Así ha sido la relación de Isabel Preysler con los hijos de todas sus parejas

La relación de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa no ha terminado con un final feliz. Ya en su primera exclusiva, donde anunciaba su separación tras ocho años de noviazgo, explicaba que los celos eran la razón de esa ruptura. Unas acusaciones que molestaron al nobel y, sobre todo, a sus hijos. La contestación no se hizo esperar y era el propio protagonista el que negaba ese detalle.

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Tras esto, vendrían las intimidades compartidas con periodistas por parte de la 'reina de corazones', que aseguraba que hacía dos años que no funcionaban como pareja. Si Vanitatis ya adelantó que desde un año antes eran algo así como compañeros de piso, la revista 'Semana' informó del cambio de domicilio, cuando el académico dejó la mansión de Miraflores y volvió a su piso del centro de Madrid. Estos datos, dados por inciertos en su momento, componen la primera parte de un serial que ha continuado esta semana.

Isabel ha negado en varias ocasiones evidencias relacionadas con su vida emocional, pero nunca nada que tuviera como protagonistas a sus cinco hijos. A pesar de la distancia, habla con los que están fuera casi todos los días y con Tamara ha sido y es una gran protectora. Ha sido, precisamente, la defensa de su hija la que le ha hecho volver a dar una entrevista en '¡Hola!', en la que, más o menos, viene a decir que en la obra 'Los vientos', que escribió Vargas Llosa hace un año y medio, ridiculiza a la marquesa de Griñón. Las interpretaciones son libres y, por lo tanto, si Preysler lo considera así, está en su derecho.

En este punto que versa de los amores filiales, habría que destacar la nula relación que Morgana y Gonzalo tuvieron con la novia de su padre. El mayor, Álvaro, sí compartió intimidad en la casa de la socialité filipina e incluso actos públicos con la nueva pareja de su progenitor. Hasta donde se conoce, los dos hermanos nunca quisieron mantener un vínculo con ella y por ello no visitaron al nobel en su nuevo domicilio. Con el tiempo, los enfrentamientos sentimentales se suavizaron, gracias a Patricia Llosa, que aconsejó a sus hijos que no rompieran unilateralmente. Y así fue.

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Tal y como muestran las redes sociales de los vástagos del peruano, cada vez que Morgana viajaba a Madrid con sus niñas se encontraban y hacían vida familiar. Excursiones a Segovia, paseos por el Retiro, visitas culturales y almuerzos en los restaurantes preferidos de las nietas. Sin embargo, nunca estuvo presente Isabel Preysler. El escritor tampoco hizo nada para que tuvieran cierta afinidad.

Por otro lado, no ha sido la primera vez que la 'reina de corazones' ha experimentado esta situación con los hijos ajenos. También sucedió durante el matrimonio con el marqués de Griñón. Sandra y Manolo Falcó vivieron en el chalet de la calle Arga hasta el divorcio. No fueron buenos tiempos para ellos, pero, en este caso, como sucedió lo mismo con la descendencia de Miguel Boyer, Preysler tiraba para los suyos y los respectivos maridos no hicieron nada para cambiar las cosas. En ambas situaciones, tanto el aristócrata como el ministro tenían sus respectivas mochilas filiales y no impusieron sus reglas. Los Falcó Girod eran menores, no así Laura y Miguel, los hijos que el político tuvo con Elena Arnedo.

El día de la boda de Laura, 11 de marzo de 1986, Isabel no acudió ni a la ceremonia religiosa ni al convite. Aunque, con el tiempo, la hija sí tuvo cierta relación con Preysler y acudió en varias ocasiones a la mansión de Puerta de Hierro. En este caso, igual que sucedió con Griñón, los dos maridos antepusieron su matrimonio a fomentar la conexión con Preysler.

En el libro ‘Reina de corazones’, el marqués de Griñón le dice claramente a su hijo cuando aún eran novios y no convivían: “Mira, Manolo, te voy a decir algo que no quiero volver a repetir. Mi amor por Isabel está por encima de todo. Si crees que no vas a estar a gusto con mi nueva situación, te vas a vivir con tu madre o con tu abuela. Y si lo prefieres, buscamos un internado”. Por otro lado, lo que sí hizo el aristócrata cuando nació Tamara y a lo largo de su vida fue que los cinco hijos de sus tres matrimonios se encontraran unidos.

En el caso de Miguel Boyer, la mala relación se destapó en varias ocasiones. Como ya hemos dicho, una de ellas en la boda de Laura, otra a la muerte del ministro y la tercera con la herencia. Hay que recordar que los hijos de Boyer y Elena Arnedo eran potentes económicamente al ser herederos de su madre, que, a su vez, lo fue de sus padres. Cuando se casó Ana Boyer, los hermanastros no recibieron invitación a la boda. A la inversa hubiera sido llamativo por la nula conexión entre ellos, como resaltaba Miguel Boyer Arnedo: “No estamos invitados. Es que nunca he tenido relación con ella. Su madre se preocupó de que Ana, desde muy pequeña, no nos tuviese cariño ni a mi hermano ni a mí. Yo tengo hijos de dos matrimonios y se quieren mucho. Unir ese lazo es la labor de la madre, pero si la madre no quiere...”, culpaba directamente a la viuda el hijo del ministro.

Isabel Preysler se ocupó de los suyos, que eran su responsabilidad. Efectivamente, los hijos de madre (los cinco que tuvo Preysler con sus tres maridos) siempre han formado parte de la unidad familiar. Tamara ha convivido con Julio, Enrique y Chábeli, y estos, en menor medida, con Ana, que nació cuando los mayores ya habían volado del nido. Sin embargo, eso no fue impedimento para que la relación entre ellos fuese magnífica.