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Marichalar y Urdangarin: dos maneras de rehacer su vida amorosa
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OPINIÓN

Marichalar y Urdangarin: dos maneras de rehacer su vida amorosa

Mientras compartieron vida con las hijas de los Reyes, Iñaki y Jaime no se llevaron mal pero tampoco intimaron. No tenían mucho en común

Foto: Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin, junto a la infanta Cristina en 2007. (Getty/Carlos Álvarez)
Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin, junto a la infanta Cristina en 2007. (Getty/Carlos Álvarez)

Fueron cuñados hasta que llegó el "cese temporal de la convivencia". Un eufemismo que utilizó la Casa Real hace quince años para confirmar lo que ya era un hecho sin vuelta atrás. El divorcio de la infanta Elena y Jaime Marichalar llegaría tiempo después y era un asunto conocido y tratado en el círculo íntimo de Zarzuela. Antes de que el duque de Lugo sufriera un ictus, la relación matrimonial hacía agua por todas partes, pero era impensable la ruptura.

La única que se había atrevido a separarse fue la infanta Eulalia, hija de Alfonso XIII. Y no solo dijo ‘ahí te quedas’ al hijo de los duques de Montpensier, sino que tuvo amantes varios y al conde Jametel de fijo, como aparece descrito en el libro de ‘El hijo de Eulalia’, de Eduardo Álvarez. Nadie más. Las reinas Victoria Eugenia, doña Sofía y la condesa de Barcelona optaron por mirar en otra dirección y dejaron que las amantes de sus maridos les aguantaran.

placeholder La infanta Elena y Marichalar, en la boda de don Felipe y doña Letizia. (Cordon Press)
La infanta Elena y Marichalar, en la boda de don Felipe y doña Letizia. (Cordon Press)

El eufemismo utilizado por Zarzuela no sirvió para nada. En este caso, y a diferencia de Urdangarin, no había terceras personas, ni amantes que interfirieran en la vida conyugal de los duques de Lugo. Tampoco el ictus fue el causante del divorcio e incluso la Infanta esperó un tiempo mientras Jaime Marichalar se recuperaba.

El divorcio colocó al exduque en una situación complicada. De pronto, pasó de ser un yerno querido de los Reyes, al que se le dotaba de puestos en consejos de administración en empresas del Ibex, a ser víctima de filtraciones interesadas y malvadas que llegaban a las portadas de revistas de información general como 'Época', donde no quedaba en buen lugar. Una vez que sales, ya no hay posibilidad de volver a entrar, y si hay que hacer una campaña desfavorable, se hace.

Durante años y mientras Froilán y Victoria Federica fueron pequeños, la infanta Elena y su exmarido se hablaban lo justo y casi siempre a través de terceros. Una vez que los hijos cumplieron la mayoría de edad, la comunicación fue inexistente. Cada uno va por su camino y, que se sepa, no interfieren en sus vidas respectivas. Ninguno de los dos ha vuelto a tener pareja oficial, como sí hizo el marido de la infanta Cristina en cuanto salió de la cárcel.

placeholder La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en el Día de la Hispanidad de 2005. (Getty/Carlos Álvarez)
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en el Día de la Hispanidad de 2005. (Getty/Carlos Álvarez)

En la actualidad, Ainhoa Armentia (divorciada para no dañar a sus hijos más de la cuenta) sigue emparejada con el exduque de Palma. Una vez que él se dejó fotografiar en la playa cercana a Bidart (Francia), el por ahora cuñado de Felipe VI llegó a decir a su familia que lo suyo era una “enajenación transitoria”, consecuencia de su paso por la cárcel. La enajenación continúa y con un compromiso fuerte con Ainhoa.

La falta de comunicación de Marichalar y Elena (doña Elena, se autodenomina) es diferente a la que mantienen Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, que a día de hoy siguen sin zanjar legalmente y definitivamente su matrimonio. El tema económico es la pieza fundamental para lo que no hay acuerdo consensuado. Iñaki pide y la Infanta (más resolutiva) quiere que no queden hilos sueltos. Ya hay suficiente con Corinna Larsen para que se repita la historia. Y que cada cual lo entienda como quiera.

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Lo que sí mantienen por ahora Urdangarin y la Infanta es una comunicación más o menos fluida y pueden compartir espacio público común. Se les ha visto juntos en Ginebra y en los partidos de su hijo Pablo. Y en verano, en la playa de Bidart. Parece que no es de cara a la galería, sino que hay interés en mantener ese perfil de no agresión. Aseguran que Urdangarin es un buen padre, aunque la fidelidad no forme parte de su ADN. Cuando tuvo que dejar su cargo de directivo en Telefónica, porque las presiones en la compañía eran muy fuertes, se encargaba del cuidado cotidiano y doméstico de su casa en Ginebra. Supervisaba y organizaba al servicio y a los hijos. La Infanta era la que hacía doblete en La Caixa y en la Fundación Aga Khan.

Mientras compartieron vida con las hijas de los Reyes, Urdangarin y Marichalar no se llevaron mal, pero tampoco intimaron. Su forma de vida, sus aficiones y sus intereses profesionales eran tan distintos que no tenían de qué hablar en las reuniones familiares. En cambio, Iñaki era el divertido, el entretenedor y el organizador de vida lúdica con una mujer enamorada y unos hijos listos, rubios y guapos que dominaban cuatro idiomas: castellano, catalán, francés e inglés.

placeholder Posado familiar en 2007. (Getty/Carlos Álvarez)
Posado familiar en 2007. (Getty/Carlos Álvarez)

Quince años después de su divorcio, a Jaime Marichalar no se le han conocido relaciones amorosas y lo llamativo es que a la infanta Elena tampoco. En el caso de la hermana de Felipe VI, sí se han rumoreado afectos estacionales con caballeros del mundo hípico y náutico. A su exmarido, nada de nada, al menos en España. Viaja a menudo a París por su trabajo y tiene un grupo de amigos entre los que también hay mujeres discretas. La otra cara de la moneda es Iñaki Urdangarin. Siempre ha sido un hombre con un corazón con compartimentos estancos para sus amores. El oficial fue durante años para la infanta Cristina y ahora, para la que fue compañera de trabajo en Vitoria.

Fueron cuñados hasta que llegó el "cese temporal de la convivencia". Un eufemismo que utilizó la Casa Real hace quince años para confirmar lo que ya era un hecho sin vuelta atrás. El divorcio de la infanta Elena y Jaime Marichalar llegaría tiempo después y era un asunto conocido y tratado en el círculo íntimo de Zarzuela. Antes de que el duque de Lugo sufriera un ictus, la relación matrimonial hacía agua por todas partes, pero era impensable la ruptura.

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