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'Raíces profundas', Alan Ladd y el suicidio que conmocionó a Hollywood
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70 ANIVERSARIO

'Raíces profundas', Alan Ladd y el suicidio que conmocionó a Hollywood

Uno de los vaqueros más famosos del cine acabó su vida bañado en alcohol y carcomido por la depresión. Esta es su historia y la de la película que lo hizo inmortal

Foto: Alan Ladd, en su inmortal personaje de Shane. (CP)
Alan Ladd, en su inmortal personaje de Shane. (CP)

Si hubiese que definir el 'melowestern', 'Raíces profundas' se llevaría la palma. Al referirnos a ese término, no todo el mundo captaría que hablamos de una película del Oeste, una de vaqueros mágicamente cruzada con el melodrama. Dos géneros al precio de uno. Por sorprendente que pueda parecer, hay ejemplos de 'melowestern' a patadas a lo largo de la historia del cine: 'Duelo al sol' y su pasión épica o la propia 'Raíces profundas', de cuyo estreno se cumplen 70 años este mismo mes. Hay que tener el corazón de hielo para no sentir una punzada cada vez que el pequeño Brandon DeWilde grita '¡Shane!' al final de la cinta, mientras el vaquero protagonista, ese hierático Alan Ladd, se aleja en su caballo tras cambiar la vida del niño y de sus padres, unos humildes ganaderos sometidos a la presión de unos cowboys que quieren echarlos de su granja.

Foto: Botas cowboy de novedades. (Stradivarius/Cortesía)

'Shane', como se titulaba la película en realidad, era la favorita de Ladd. El rubio actor era una estrella a contracorriente, un bajito de rostro juvenil que había despuntado en la década anterior gracias a numerosas películas de cine negro de serie B. En 'El cuervo ' o 'La Dalia Azul' formó pareja con otro icono, la Veronica Lake de melena ondulada que también dio bastantes alegrías a las películas rápidas y baratas de la RKO de aquellos años. En 1953, Alan Ladd por fin era reconocido como una gran estrella, y 'Raíces profundas' iba a ser un título clave en su vida.

placeholder Alan Ladd y Brandon DeWilde, en 'Raíces profundas'. (CP)
Alan Ladd y Brandon DeWilde, en 'Raíces profundas'. (CP)

Aparentemente, el rodaje de la cinta no difirió demasiado de otros: él seguía teniéndose que subir a un cajón para estar a la altura del otro protagonista del film, en este caso Van Heflin. De hecho, si nos fijamos bien en los encuadres de la película de Strevens, aunque Ladd aparece a la altura de Heflin, la hebilla de su pantalón está mucho más alta, prueba de que existía algún trucaje para engañar el ojo del espectador.

'Raíces profundas' también cambió la vida de su pequeña estrella, Brandon DeWilde, y de la propia Jean Arthur, protagonista femenina y quizá la más famosa de todo el elenco. La actriz llevaba años sin rodar una sola película y volvió al cine para despedirse a sus 50 años, con un personaje que en principio había sido ofrecido a Katharine Hepburn. Pero, sin duda, fue Ladd el mayor beneficiado en una cinta que lo glorificaba como héroe hermético, de trayectoria violenta, idealizado por un niño. El de Shane era un personaje de gestos mínimos pero significativos, que influiría en el Clint Eastwood de 'El jinete pálido' (película que casi se puede considerar un 'remake' de esta) o la oscarizada 'Sin perdón'. Un caramelo para cualquier actor, por inexpresivo (y Ladd lo era) que fuese.

Una vida personal de claroscuros

Fumador empedernido, el intérprete estaba casado en segundas nupcias con la representante Sue Carol desde 1942. Pese a su aparente felicidad, sus crisis depresivas eran conocidas por medio Hollywood. En los años 50 era uno de los diez actores mejor pagados del cine norteamericano, pero su bloqueo emocional iba y venía de un rodaje a otro. Poco después de 'Raíces profundas', mientras filmaba 'Tigres en el cielo', se enamoró de June Allyson, la imborrable Jo de la segunda versión de 'Mujercitas'. Al igual que él, estaba casada con otro hombre y el romance entre ambos era una historia con final anunciado. Cuentan que fue eso, unido al fracaso económico de varias de sus películas, lo que acabó sumiéndole en una severa depresión de la que no le curaba ni el amor de sus tres hijos. Tampoco ayudaba la botella, eterna compañera en noches de delirio alcohólico y tristeza infinita.

placeholder Ladd, Jean Arthur y Van Heflin. (CP)
Ladd, Jean Arthur y Van Heflin. (CP)

En aquel sistema de estudios languideciente, Hollywood no quería reconocerle del todo: era problemático, daba quebraderos de cabeza a los directores y se empeñaba en cambiar de registro. Los ejecutivos solo podían verle como tímido detective, matón a sueldo o vaquero impertérrito. Hubo excepciones (su encarnación de 'El gran Gatsby', de Scott Fitzgerald, era su preferida junto a 'Raíces profundas').

En 1962 apareció herido de bala en su casa. Había intentado suicidarse y aquella no sería la última vez que probaría a quitarse la vida. Como si se tratase de un relato de Hemingway, su esposa lo descubrió, la noche del 29 de enero de 1964, muerto al lado de una botella completamente vacía. Se dijo que había muerto por culpa de una combinación accidental de alcohol y barbitúricos. Pero todo apuntaba a un suicidio que, para más inri, copiaba el de su propia madre, que ingirió desinfectante para hormigas para matarse en 1937. Su padre tampoco había tenido mejor suerte, ya que falleció cuando él tenía solo tenía cuatro años. Siendo muy pequeño, Ladd también había sufrido desnutrición y todas las complicaciones de tener una familia disfuncional, algo que no fue beneficioso para su alcoholismo y su complicada psique.

placeholder Uno de los fotogramas de la película. (CP)
Uno de los fotogramas de la película. (CP)

Muchos años después del estreno de 'Raíces profundas', el público lo sigue recordando como un héroe; ese vaquero callado y bondadoso que, como todos nosotros, llevaba a cuestas su particular y secreta cruz, un pasado que no le impedía ser el ídolo de un niño o hacer el bien allá donde iba. Una imagen mucho más poética que la de un suicida que nunca encontró las herramientas para ser una persona feliz.

Si hubiese que definir el 'melowestern', 'Raíces profundas' se llevaría la palma. Al referirnos a ese término, no todo el mundo captaría que hablamos de una película del Oeste, una de vaqueros mágicamente cruzada con el melodrama. Dos géneros al precio de uno. Por sorprendente que pueda parecer, hay ejemplos de 'melowestern' a patadas a lo largo de la historia del cine: 'Duelo al sol' y su pasión épica o la propia 'Raíces profundas', de cuyo estreno se cumplen 70 años este mismo mes. Hay que tener el corazón de hielo para no sentir una punzada cada vez que el pequeño Brandon DeWilde grita '¡Shane!' al final de la cinta, mientras el vaquero protagonista, ese hierático Alan Ladd, se aleja en su caballo tras cambiar la vida del niño y de sus padres, unos humildes ganaderos sometidos a la presión de unos cowboys que quieren echarlos de su granja.

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