia culpan al exrey, Juan Carlos I, y al actual, Felipe VI, de su condena y de su paso por prisión. Por este motivo, el divorcio será para él como quitarse un peso de encima.

Esa condena de prisión es la que ha cambiado el carácter de Urdangarin para siempre. No nos olvidemos de que sigue todavía cumpliendo condena, ahora en libertad condicional. Fue entre el tercer grado y la libertad condicional cuando Urdangarin y Armentia empezaron su relación. Se iban al País Vasco francés, más allá de Bidart, porque pensaban que allí nadie les iba a reconocer. Porque su primera intención era la de mantener la relación de forma clandestina y seguir con sus vidas.

El divorcio no estaba incluido

Hasta que les pillaron y entonces tuvieron que admitir a sus parejas que estaban manteniendo una relación paralela. Sus vidas dieron un vuelco inesperado porque ni Iñaki Urdangarin ni Ainhoa Armentia pensaban divorciarse. Lo afirman tanto el círculo más íntimo de Iñaki como algunas amigas de Ainhoa (de antes de la relación con Iñaki) con quienes hemos contactado.

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La vida, lo sabemos todos (y más Rubén Blades), te da sorpresas. Y a ellos les ha sorprendido el amor, ese tipo de amor desmedido, apasionado, adolescente, que les lleva a desearse y quererse como niños. Por eso les gustaría vivir juntos y hasta casarse. Aunque en ese punto, Urdangarin es consciente de que cuenta con algunos escollos que podrían ser difíciles de salvar: encuentra rechazo en su casa tanto entre los hermanos Urdangarin como en los hijos Urdangarin. En fin, sorpresas te da la vida, y la de esta pareja todavía tiene algunas por contar.