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Mako de Japón, la princesa que por su boda pone contra las cuerdas a la familia imperial
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SITUACIÓN DELICADA

Mako de Japón, la princesa que por su boda pone contra las cuerdas a la familia imperial

El 3 de septiembre se cumplieron tres años desde que anunciara que se iba a casar, pero no ha habido sino dificultades para que pueda cumplir su propósito

Foto: La princesa Mako, en una imagen de archivo. (EFE)
La princesa Mako, en una imagen de archivo. (EFE)

Nadie parece negar que la princesa Kiko de Japón es una mujer de carácter. Ni decir que no ha sabido tomar siempre las riendas de su propia vida, por eso se cree que es la gran responsable de que su hija Mako no haya logrado casarse como era su propósito. La nuera del emperador emérito Akihito, y mujer del príncipe heredero Fumihito, ejerce un papel clave en el futuro de la familia imperial. No en vano, su hijo Hisahito garantiza la continuidad de la institución, presa de sus estrictas normas, que impiden que las mujeres sean herederas y determinan que si se casan con plebeyos dejen de formar parte de la familia real.

Esta es la circunstancia que vivirá su hija, si es que finalmente llega a contraer matrimonio con un plebeyo... En efecto, ha sido sido la princesa Mako quien más quebraderos de cabeza les ha dado a ella y a su marido, y quien ejemplifica las contradicciones internas en las que vive inmersa la familia real. La princesa anunció su compromiso con Kei Komuro el 3 de septiembre de 2017 y la boda estaba prevista para el 4 de noviembre de 2018, pero cuando trascendieron unas deudas que arrastraba la madre del novio con su expareja se produjo un movimiento estratégico: mandarle a estudiar a Kimuro a Estados Unidos, en la Facultad de Derecho de Fordham, y posponer el enlace hasta 2020, alegando que había sido todo muy precipitado y que el tiempo se les había echado encima. Y se decía entonces que la princesa Kiko era la mano que mecía la cuna...

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Eran unas medidas que la prensa no oficialista del país asiático calificaron de cortina de humo y una manera de propiciar la disolución del vínculo afectivo entre los jóvenes, aunque los acontecimientos han demostrado que no es así y ahora son muchos los que creen que este enlace sí llegará a celebrarse. Según manifestaba en un comunicado Kimuro en enero del año pasado, la deuda de su madre (30.000 euros) se habría saldado y ya no habría obstáculos para la boda. Aunque, sin embargo, el exnovio de su progenitora que le había prestado el dinero para que Komuro pudiera sufragar sus estudios manifestaba que no era así.

placeholder El 3 de septiembre de 2017, cuando anunciaron que se iban a casar. (Reuters)
El 3 de septiembre de 2017, cuando anunciaron que se iban a casar. (Reuters)

Sea como fuere, se ve que a la princesa Kiko no le ha quedado más remedio que dar su brazo a torcer y era así como se interpretaban las declaraciones que realizaba con motivo de su 54 cumpleaños la princesa, que sonaban muy conciliadoras, pero también tenían un subtexto de conflicto entre ambas partes, ella y su hija. En el comunicado que emitió la familia imperial afirmaba que "en lo que respecta al matrimonio de mi hija, deberíamos comunicarnos ampliamente y es importante que acepte los sentimientos de mi hija, como madre que soy, y que reflexionemos juntas". Y aseguraba que "me gustaría enfatizar la importancia de la comunicación y escuchar sus pensamientos si es que alguna vez hablamos sobre ello", en alusión a la boda, que sigue a día de hoy sin anunciarse.

Kei Komuro sigue estudiando en Estados Unidos y se espera que se gradúe en 2021 (previsiblemente con buenas notas, porque fue becado por la universidad por su excelente expediente académico). De momento se ha mantenido apartado del foco público y disfrutando de un anonimato en la universidad del que no puede gozar en su país, donde los avatares de su familia han sido objeto de un severo escrutinio en los medios sensacionalistas. Es más, su dedo acusador les ha llevado a insinuar que las deudas de la madre de Komuro podrían haber sido sufragadas con el presupuesto de la propia familia imperial. De ser eso cierto, supondría que habría salido del bolsillo de los propios japoneses a través de sus impuestos. Y de ser falso, ya se ha sembrado la sombra de una duda sobre un hombre que despierta las antipatías de los expertos reales más conservadores y entre un amplio sector de la población que no ve conveniente esta boda.

placeholder La familia imperial, el pasado mes de diciembre. (Reuters)
La familia imperial, el pasado mes de diciembre. (Reuters)

Su reaparición tras ocho meses

Cinco días después del comunicado de su madre, el 16 de septiembre, la princesa Mako hizo su primera salida pública después de ocho meses apartada del mundanal ruido. Con su preceptiva mascarilla, acudió a la inauguración de una exposición de arte celebrada en la tienda oficial de Nihombashi Mitsukoshi, que pertenece a la cadena de grandes almacenes más antigua del país, pero salvo algunas apreciaciones sobre las obras de arte que estuvo observando, no realizó ningún tipo de declaración, según los cronistas allí presentes.

La pandemia del coronavirus ha mermado considerablemente la agenda de todos los miembros de la familia imperial y no parece que ahora sea el momento más indicado para anunciar una boda que ya genera controversia por las circunstancias en las que se ha desarrollado la relación.

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Nadie parece negar que la princesa Kiko de Japón es una mujer de carácter. Ni decir que no ha sabido tomar siempre las riendas de su propia vida, por eso se cree que es la gran responsable de que su hija Mako no haya logrado casarse como era su propósito. La nuera del emperador emérito Akihito, y mujer del príncipe heredero Fumihito, ejerce un papel clave en el futuro de la familia imperial. No en vano, su hijo Hisahito garantiza la continuidad de la institución, presa de sus estrictas normas, que impiden que las mujeres sean herederas y determinan que si se casan con plebeyos dejen de formar parte de la familia real.

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