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La historia del Romanov abandonado en una morgue
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MURIÓ EN AUSTRALIA EL PASADO 27 DE SEPTIEMBRE

La historia del Romanov abandonado en una morgue

A pesar de ser bisnieto del zar ruso Alejandro III, Leonid Gurevich Kulikovsky murió solo y su cuerpo estuvo abandonado en un depósito de cadáveres durante dos meses

Foto: La historia del Romanov abandonado en una morgue
La historia del Romanov abandonado en una morgue

Leonid Gurevich Kulikovsky murió el 27 de septiembre en un parque de Australia a los 72 años. Lo hacía solo, víctima de un infarto y mientras daba un paseo con su única compañía, su perro. El anciano se llevaba a la tumba un gran secreto: era un Romanov, bisnieto del zar ruso Alejandro III y sobrino nieto del último zar de la dinastía, Nicolás II.

Sin embargo, nadie conocía cuál era la verdadera identidad de Leonid en Australia hasta hace unos días. Nadie conocía su ascendencia rusa y por eso cuando la policía informó a sus amigos de su muerte, ninguno supo decir a qué familiar debían avisar. Leonid nunca había hablado de su infancia y aquel hermetismo sobre sí mismo supuso un grave quebradero de cabeza para las autoridades de Darwin (Australia), que se vieron obligadas a dejar el cuerpo en la morgue durante más de dos meses. En ese tiempo nadie ha reclamado al fallecido y sus restos han permanecido en el depósito de cadáveres de la ciudad hasta este lunes, cuando finalmente Leonid ha recibido sepultura.

Criado entre algodones en Dinamarca, donde se exilió su familia tras la revolución rusa, y con una exquisita educación impartida en los mejores centros del país, Leonid decidió dejar Europa con apenas 24 años para disfrutar de la naturaleza en Australia. Allí trabajó en la Dirección de Aguas de Sidney, pero sus ingresos y posterior pensión no le permitían un funeral digno de un Romanov. Por eso, una vez identificados sus orígenes, han sido las autoridades australianas las que han querido dar sepultura a Leonid como se merece en la iglesia ortodoxa de Darwin. Allí, y con la presencia de unos 50 asistentes, entre los que se encontraban algunos representantes de Australia y de Rusia, sus amigos le dieron su último adiós. Pero ni rastro de miembro alguno de los Romanov. Solo un comunicado en el que muestran su consternación por lo sucedido y aseguran que estaban buscando a Leonid desde hacía algún tiempo. “La muerte de Leonid Gurevich Kulikovsky ha sido una gran sorpresa para toda la familia. Perdimos el contacto con él en 1967 y sabíamos que estaba lejos de Moscú. Teníamos la esperanza de retomar el contacto con él, pero hace unos días nos informó la policía de que lo habían encontrado muerto”, explicaban en el comunicado.

Pero la ascendencia real de Leonid no termina con los Romanov. Además, su familia entronca con la familia real británica, ya que el príncipe Felipe de Edimburgo, marido de la reina Isabel II, y él tenían el mismo bisabuelo, Cristian IX de Dinamarca, rey de Dinamarca y padre de Jorge I de Grecia.

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Leonid Gurevich Kulikovsky murió el 27 de septiembre en un parque de Australia a los 72 años. Lo hacía solo, víctima de un infarto y mientras daba un paseo con su única compañía, su perro. El anciano se llevaba a la tumba un gran secreto: era un Romanov, bisnieto del zar ruso Alejandro III y sobrino nieto del último zar de la dinastía, Nicolás II.

Dinamarca Isabel II
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