La boda de Begoña en la Costa del Sol: un vestido de novia muy original, un ramo de rosas y unos zapatos joya
Luis y Begoña se trasladaron hasta Casares, un municipio de Málaga, para celebrar su enlace el pasado otoño, rodeados de sus familiares y amigos, y con un vestido de novia creado para enamorar
El destino siempre tiene un plan. Aunque Luis y Begoña se vieron las caras por primera vez hace una década en Madrid, tuvieron que pasar cuatro años para que se fijaran el uno en el otro como pareja. "Cuando nos conocimos yo estaba haciendo la residencia para hacerme especialista, soy médico, y él estaba estudiando un máster de finanzas. Entonces solo fuimos amigos y no perdimos el contacto. Cuatro años después nos volvimos a encontrar y desde entonces no nos hemos vuelto a separar", cuenta Begoña.
Un noviazgo que la médico estético define como "muy libre, muy nuestro. Primero tuvimos a Pablo, nuestro hijo, que ahora tiene 2 años, y un año después de que naciera, llegó la petición de mano".
Como familia de tres, Luis, especialista en prevención de blanqueo de capitales, se lanzó y le hizo la gran pregunta a Begoña. "Luis me pidió matrimonio. Nos apetecía mucho celebrar el compromiso que ya teníamos con una fiesta rodeados de los que más queríamos", argumenta la novia.
Fue en ese momento cuando la ciudad natal del novio entró en juego como el enclave perfecto para festejar su amor: "Luis es de Marbella y nos encanta ir siempre que podemos, por eso celebramos la boda allí".
En realidad, el municipio de Casares, dentro de la provincia de Málaga y parte de la Costa del Sol, acogió la boda de Begoña y Luis el 14 de octubre de 2023. "Es un pueblo muy cercano a Marbella. Allí, en el cortijo Pedro Jiménez, tuvo lugar tanto la ceremonia civil como el banquete y la fiesta posteriores".
Se trata de un lugar privilegiado bañado por la luz natural y el sol de la ciudad. Con cuarenta hectáreas de naturaleza y situado en la cima de una colina con unas impresionantes vistas de la costa, el cortijo datado en 1987 fue testigo del enlace de la pareja.
Era el momento, Begoña debía encontrar diseñador para su vestido de novia: "Tenía muy claro lo que no quería y me apetecía que mi vestido tuviera un toque de vestido de fiesta". Con las ideas claras, la médico se topó con Castellar Granados, y el resto fue magia.
"Fui a ver a Castellar, le conté dónde iba a ser la boda, el ambiente, lo que me apetecía y con lo que no me veía. Ella diseñó 5 bocetos preciosos acordes a los que hablamos en nuestra primera cita. Cuando vi el boceto de mi vestido pensé que me había entendido a la perfección".
Ubicado en la calle de Felipe IV, número 3, de Madrid, por el taller de Granados pasan, cada temporada, las novias más exigentes de la capital. Buscan ser únicas y, tal y como reveló la diseñadora en una entrevista para Vanitatis, "les encanta la moda y ven en su boda el momento ideal para llevar el gran vestido de su vida". Castellar cumple sus sueños. Lo hace basándose en tres pilares: tejidos excelentes, patronaje impecable y diseño actual; y una filosofía de trabajo bien definida, el verdadero secreto de su popularidad, "huir de las novias típicas", sentenció.
Begoña es una de esas novias que se enfundó en un vestido de novia muy original creado por la modista nupcial.
"Castellar Granados fue un acierto sin duda. Ella se dedica de principio a fin al vestido, sin intermediarios, es muy perfeccionista y eso siempre se agradece", cuenta Begoña.
El suyo fue un vestido especial, diferente y reflejo de su personalidad de estilo. Compuesto por dos prendas, un vestido base fabricado en un tejido fluido de aspecto satinado de color blanco con el bajo tobillero y una cola muy ligera, y encima, un sobrevestido en clave joya, la pieza estrella en el look de novia de la médico estético.
Con dos materiales enfrentados en la prenda superior, un tejido de en red bordado con cristales para el escote, las mangas y la espalda, y uno de gasa para el cuerpo y la falda, el modelo se completó con dos tiras gruesas que brotaban del escote y se extendían por el cuello y la espalda.
Un traje novia 100% Begoña y, a la vez, 100% Castellar Granados, que resultó ser perfecto para una boda de otoño en la Costa del Sol.
Con el vestido de novia hecho, los complementos pusieron el broche. Para el ramo, Begoña tenía las ideas muy claras: "Quería algo envejecido y la florista Susana Sánchez dio con unas rosas amnesia que luego pude repartir entre mi suegra, mi madre y mi sobrina Julia".
Como calzado, "unos salones destalonados de seda blancos con adornos de cristal en la pulsera de Manolo Blahnik".
Solo quedaban las joyas: "Los pendientes que llevé eran de mi abuela y los anillos me los ha regalado Luis, uno es el de pedida y otro me lo regaló por el nacimiento de Pablo, ambos del Páramo Vintage Joyas".
El gran día llegó y, como manda la tradición, Begoña y Luis se separaron para arreglarse. Ella lo hizo en el lugar donde tendría lugar la boda. "En el cortijo acondicionamos un espacio para el maquillaje y la peluquería de mis amigas y de los familiares que nos hospedamos allí".
Con su larga melena con ondas 'glam' y un maquillaje natural con efecto luz, obra de Sol de la firma Mac, Begoña salió al encuentro de Luis. "A la ceremonia me acompañaron mi hermano y mi hijo Pablo", detalla.
"Uno de los recuerdos más bonitos de ese día fue mi entrada a la ceremonia. Como he dicho, fui de la mano de mi hermano, que siempre ha sido como mi padre, y mi hijo. Durante el camino veía a todos nuestros invitados llorando, imagino que Pablo les inspiró mucha ternura", confiesa la novia.
Otro instante de emoción durante la ceremonia fue "los discursos de nuestros hermanos y amigos, que nos dejaron sin palabras", cuenta la novia.
"Cuando terminó la boda pensé: 'No sabía que estaba organizando esta boda tan bonita'. Fue una boda extremadamente divertida y muy emotiva. La ceremonia nos hizo llorar a todos y el catering dejó a los invitados sin palabras, las mesas estaban impecables y hacía tiempo de verano, aun estando en el mes de octubre, fue un día excepcional", recuerda Begoña.
Concluido el banquete, llegó la fiesta. "Pusimos dos grupos de música en directo que mantuvieron a los invitados muy animados hasta el final". Para esa parte del enlace, Begoña tenía reservado un segundo vestido de novia: "Al final de la fiesta me cambié el vestido por uno de Fraile, era de seda con tirantes negros".
Ya como marido y mujer, abrieron el baile con la canción 'Soy fan de ti' de Sidecars, "cantada en directo por un grupo de pop rock".
Como consejo para futuras novias, Begoña apunta: "Va a ser mucho mejor de lo que te pudieras imaginar nunca, así que tranquila, disfruta del camino, los inconvenientes que pudieras haber tenido durante la organización pronto se olvidan".
El destino siempre tiene un plan. Aunque Luis y Begoña se vieron las caras por primera vez hace una década en Madrid, tuvieron que pasar cuatro años para que se fijaran el uno en el otro como pareja. "Cuando nos conocimos yo estaba haciendo la residencia para hacerme especialista, soy médico, y él estaba estudiando un máster de finanzas. Entonces solo fuimos amigos y no perdimos el contacto. Cuatro años después nos volvimos a encontrar y desde entonces no nos hemos vuelto a separar", cuenta Begoña.
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