De la Marbella de Luis Ortiz y Jaime de Mora al desfalco de Malaya con Julián Muñoz
Hubo un tiempo en el que el poder se repartía entre Mallorca y la ciudad malagueña. Palma era la corte alternativa de don Juan Carlos y en la otra se movía el dinero a manos llenas
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Marbella era un pueblito de pescadores sin atractivo para un turismo extranjero que prefería Torremolinos y Benidorm mientras los ricos nacionales emigraban en verano al norte. Ciudades como San Sebastián, Santander o Coruña eran los centros de operaciones de las vacaciones para las familias de apellidos sonoros y, pasando la frontera, Biarritz o San Juan de Luz. Con el tiempo y cuando el marqués de Mondéjar convenció a los reyes para que tuvieran un lugar fijo de vacaciones, Mallorca paso a ser también una zona de influencia del poder. El 4 de agosto de 1973 durmieron por primera vez la familia Borbón y Grecia en el palacio de Marivent. Aún eran príncipes de España y por fin abandonaron el pazo de Meiras.
Ese cambio de coordenadas geográficas para los reyes eméritos fue el inicio de lo que con el tiempo sería la pugna entre Mallorca y Marbella. Palma era la corte alternativa de don Juan Carlos y, la segunda, el lugar donde se movía el dinero a manos llenas con la llegada del Rey Fahd de Arabia Saudí y su centenar de príncipes, princesas y funcionarios de alto nivel para los que se cerraba el Corte Inglés, las joyerías de lujo y los concesionarios de coches de altísima gama.
Los mandatos de Jesús Gil y la llegada de Julián Muñoz a la alcaldía Marbella pasaría a ser una especie de Ciudad sin Ley donde las comisiones ilegales, el blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, permisos urbanísticos sin medida y el robo sistemático acabarían en procesos judiciales como fueron (entre otros) Malaya, Saqueo I, Saqueo II, Monteverde. Julián Muñoz estuvo en todos ellos y la ciudad dejó de ser el foco de las fiestas de lujo para ser protagonista de titulares de las páginas de tribunales.
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El príncipe Alfonso Hohenlohe había convertido el pueblecito de pescadores, con la inauguración del Marbella Club, en uno de los enclaves preferidos de la aristocracia centroeuropea. Era el comienzo de lo que se denominaría el refugio de la jet-set internacional. Este nombre fue también obra del príncipe, ahijado de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, que decía que el significado era el siguiente: jet porque viajaban en avión y set por ser un grupo muy definido de gente millonaria.
A partir de mediados de los años 80, Marbella era una fiesta continua y se proliferaron las galas solidarias. Los personajes famosos eran el reclamo y los que pagaban las mesas eran los empresarios que pretendían de esa manera hacerse visibles. Lo importante era salir en la foto junto a los personajes conocidos. Si había que pagar, pues se pagaba. Los más llamativos eran Gunilla, Pitita Ridruejo, Lita Trujillo, los barones von Panz, el conde Rudi y su mujer María Luisa de Prusia, la duquesa de Alba, Manolo Santana y Mila Ximénez, la princesa Michael de Kent, Lola Flores, los Rothschild, los Agnelli, y, por supuesto, el grupo de los Chori, donde Luis Ortiz era el más conocido y el más social.
Jaime de Mora, el hermano de la reina Fabiola y un hombre clave para atraer personajes estrafalarios como fueron el dictador del Zaire Mobutu o el traficante de armas Khashoggi, fue el primer candidato a la alcaldía de Marbella. En un almuerzo pantagruélico con ostras, caviar y champán le propusieron encabezar una candidatura para optar al bastón de mando. Dijo que no. En esa reunión gastronómica también estaba Gil y Gil que pensó: “¿Y por qué no yo?”. Y pasó del pensamiento a la verbalización.
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Y así comenzó el cambio. Nació el partido GIL (Grupo Independiente Liberal) que obtuvo la mayoría absoluta el 26 de mayo de 1991. Fueron apareciendo colaterales sin nombre conocido que se aprovecharon en la época de las vacas gordas de esa autocracia que nadie criticaba y que tenía a la Junta de Andalucía mirando para otro lado. La guinda llegó con Julián Muñoz, convertido en alcalde; Juan Antonio Roca, asesor urbanístico; Pedro Román; Marisol Yagüe; Isabel Garcia Marcos y demás subalternos de Gil, del que fueron alumnos aventajados y con premio cum laude. La Operación Malaya dejó al descubierto las tropelías que había derivado esa época en la que llenó las playas de esculturas de elefantes a tamaño natural y arcos de triunfo que abrían y cerraban la ciudad.
La corrupción se implantó en la ciudad. Julián Muñoz fue primero concejal de festejos y ya comenzaba su ascenso al poder. Como alcalde y ennoviado con Isabel Pantoja, cerraba calles para pasear con la artista, mandaba mensajes intimidatorios a quien le criticaba y llevaba a su casa bolsa (o lo que fuera) con cantidades desorbitadas de dinero, como aseguro en su día Mayte Zaldibar. Finalmente, acabo en la cárcel por unos delitos que ahora se quieren olvidar con su fallecimiento, el 23 de septiembre, a los 76 años.
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En el 2006 comenzó la investigación del Caso Malaya, un entramado de sobornos y malversación de caudales públicos. Marbella dejó de ser la ciudad de la jet para convertirse en el foco de atención de uno de los casos de corrupción urbanística más impactante.
El presidente del tribunal que juzgó el caso Malaya, José Godino, aseguró a EFE que los verdaderos perjudicados habían sido los ciudadanos de Marbella, cuyas arcas municipales “habían sido esquilmadas hasta generar una deuda desorbitada”. La Audiencia Nacional ordenó embargar cualquier remuneración o retribución que tuviera derecho a percibir el exalcalde por su participación en programas televisivos debido a los millones de euros que debía en concepto de indemnización y que nunca pago. Los 46 millones de euros siguen sin aparecer.
Marbella era un pueblito de pescadores sin atractivo para un turismo extranjero que prefería Torremolinos y Benidorm mientras los ricos nacionales emigraban en verano al norte. Ciudades como San Sebastián, Santander o Coruña eran los centros de operaciones de las vacaciones para las familias de apellidos sonoros y, pasando la frontera, Biarritz o San Juan de Luz. Con el tiempo y cuando el marqués de Mondéjar convenció a los reyes para que tuvieran un lugar fijo de vacaciones, Mallorca paso a ser también una zona de influencia del poder. El 4 de agosto de 1973 durmieron por primera vez la familia Borbón y Grecia en el palacio de Marivent. Aún eran príncipes de España y por fin abandonaron el pazo de Meiras.